Tras la celebración, el pasado 26-M, de las elecciones al Europarlamento, España contará en Bruselas con 54 escaños. De esos, solo uno será verde: Ernest Urtasun, número 3 de la candidatura de Unidas Podemos Cambiar Europa, quien se integrará, a diferencia del resto de sus colegas, en el grupo Los Verdes/ALE, como ya hizo en 2014. Con esta nueva legislatura, asegura, la Unión Europea “se juega su futuro en recuperar el alma social y en responder a la emergencia climática”. Asimismo, celebra que no haya habido «una oleada extremista en el Parlamento Europeo» y que los electores vean en los verdes una opción «frente al bipartidismo».
¿Qué lectura hace de los resultados al Parlamento Europeo?
Hay varios titulares. El primero es que la gran coalición ya no suma, por lo tanto, hay una gran pérdida de apoyo a los partidos tradicionales en Europa. Luego, la extrema derecha está en unos niveles importantes, pero no hay una oleada extremista en el Parlamento Europeo. También tenemos algunas buenas noticias, como el crecimiento del grupo Los Verdes, que se sitúa como una clara alternativa al bipartidismo tradicional, y que en un Parlamento más fragmentado creo que va a poder jugar un papel importante. A primera vista, así es como queda el Parlamento Europeo, y ahora hay que ver qué dinámica institucional se desarrolla.
Frente a los buenos datos de Los Verdes, una extrema derecha que no cumple con sus previsiones. ¿Están llamados los partidos ecologistas a ser quienes frenen a la ultraderecha?
En muchos países está siendo así. Por ejemplo, Alternativa para Alemania ha sacado unos niveles de voto muy reducidos en gran parte porque la crisis de los partidos tradicionales se expresa con el crecimiento espectacular de Los Verdes. Esa está ocurriendo en más países. La clave de lo que está ocurriendo en Europa es que el sistema de partidos tradicional se está hundiendo. Y la gran pregunta es: ¿quién sustituye esta crisis de los partidos tradicionales? Hasta ahora, parecía que era la extrema derecha aquella que capitalizaría el hundimiento del bipartido, pero ahora vemos que no, que aparecen otros como los verdes, que son en estos momentos la reacción proeuropea, ecologista y social al hundimiento del bipartidismo, y eso es buena noticia porque entonces los electores no se van a la extrema derecha.
Más allá de una respuesta frente a partidos ultras, ¿a qué atribuye el éxito del grupo Los Verdes?
Son dinámicas políticas. En otros países son otros partidos, que no son verdes, los que se han articulado como alternativa al bipartidismo. En España, esa alternativa la ha articulado Podemos en los últimos años, o en Portugal Bloque de Izquierda, por ejemplo. Creo que en el crecimiento de los verdes hay varios elementos. Evidentemente, la centralidad de los temas ecologistas es muy claro. Las cuestiones vinculadas al cambio climático con la salida de los jóvenes a la calle; esta cuestión está cogiendo una centralidad brutal, eso le ha dado un empuje a los verdes como alternativa de una manera muy clara. También creo que hay una cierta reacción europeísta de muchos electores que son críticos con la Unión Europea pero que están a favor de proyecto de integración. De de otra manera, pero están a favor. Esa combinación de los elementos de la ecología más una apuesta clara por Europa creo que ha empujado mucho.
Al compartir Los Verdes grupo con Alianza Libre Europea estará con ERC y Oriol Junqueras. ¿Cómo ve su situación?
Ha sido elegido y, obviamente, será miembro de ALE. Otra cosa es qué ocurre con su situación de prisión preventiva, si el Supremo le va a permitir asistir a los plenos a o no. A mí, la verdad, me gustaría que sí, porque es una persona elegida y me gustaría que pudiera ejercer. Además, porque no comparto su situación de prisión provisional.
¿Cuáles serán sus prioridades en el Europarlamento en estos cinco años en materia climática?
El tema climático debe atacarse desde diversas perspectivas. Requiere de políticas muy transversales. Está la política más macro, de los objetivos de reducción de emisiones. Nosotros aquí lo que necesitamos es avanzar en una reducción de emisiones bastante más acelerada de la que tenemos. Eso significa que si queremos llegar a 2050 con una economía completamente descarbonizada el objetivo intermedio de 2030 no puede ser una reducción solo del 40%, tiene que ser del 55%. Esa va a ser una de las prioridades, y eso nos obliga a reabrir algunos marcos legales como la directiva de renovables y eficiencia; y vamos a necesitar también aumentar los ritmos de apuesta por las renovables y eficiencia, que ahora tenemos, aproximadamente, un 30 y poco por ciento de objetivo tanto en renovable y eficiencia, y en 2030 necesitamos ir por lo menos a un 45% en ambas directivas.
