No hay tristeza entre los refugiados que se han quedado sin su chabola en Moria. Al menos, no más que el día antes del incendio que ha arrasado el mayor campo de refugiados de la Unión Europea. No puede haberla porque estas laderas de barracas cercadas por riachuelos de aguas fecales no eran su casa ni su aldea, sino un absoluto infierno de tortura psicológica. Tanto, que son muchas las personas que afirman que de haber sabido lo que se iban a encontrar en Europa tras salir de Afganistán, Iraq, Siria, Yemen… hubiesen preferido morir en sus países. Y en el caso de este centro, en la isla griega de Lesbos, no es una frase hecha, ni una exageración, es la reacción lógica de mujeres como Sakina Sajadi.
La misma tarde en la que comenzó el incendio que ha vuelto a poner Moria en el ojo público, esta afgana se acercó a la chabola de su vecina para pedirnos que, por favor, cuando acabásemos, ella también quería ser entrevistada –utilizo el nosotros porque, aunque técnicamente la entrevista la hago yo, para que fuera viable, Samir traducía del farsi al turco y Yakub al inglés: la colmena que hace posible el periodismo profesional–.
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Comentarios
Abandonar la tierra de uno para intentar vivir mejor es humano, lo entiendo, abandonarla para no vivir bajo la bota de los canallas que imponen su ideología aberrante a fuerza de latigazos y de asesinatos es una necesidad imperiosa; dicho esto, entiendo que son los países europeos los que deberían tener partidas en los presupuestos del estado para socorrer a esas personas, porque los trabajadores y las trabajadores de este país-España- ni siquiera podemos tener hijos porque no sabemos si los podremos sostener; yo hubiera querido tener media docena, porque me gustan los niños, pero solo he tenido dos, porque más ya no podía. No es culpa nuestra que estas familias tengan tantos hijos, y no creo que un país tenga recursos ilimitados para acoger a todo el que llega, que ya son muchos. El sentimentalismo no resuelve nada, porque al final, lo que hay es lo que hay, y ya no hay más, pero se les podría dar un pedazo de tierra y herramientas para que se ganen el sustento; que de eso hay de sobra. En la comunidad valenciana hay muchas tierras abandonadas que ya no se siembran; y seguro que ropa no les faltaría, en todas las casas hay ropa de sobra. Ayudaríamos, claro que sí, pero a buen seguro que, no hay para tantos. Los españoles somos generoso, pero los recursos en las familias escasean…; ¡que pena me dan esos niños! Pero la realidad es la que es, que Europa no es El Dorado. Como ya muchos están comprobando.
Patricia, gracias por revolverme el estomago esta mañana. Mi pregunta es, además de llorar, de indignarte, de colaborar con Acnur, de decirte «esto no puede ser», ¿qué podemos hacer?
Un abrazo
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Abandonar la tierra de uno para intentar vivir mejor es humano, lo entiendo, abandonarla para no vivir bajo la bota de los canallas que imponen su ideología aberrante a fuerza de latigazos y de asesinatos es una necesidad imperiosa; dicho esto, entiendo que son los países europeos los que deberían tener partidas en los presupuestos del estado para socorrer a esas personas, porque los trabajadores y las trabajadores de este país-España- ni siquiera podemos tener hijos porque no sabemos si los podremos sostener; yo hubiera querido tener media docena, porque me gustan los niños, pero solo he tenido dos, porque más ya no podía. No es culpa nuestra que estas familias tengan tantos hijos, y no creo que un país tenga recursos ilimitados para acoger a todo el que llega, que ya son muchos. El sentimentalismo no resuelve nada, porque al final, lo que hay es lo que hay, y ya no hay más, pero se les podría dar un pedazo de tierra y herramientas para que se ganen el sustento; que de eso hay de sobra. En la comunidad valenciana hay muchas tierras abandonadas que ya no se siembran; y seguro que ropa no les faltaría, en todas las casas hay ropa de sobra. Ayudaríamos, claro que sí, pero a buen seguro que, no hay para tantos. Los españoles somos generoso, pero los recursos en las familias escasean…; ¡que pena me dan esos niños! Pero la realidad es la que es, que Europa no es El Dorado. Como ya muchos están comprobando.
Patricia, gracias por revolverme el estomago esta mañana. Mi pregunta es, además de llorar, de indignarte, de colaborar con Acnur, de decirte «esto no puede ser», ¿qué podemos hacer?
Un abrazo
Magnífico artículo Patricia. Es impresionante.