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“Hay que dejar de enfrentar monarquía-república como la cara y la cruz de la misma realidad”

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Política

“Hay que dejar de enfrentar monarquía-república como la cara y la cruz de la misma realidad”

Pura Sánchez, investigadora y autora de libros como Individuas de dudosa moral, es vicepresidenta del Ateneo Republicano de Andalucía.

Pura Sánchez, vicepresidenta del Ateneo Republicano de Andalucía. FOTO CEDIDA POR LA ENTREVISTADA
Olivia Carballar
11 noviembre 2020 Una lectura de 6 minutos
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La república ganaría con el 40,9%, frente al 34,9% de la monarquía, según la encuesta realizada por el instituto demoscópico 40dB. ¿Qué le parece que haya casi un 25% que no sabe qué haría?

Creo importante señalar dos cuestiones sobre estos datos. En primer lugar, seis puntos de diferencia entre quienes se decantan por un sistema monárquico o republicano es realmente muy poca diferencia, si tenemos en cuenta la crisis actual de la monarquía. En segundo lugar, ese 25% al que aludes no se decanta por una u otra opción, sí, pero no es un 25% homogéneo. De ellos,  el 13% no sabe qué votaría, pero el resto más bien lo que indica es que no le interesa el tema. Pienso que estas cifras, con el tipo de campañas políticas que se hacen en este país, dirigidas principalmente a la emocionalidad y tan faltas de argumentación, podrían dar un cambio importante, en favor de la opción más seguidista y conservadora: la de continuar como estamos.

¿Influye en este panorama el hecho de que no se pregunte sobre la cuestión?

Obviamente, la actitud renuente de las cúpulas de los partidos a plantear el tema hace que un buen número de sus votantes no se lo plantee. Pero creo que la situación que muestran las encuestas puede deberse a tres razones, principalmente: la ausencia de una memoria sobre nuestro pasado reciente, la falta de pedagogía en la actualidad sobre estas cuestiones y la mala calidad de nuestra democracia. 

En el porcentaje de indecisos son mayoría las mujeres, la juventud y las clases bajas. ¿Qué interpretación hace de esto?

Respecto a los jóvenes, hay que decir que también son los más insatisfechos con la monarquía: desde los 16 a los 34 años, la valoración de entre 0 y 1 a la institución representa el 38%, el 43% y el 31%, respectivamente, el grado más alto de insatisfacción por grupos de edad. También es significativo que solo consiga aprobar la institución en el grupo de edad de mayores de 65 años. Es este un país para viejos… Respecto a que entre los indecisos aparezca un porcentaje significativo de mujeres, no sé si los datos recogidos pueden cruzarse con el del nivel socioeconómico. Es probable que tanto en relación con las mujeres como a lo que tú nombras como “clases bajas” la cuestión tenga que ver con la pobreza y la exclusión social; se vive ocupado fundamentalmente en sobrevivir y cuando el sistema te ha situado al margen, es comprensible el no sabe/no contesta.

La encuesta revela, más allá de ello, que la monarquía no puede seguir como está… ¿Cree que esto se podría acordar en el Congreso?

Lo que habría que abordar de una vez por todas es la reforma de la Constitución. Porque hay muchas cosas que cambiar. Creo que es posible alcanzar algunos acuerdos puntuales para maquillar la Constitución y que esta siga sirviendo a los intereses del Régimen del 78. Cosa muy distinta es acometer reformas en profundidad que resulten transformadoras. En eso creo que hay acuerdo, sí, pero para no cambiar nada o para cambiar lo justo para que todo siga igual. 

El rey Felipe y la reina Sofía, aprobados. El rey Juan Carlos y y la reina Letizia, suspensos. ¿Cómo valora estos resultados?

Pues creo que en términos de revistas del corazón. Quiero decir que durante décadas se ha considerado a la reina Sofía una extraña o, al menos, una figura plana, con una imagen configurada fundamentalmente a través de la prensa rosa, sin perfil político. Como una “profesional”, en palabras de Juan Carlos. Ahora no solo la prensa rosa sino la prensa en general nos la presenta como una sufrida esposa y madre ejemplar, que ha procurado y ha conseguido que su hijo reine. Esta imagen patriarcal de la reina es muy añeja y muy estomagante. Por lo mismo, si la reina Sofía es la buena mujer, nacida para ser reina, sufrida y callada, la reina Letizia es la mala, la advenediza, que se enfrenta a la suegra, le disputa el cariño del hijo, resulta en ocasiones respondona y no siempre sabe estar… Ninguna de las dos escapa al estereotipo patriarcal, insisto. Y los y las españolas de a pie parecen haber asumido este cliché sin cuestionarlo. 