Pero más allá de eso, están otro tipo de políticas que inciden también en la lucha contra el cambio climático. Particularmente yo, que me ocupo mucho de temas de economía y finanzas, la descarbonización de las finanzas es una prioridad. Significa, primero, poner en marcha el llamado reglamento de taxonomía, que es la regulación de las finanzas verdes, de cómo va a favorecernos que la actividad financiera deje de financiar el carbón y energías fósiles, y pase a financiar otro tipo de actividades. Luego, también, que incluso en las directivas que se llaman de requerimiento de capital y que regulan las posiciones financieras de la banca, pues que también se penalice determinadas actividades contrarias al clima.
¿Qué propuesta le hubiese gustado materializar en la anterior legislatura?
La medida del 55% en 2030. No logramos tener un objetivo más ambicioso de reducción de emisiones y nos gustaría tenerlo. Y otra que es más concreta de mi ámbito de trabajo. En los programas de expansión cuantitativa del Banco Central Europeo, el banco ha estado comprando bonos de empresas privadas de una manera muy importante. En los últimos años ha ido financiando actividades relacionadas con el carbón, y hemos pedido reiteradamente al BCE que en ese programa se dejaran de comprar bonos de empresas que en estos momentos tienen actividad con el carbón. No lo hemos logrado, pero esperamos que en esta legislatura el banco nos haga más caso.
¿Cómo valora la figura de Miguel Arias Cañete al frente de la comisión de Medio Ambiente estos últimos cinco años?
Muy pasiva y muy tímida. En algunos casos, incluso contraria a la lucha contra el cambio climático. Por ponerte un ejemplo muy concreto, no se ha defendido el proyecto gasístico del MidCat, el cual nosotros hemos estado combatiendo y que agrede muchísimo al territorio y va en contra de la producción de energías renovables porque al final es una infraestructura para una energía fósil. Luego, en los objetivos macro de cambio climático ha sido poco ambicioso como comisario. Eso hace que ahora mismo tengamos unos objetivos de reducción de emisiones que están por debajo de los necesarios. Por lo tanto, se lo ha creído poco la verdad.
Se habla mucho siempre de la importancia del lenguaje. ¿Es necesario, tal vez, crear la Comisión de Emergencia Climática?
Sí, totalmente. A mí me gusta que se hable de emergencia climática antes que de cambio climático. Me parece una buena manera de avanzar en estas cuestiones. También tengo que decir que no es suficiente con hacer declaraciones de emergencia climática por parte de algunas administraciones. Lo digo porque hemos celebrado mucho que algunos países la declararan, que está muy bien, pero que si eso luego no se concreta con políticas de lucha contra el cambio climático específicas no sirve de nada declarar la emergencia climática. Lo comento por lo que ha hecho, por ejemplo, la Generalitat, que ha declarado la emergencia de cambio climático, pero tenemos una Ley de Cambio Climático no desarrollada, no hemos hecho un parque eólico nuevo en Cataluña desde 2013 y está todo parado. Por lo cual, declarar la emergencia climática sí, pero si se acompaña de medidas concretas. Si es simplemente una declaración retórica no sirve para nada.
A pesar de sus reticencias, ¿debería la UE declarar el estado de emergencia climática?
A mí me gustaría que lo hiciera, pero que fuera acompañado con medidas. Es decir, si declaramos la emergencia climática y esa declaración significa que aumentamos el nivel de ambición de reducción de emisiones de aquí a 2030 y reabrimos los textos de renovables y eficiencia energética para ir mucho más allá, y hacemos una reforma de las finanzas verdes… Si eso, insisto, va acompañado de un gran programa climático yo creo que vale la pena. Lo que no toleraremos es que la Comisión declare la emergencia climática a escala europea y luego todo siga igual.
¿Somos un país poco ‘verde’?
Más que poco verdes, con poca cultura ecologista, aunque esto afortunadamente ha mejorado. Las manifestaciones por el clima han llegado a España de una manera muy importante. Poco a poco, la conciencia ecológica se va desarrollando también en nuestro país y eso es de celebrar. Creo que los elementos verdes están cada vez más presentes en la cultura política española y eso es positivo.
Más allá de Equo, que en los últimos comicios ha concurrido con Unidas Podemos, ¿por qué no existe en España, a nivel estatal, un partido verde como en el resto de Europa?
