Después de aprender el manejo de animales y excrementos en la naturaleza, y tras adquirir conocimientos fundamentales sobre la aparcadera y la conducción por el medio rural, llega ahora un tema fundamental: comer. ¿Cómo? ¿Cuánto? ¿Por qué? A ver, el porqué está claro. Pa no morrer. Aunque en estas latitudes no descartes morir de empacho. Pero al lío. En este Manual de uso del pueblo y la naturaleza para subpajarianos de grandes urbes no avezados al verano norteño nos vamos a centrar en el cómo y el cuánto.
Este es un capítulo que trata la temática en cuestión muy por encima, ya os lo advierto, porque la combinación ‘turista subgranu’ y ‘chigre asturianu’ podría darnos para una enciclopedia y no tenéis paciencia para leer tanto, y lo sabéis. Toquemos, pues, algunos asuntos esenciales y lo demás ya, si eso, podéis tirar de lo que en algunos lugares de Asturias decimos ‘xeito’, en algunos de Galicia ‘sentidiño’, y en la generalidad del norte, ‘cabeza’. Así pues, aquí va el ‘Cosas que no y cosas que sí en la hostelería astur durante el verano’.
* OJO: Este capítulo del manual solo es válido para el verano de 2020.
A) COSA QUE NO: compartir menú. Meca, pero ¿y eso? ¿Por qué no? Te voy a ser sincera: porque es una cutrez. Porque los restaurantes normalmente sirven los platos de menú en perolas o fuentes que traen un poco más de una ración para no quedar de ratas y por si quieres repetir un poco. Y tú lo que quieres, pillín, no es compartir menú. Tú lo que quieres es pagar menos, hacerte un 2×1, y pensar que yes el más listu del universo. Pero el chigreru no ye el señor Lidel que ta podre de pasta, así que déjate de cutreces y si acasu, si quies ahorrarte unas perras, pregunta a ver si en el bar en el que estás tienen la posibilidad de pedir medio menú. La otra posibilidad ye que te hagas un bocadillín y comas en la Ruta del Alba.
B) COSA QUE NO, pero que algún día volverá a ser COSA QUE SÍ: compartir vasu de sidra. Querido subpajariano subcategoría subgranu subsubcategoría no avezado al verano norteño: llegaste a Asturias en el verano perfecto para no recibir miradas inquisitorias -cuando no bufidos interminables- por pedir siete vasos de sidra para una botella de ídem. Ya puedes dar gracias al COVID por esto. Ahora sí, si tu experiencia en tierras norteñas te hace repetir otro año, y para entonces ya hay vacuna del putovirus, hazte a la idea de que vuelves a compartir vasu con los otros siete como hay un dios en el cielo de los dioses del Olimpo. Queda dicho. Eso sí, nada de dejar el culete reposando en el vaso como si te fuera a salir un kéfir de sidra de ahí, que ya os digo yo que no.
C) COSA QUE NO: la fabada por la noche… A ver, por ser fina, puede traer problemas de convivencia en la casa de turismo rural en la que vas a dormir. No obstante, dejamos esta decisión a tu libre albedrío, para que no nos taches de dictatoriales.
D) COSAS QUE SÍ, pero con mesura: el cachopo. Sí, podéis comerlo. Pero no. No os repatriamos en caliente a vuestras grandes urbes de origen si algún día de los que estáis aquí disfrutando de las vacaciones no coméis cachopo y optáis por algún otro de los manjares exquisitos que tenemos en las cartas hosteleras. Es más, puede que hasta lo agradezcamos. Voy a contar un secreto que va a hacernos caer del pedestal en el que nos tenéis: no, el cachopo no es una comida tradicional asturiana. De hecho, no tenemos muy claro quién nos encalomó este San Jacobo de Ternera relleno como algo patrio. Pero bueno, viendo que lo habéis asumido de buena gana, nos lo quedamos.
E) COSAS QUE NO: No, el marisco que te vas a comer con el arroz por 16 euros el menú EN PLENO AGOSTO no es del Cantábrico. Es canadiense, pero no te preocupes, está muy rico (no tan rico, pero sí rico) y para cuando lo vayas a comer ya estará muerto así que no vas a hablar con él, vas a comértelo y ya no te importará que sea canadiense. Si te cobran por el bogavante 60 euros y te dicen que ye del Cantábrico, en AGOSTO, es de piscifactoría, que tendrá agua del Cantábrico, no digo yo que no.
F) COSAS QUE SÍ: la mascarilla no pierde validez en los establecimientos hosteleros de Asturias. La hay que poner al llegar, la hay que poner en la mesa, la hay que poner pa ir al servicio, la hay que poner cada vez que te levantes y, a poder ser, mientras estás en la mesa cuando no estés comiendo y bebiendo. En este punto, podéis agradecer todos los días a la Santina la suerte que tenéis de tar en Tapia o en Llanes y de que las cuencas mineras no sean un territorio de aluvión del turismo subgranu, porque como os diera por hacer el mongol con la mascarilla en algún chigre de la cuenca, además de la indiferencia y el ceñu fruncido del chigreru de turno, igual recibíais un mecagondios. Y sí, la mascarilla molesta, mucho. No hace falta que se lo digas al camarero que lleva, seguramente, varias horas con ella puesta y sin parar de sudar.
G) COSAS QUE SÍ: el disfrute. Estáis de vacaciones. Los camareros, los dueños de los bares, las cocineras, no. Ellas y ellos trabajan a destajo cada día de vuestras vacaciones para que no solo lo paséis bien, también para que llenéis vuestras panzas y cuando volváis a las grandes urbes tengáis que poneros a hacer gimnasia como locos. (De momento no hay un convenio hosteleros asturianos con gimnasios de Madrid, pero todo se andará). Trabajan muchísimo. Horas, horas y horas con la espada de Damocles de un putovirus rondando sus cuerpos y sus cajas registradoras. Así que, por favor, un poco de paciencia y comprensión, un mucho de relax y sí, podéis comer otro cachopo, madremia que viciu.