En cuanto al padre y el hijo, la “popularidad” del primero se ha desplomado, mientras se le va despojando de su papel político y adjudicándole el de personaje mediático, más cercano a un tipo de Mujeres, hombres y viceversa que al de un jefe de Estado.  Mientras tanto, el hijo para los monárquicos sigue siendo la esperanza de futuro. En mi opinión, tanto uno como otro han dado ya buenas muestras de estar en la línea de la tradición borbónica y hacer lo que mejor saben hacer los borbones: borbonearnos. Es decir: conspirar, mentir, robar, vender la patria al mejor postor, aprovecharse del erario público para amasar fortunas personales, entregar el poder o recibirlo de manos de un dictador, jurar constituciones para traicionarlas  a continuación y un largo etcétera. No hay más que leer nuestra historia reciente… Y en todo este falso debate se elude algo que es fundamental: no se habla de los privilegios que siguen teniendo ellos y ellas, algo incompatible con una sociedad democrática.

Usted, que es andaluza y, a la vez, tiene muchos vínculos con Catalunya, ¿cómo valora que una sea la más republicana y otra, la más monárquica, junto con Madrid?

Como andaluza, y como andaluza de conciencia, el dato no me sorprende, aunque me entristece. Creo que para explicarlo hay que ponerlo en relación con la pedagogía a favor de la monarquía en los casi 40 años de pesoísmo en nuestra tierra; con la subalternidad política y el estado de anestesia inducida del pueblo andaluz, que sigue considerándose mayoritariamente súbdito y está aún lejos de desear ser soberano. En todo ello tiene que ver también el hecho de que se nos haya borrado la memoria de la tradición republicana de Andalucía, muy anterior a la II República. 

En cambio, en Catalunya, se piensa en una república como un instrumento de transformación social y política a la vez que como un acto de recuperación de la soberanía como pueblo. Desgraciadamente, nada de eso ocurre todavía en Andalucía en términos de conciencia mayoritaria. En Andalucía, solo el 18% se muestra nada satisfecho con la monarquía…El 40% no ve necesario siquiera el referéndum. 

¿Cuándo cree que el CIS hará una encuesta similar a esta?

Sinceramente, cuando los resultados sean claramente favorables a la permanencia de la monarquía, que es tanto como decir a la permanencia del actual estado de cosas, emanado del Régimen del 78, para que los usufructuarios del mismo sigan rentabilizando políticamente su estatus. Por otra parte, creo que el hecho de evaluar el estado de opinión sobre monarquía o república no es en sí mismo transformador. 

¿Qué hace falta para impulsar definitivamente el republicanismo en España?

Creo que lo dije al principio: mucha pedagogía política. Dejar de enfrentar monarquía y república como la cara y la cruz de la misma realidad. Porque creo que tan importante como reclamar la república es pensar el tipo de república que queremos. No nos vale mirar a la II República con nostalgia, no nos vale pensar en fórmulas continuistas, como si nada hubiera pasado en estos últimos 80 años. Hemos de repensar, en mi opinión, tanto el concepto de republicanismo como el de democracia. Nos hacen faltan muchas lecturas históricas, muchas reflexiones en común y mucho diálogo reposado para pensar y pensarnos como los pueblos de una república futura, donde el patriarcado, el desarrollo capitalista, la desigualdad y los privilegios no tengan cabida. Nos hace falta un nuevo modelo de Constitución y un nuevo modo de construirla. Ya sería bastante que quienes pensamos en un futuro republicano estuviéramos de acuerdo en algunas de estas cuestiones básicas. Sencillamente porque no podemos permitirnos, por nosotros y nosotras y por las generaciones futuras, correr el riesgo de traer una república que, como dijo Clara Campoamor respecto de la II República, llegue huérfana de aspiraciones.

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Comentarios
  1. paco dice:
    09/12/2020 a las 12:43

    misha hablas de los pujol?

