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Vintage impostado: ni autenticidad ni respeto por el medio ambiente

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Sociedad

Vintage impostado: ni autenticidad ni respeto por el medio ambiente

Comprar muebles nuevos como si fueran viejos, vintages. ¿Es una moda, responde a una "utopía restropectiva", a apegos emocionales?

Foto: PEXELS / Dmitry Zvolskiy
Elena Rosillo
29 agosto 2019 Una lectura de 4 minutos
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Artículo publicado en #LaMarea70: ‘La memoria de Europa’ (marzo de 2019). A la venta aquí

Álex se enamoró de aquella alacena a primera vista, en el Rastro. Sorprendidos, los encargados del puesto apenas se podían creer que aquel guiri con aspecto de loco fuera a llevarse ese viejo trasto. Tanto, que hasta le prestaron una carretilla y unas cuerdas para acercarla a su casa. Pocos años después, resultó que Álex tenía ojo para la decoración: ese armario, que bien podrían haber utilizado nuestros abuelos y abuelas, está de moda y ha vuelto a fabricarse. El falso vintage se ha desarrollado tanto que ahora no es difícil encontrar hidráulicos nuevos con un estudiado aspecto desgastado. Así como muebles que fingen encontrarse descoloridos o rasguñados.

La contradicción de estos tiempos ciclotímicos se manifiesta al corromper una moda (la vintage), cuyos pilares principales se basan en la autenticidad, el respeto por el medio ambiente y la nostalgia, con la moda de lo nuevo-vintage, que nos permite adquirir muebles que se fabrican en serie, nuevos (no entra el respeto por el medio ambiente) y una nostalgia construida de manera estudiada.Una tendencia que se une a otras como los vaqueros desgastados o los remakes. “Si el final del siglo XX estuvo marcado por las políticas de la memoria, el siglo XXI ha apostado decididamente por la recuperación de un pasado inmediatamente perdido”, explica Diego S. Garrocho, autor del ensayo Sobre la nostalgia (Alianza Editorial, 2019). “Lo vemos en una industria que casi groseramente alimenta nuestra conciencia de pérdida”, argumenta el escritor, profesor en el área de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid.

Una moda y una “conciencia de pérdida” que ha encandilado a la generación millennial; la juventud, quienes se encuentran construyendo en estos momentos los recuerdos en los que regodearse en el futuro, los más atraídos por esta añoranza. “Creo que ese es uno de los signos esenciales de nuestro tiempo: la apuesta por ejercer una utopía retrospectiva con usos estéticos o políticos”, comenta Garrocho. Sin embargo, para la influencer veinteañera María Bernad, conocida por su uso de esta tendencia en Instagram, se trata tan solo de  “la nostalgia de recuperar tendencias de la moda. A partir de ahí se han creado estéticas que han dado lugar a nuevas colecciones”, explica la instagramer.

Pinterest. @ MARÍA · DR. LIVINGHOME

A Nuria (Madrid, 29 años), la decisión de amueblar su hogar con algún que otro mueble de falso-vintage le vino dada “porque son más baratos y más fáciles de encontrar”. Estos combinaron con otros marcados por el apego emocional: “Sobre todo tengo cosas de mi abuela. Cuando murió, volví a su casa y arramplé con cosas que yo quería de ella. Sobre todo, quería aquella lámpara para mi habitación, porque es la que tenía ella en la suya”, recuerda. Para George (Sevilla, 39 años), se trata de una cuestión de sentimiento: “Necesito un lugar donde me guste estar, pues viajo mucho, así que la estética y la nostalgia forman parte de mi día a día. Y si ya te hablo de mi equipo de música Bang Olufsen de 1979, ni te cuento. Amor del real”, confiesa.

Mientras, La Bienquerida, artista que ha utilizado su cocina vintage como portada de un disco, coincide con Bernad a la hora de quitarle hierro a esta moda: “Mi cocina estaba así cuando me vine a esta casa, simplemente restauré ese frente amarillo de muebles de melanina”, cuenta. “En mi familia siempre han gustado mucho las antigüedades, y para mí lo normal y lo que he visto en la casa de mi madre y de mis tías es mezclar lo nuevo con lo antiguo”. Para Álex (Malta, 28 años), el guiri del principio, la razón de su atracción es una estética reconfortante: “Esas épocas de suaves líneas curvas, los colores de la era del flower power. Me gusta su simplicidad, la audacia de ese diseño. Sin elementos incrustados, minimalista, no como la complejidad intrínseca de mi cerebro”, comenta, irónico.

Pragmatismo edulcorado con una “utopía retrospectiva”. Un mundo de revista que nos rescata de la estresante rutina y permite viajar a tiempos donde el futuro aún era un lugar en el que poder soñar. En palabras de Garroche: “Nuestros abuelos vivían peor que nosotros pero sabían que sus hijos vivirían mejor que ellos. Eso es lo que ha cambiado. El ser humano es un animal capaz de prever y de orientar su acción en función de una expectativa de mejora. Si esa expectativa se trunca, es una tentación muy real redirigir esa aspiración hacia un pasado, de modo imperfecto y quizá inconsciente”. La alacena de tus abuelos esconde ahora una suerte de simulacro: “Muchas personas de nuestra generación han visto cómo la promesa implícita en el pacto social se ha visto truncada. A partir de ahí, se elabora una estrategia escapista: plena libertad sexual y Netflix son, por ejemplo, un buen cocktail. Mirar atrás, convertir nuestro pasado, incluso el ficticio, en nuestro único patrimonio ha comenzado a destacarse como una alternativa transitable”, sentencia Garrocho.  Tal vez, en el fondo, todo sea lo que parece: solo son muebles. En ese caso, tan solo tendremos que esperar a que los recuerdos dejen de estar de moda.

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Comentarios
  1. ArroyoClaro dice:
    03/09/2019 a las 13:37

    Comprar vaqueros más que desgastados, vaqueros rotos o hechos pedazos, a precio de nuevos o más caros todavía, ¿no es el colmo de la estupidez humana?.
    Una muestra del poder del capitalismo (y de la falta de criterio propio), como oí comentar en un miting a uno de los políticos más honestos que he conocido, Cayo Lara.
    En su juventud, cuando trabajaba en el campo y llegaba a casa con los pantalones rotos, su madre le metía una reprimenda; el mercado capitalista ha logrado con su cuidada, estudiada y persistente publicidad que rebaños de manipulados (y descerebrados digo yo) los compren rotos y en condiciones de echarlos en la basura antes que ponérselos.
    Mirar para atrás ni para coger impulso….

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