Corría enero de 2015. Podemos era un bebé de escasos meses al que todos acariciaban, al que todos le decían lo bonito que era. Tras las elecciones europeas de 2014 y el auge de la formación en las encuestas –el CIS llegó a situarle como primera fuerza en intención de voto a finales de ese año– se activaron, presuntamente, las conocidas como cloacas el Estado para desacreditar al partido de Pablo Iglesias. Un Pablo Iglesias que vivía dentro de una televisión de la que a veces salía para darse un baño de masas. Y en uno de esos actos, sintiéndose Cronos, agarró el tiempo y le metió el miedo en el cuerpo a PP y PSOE: “Tic-tac, tic-tac, tic-tac”. Al bipartidismo parecía que se le acababa el tiempo. La arena del reloj amenazaba con atragantarle las Navidades a aquellos que nunca habían sentido una amenaza real.
Ahora esa onomatopeya debe resonar en la cabeza de Pablo Iglesias día tras día. Tic-tac, tic-tac, tic-tac. Otra semana se acaba y la cuenta atrás es cada vez más corta: apenas 30 días para para que volvamos a ir a unas nuevas elecciones. Podemos –ahora Unidas Podemos– ya no es ese bebé al que todos querían coger en brazos. Ahora se mueve en un rango de edad indeterminado porque ha crecido mucho en poco tiempo. Si se suele decir que un año perruno equivale a unos 6 años humanos, ¿a cuánto equivaldrá un año en Podemos? Quizá a algo similar. Por eso, cada día que pasa es demasiado tiempo perdido para la formación morada, la cual sabe que unos nuevos comicios electorales podrían significar una catástrofe. Tic-tac.
Este miedo a un tiempo que ya no controlan les ha llevado a tomar la iniciativa en la negociación con el PSOE, quien se muestra más calmado ante una posible repetición de elecciones. Pedro Sánchez está tranquilo, tiene a Iván –El Terrible– Redondo susurrándole al oído que todo está controlado y que juntos volverán a ganar. Por ello, Unidas Podemos ha vuelto a presentar esta semana una nueva propuesta de 119 páginas con “cuatro alternativas” para poder poner en marcha un gobierno de coalición con el partido socialista. En todas ellas, UP ocuparía la vicepresidencia de Derechos Sociales e Igualdad y tres ministerios. Entre las propuestas programáticas se encontraba la subida del salario mínimo a 1.200 euros, la derogación de la reforma laboral que puso en marcha el PP o la creación de un impuesto a la banca.
El documento, bajo el título ‘Propuestas para retomar el diálogo’, fue enviado a los medios de comunicación a principios de esta semana sin necesidad de la intermediación de la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo. Y escasas horas después, el PSOE volvía a rechazar la propuesta. Otra semana perdida. Tic-tac. La misma semana en la que las derechas volvían a ponerse de acuerdo para investir a Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid, lo que supone que la rama dura del PP volverá a gobernar una de las regiones más importantes del país.
Las relaciones entre Unidas Podemos y el PSOE no son buenas. La portavoz adjunta de la formación morada, Ione Belarra, ha cargado contra Calvo instándole a que sea “tan dura” con el ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, como lo ha sido con el Open Arms, después de que la vicepresidenta dejase entrever que la ONG podría ser multada con hasta 900.000 euros por rescatar en el Mediterráneo sin licencia. “No tiene permiso para rescatar”, dijo en la Cadena SER. A raíz de esto, UP ha solicitado la comparecencia de Calvo. Una petición que también han rubricado Compromís y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mientras, Junts per Cat (JxCat) abre la puerta a replantearse su ‘no’ a Pedro Sánchez si este acepta “un espacio estable de diálogo bilateral”. Así lo ha expresado Jordi Sànchez en una entrevista de Europa Press desde la cárcel de Lledoners (Barcelona).
Pero lo cierto es que, cuatro meses después de las elecciones generales del 28 de abril, el PSOE solo ha recabado un apoyo, el del diputado del Partido Regionalista Cántabro (PRC). Ahora, a 30 días para que termine el plazo para formar gobierno, Pedro Sánchez necesita recabar más síes que noes si quiere evitar elecciones. Sin embargo, todavía no se ha decidido a dar un paso adelante y tomar la iniciativa. Pelota que le lanza Unidas Podemos a su tejado, pelota que el presidente en funciones despeja con una fuerte patada. Sin necesidad de regatear. Sin pensárselo mucho.
Mientras, el tiempo pasa para Pablo Iglesias, que tiene poca capacidad de maniobra. El tic-tac resuena cada vez más fuerte en su cabeza mientras se abre la posibilidad de que se abstengan para facilitar un gobierno del PSOE en solitario. Todo ello con tal de no volver a las urnas. Con tal de parar el reloj o, al menos, evitar que siga corriendo tan rápido como hasta ahora. Aunque lo cierto es que en su batalla contra el tiempo, ha vuelto a perder otra semana.