Creo que no es necesario, en el sentido de que Unidas Podemos ha asumido perfectamente el programa ecologista. Es decir, los partidos verdes en Europa han emergido fundamentalmente porque los partidos tradicionales no luchaban o no se tomaban en serio esta cuestión. Afortunadamente, tenemos en España a Unidas Podemos con Equo dentro, que sí se toman en serio esta cuestión de una manera muy importante y, por lo tanto, eso ha hecho que un proyecto verde autónonomo, hasta ahora, no haya sido necesario. Los ecologistas trabajamos en el marco de Unidas Podemos, y nuestras ideas están plenamente incorporadas ahí.
¿Qué le parece la idea, si Gobierna el PSOE en solitario, de que Teresa Ribera siguiera al frente de la cartera de Transición Ecológica?
Creo que es muy pronto ahora para decir qué ministerios se van a dar o qué cargos va a haber. Ahora estamos en plenas negociaciones para un gobierno de coalición, vamos a ver cómo terminan.
¿Qué reto tiene la ecología política en esta próxima legislatura, tanto a nivel europeo como estatal y municipal?
El reto más importante que tenemos es tomarnos más en serio el tema del cambio climático. Ser más ambiciosos con la reducción de emisiones. Necesitamos unos planes nacionales de clima mucho más ambiciosos. Por ejemplo, el español se queda claramente corto. Necesitamos volver a apostar por las renovables, que en España es una cosa que la crisis se llevó por delante. Esta legislatura debe ser una gran legislatura donde el tema climático tenga una gran centralidad. Nosotros, desde luego, lo vamos a pedir y lo estamos pidiendo en las negociaciones que vamos a hacer con el PSOE estos días.
La juventud ha sido, junto a los votantes primerizos, quienes han aupado a los verdes a nivel europeo, reflejo de esas grandes huelgas climáticas de todo el mundo. El gran reto ahora está en poder atraer a gente más mayor, ¿cómo lograrlo?
Creo que la cuestión ecológica es cada vez más transversal desde un punto de vista generacional, no creo que sea solo gente joven. Es verdad que los jóvenes han salido a la calle y que la juventud desarrolla cambios culturales que son muy, muy importantes en muchos ámbitos, y ahora el tema climático han sido ellos los que lo han puesto encima de la mesa. Pero creo que la conciencia ecológica avanza a buen ritmo en capas muy distintas de la sociedad. Yo he visto en esta campaña electoral gente de todas las edades preocupada por esta cuestión.
¿Qué papel debe jugar Los Verdes en esta nueva legislatura?
Vamos a ser más influyentes, está claro. Nuestra obsesión es el contenido de las políticas, no vamos a entrar en una negociación de cargos ni de cosas de este estilo, que eso forma parte de la dinámica de los partidos tradicionales. Nosotros vamos a ir ahora a intentar condicionar el programa de trabajo de la Comisión, que es lo que más nos interesa. Desde ese punto de vista, ahora cuando empiecen las negociaciones sobre el próximo programa, vamos a poner de una manera muy importante las cuestiones ecologistas; climáticas, pero también sociales. La UE se juega su futuro en recuperar el alma social y en responder a la emergencia climática, y eso es en lo que vamos a centrarnos.
Hace unas semanas se publicó un informe del IPBES que cifra en un millón el número de especies animales y vegetales en peligro de extinción. En otras palabras, el capitalismo está acabando con la vida. ¿Cómo revertir este hecho?
Evidentemente, la pérdida de biodiversidad es un hecho en todos los ámbitos. Las especies se van reduciendo a toda velocidad, y eso tiene que ver también con el uso de los pesticidas, que en muchos casos en el campo está matando la vida. Nosotros hemos tenido una batalla muy importante contra el glifosato a lo largo de este mandato, que es uno de los pesticidas más agresivos con el medio natural. Por lo tanto, recuperar medidas fuertes de biodiversidad también deben ser una prioridad.
¿Qué es lo que más le preocupa de la emergencia climática?
Son muchas cosas, pero si pudiésemos decir una, creo que hay que ser consciente de que España es un país extremadamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Somos un país con mucha costa, en el que su economía depende en gran medida del turismo; somos un país con un sector agrícola muy importante. Ambos pueden quedar muy tocados si la temperatura se descontrola. España debe ser consciente de que la emergencia climática es también una cuestión esencial para el futuro de la sociedad y la economía, ya que somos unos de los países más expuestos. Entre todos debemos adoptar más políticas de lucha contra el cambio climático.