    Responder
  2. Miguel dice:
    14/11/2020 a las 10:49

    Apreciada señora Olivia Carballar.
    Ignoro si usted leerá este comentario, pero no dispongo de otra vía para hacerle llegar mi opinión.
    He leído con gran interés su artículo sobre el estado de la cuestión de una futura república en España, coincido en casi todo con su diagnóstico.
    Una gran parte de las dificultades y conflictos se plantean en otros niveles relacionados con los que usted aborda, y que necesitarían de algo más que un artículo para analizarlos.
    El aspecto que más conozco, que ilustra mi observación anterior, y sobre el que escribo mi comentario, es la valoración del papel que usted adjudica a Cataluña, el territorio en que vivo.
    Para que valore el sentido de mi comentario le apunto cuatro rasgos de mi situación: soy de origen andaluz, me instalé en Cataluña en 1980, mi mujer es catalana del tipo «ocho apellidos», mi situación se haya en ese grupo que el Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat califica en sus rutinarias encuestas de «sentiment de pertinença» como «se siente tan catalán como español».
    Hasta mi jubilación (en 2016) he trabajado de maestro de escuela pública en los barrios suburbiales de Badalona y Santa Coloma, tanto mi mujer como yo hemos practicado y sido impulsores activos del procedimiento de la inmersión lingüistica para que nuestro alumnado dominasen el catalán y el castellano, desde 1985 la mayoría de las asignaturas las impartía en catalán. Mi interés siempre ha sido que mi alumnado conociera y valorara los dos idiomas, lo que considero enriquecedor.
    Escribo lo anterior para que (asumido que es verdad por su parte) comprenda la posición desde la que me manifiesto, que no es la de una persona defensora del nacionalismo español; de hecho soy contrario a todos los nacionalismos (español, vasco, gallego, catalán, francés, inglés, etc…), aunque respeto a los que se siente nacionalistas; y participo en colectivos de personas en Cataluña que se nos consideramos «de izquierdas» y contrarias a los nacionalismos.
    Ignoro qué relación ha tenido usted con la sociedad catalana que, por cierto, es enormemente plural (como la sociedad del resto de España) y no se puede englobar en esa «Catalunya» que usted presenta como una realidad monolítica.
    Su planteamiento de que «en Catalunya, se piensa en una república como un instrumento de transformación social y política a la vez que como un acto de recuperación de la soberanía como pueblo» es profundamente erróneo, no sólo porque ese «pueblo» es, en realidad, una sociedad muy plural, sino porque los partidos que reivindican la «república catalana» (los neoconvergentes, ERC y la CUP) son los que, desde 1980 han aplicado activamente, o apoyado pasivamente, todas las medidas privatizadoras, desreguladoras y recortadoras que más han perjudicado a las clases subalternas de Cataluña.
    Podría ponerle numerosos ejemplos de ésto, pero me limitaré a dos: el nombramiento de Boi Ruiz, presidente de la patronal de la sanidad privada de Cataluña como «conseller» de sanidad por los neoconvergentes, lo que llevó a la mayor oleada privatizadora de España, equivalente a la del PP en la Comunidad de Madrid; y la presentación, por parte de ERC, hace unos meses, de la llamada «llei de serveis personals» que suponía poner en manos de un grupo empresas privadas un procedimiento de licitación para cubrir mediante contrato miles de cargos en la administración pública, desde sanidad a enseñanza, pasando por todos los departamentos. Es decir, otra vía de privatización.
    Esa es la «transformación social» que el bloque de partidos partidarios de la secesión aplica en aquellos ámbitos en que tiene competencias plenas. Puede imaginarse (y de hecho se comprobó en las jornadas de septiembre de 2017) lo que harían en una «república catalana».
    Es decir que la querencia republicana del bloque formado por los neoconvergentes en sus diversas formas, ERC y la CUP no tienen nada que ver con la «transformación social», ni con el resto de España, y sí tiene todo que ver con la construcción de un estado propio, separado de España, en que puedan aplicar las medidas neoliberales a todos los ámbitos de gobierno que aún no controlan. Existen multitud de pruebas esta voluntad en las que no entraré porque puede usted misma comprobarlo a poco que domine el idioma catalán.
    Disculpe la extensión de este comentario y tenga por seguro que no pretendo modificar sus convicciones, caso de que lo lea, sólo poner en su conocimiento unos hechos que usted puede contrastar por si misma. Gracias por su atención si lee hasta aquí.

    Responder
  3. Misha dice:
    13/11/2020 a las 20:13

    Entonces ; ¿ lo dejamos para el siglo que viene lo de seguir costeando,financiando y permitiéndo a una familia de crápulas que son el tapón que sigue impidiendo el progreso de este j*di* país? .
    Salud y paciencia con los miserables : » 0 » .

    Responder

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