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El ‘nuevo andalucismo’: de un bonito titular a un movimiento emergente

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El ‘nuevo andalucismo’: de un bonito titular a un movimiento emergente

"Influido en cierta manera por el procès catalán, se está construyendo una nueva definición de lo andaluz a partir de lugares comunes", escribe Miguel Ángel Lerma.

Monumento a Blas Infante
Tus artículos
24 agosto 2018 Una lectura de 4 minutos
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MIGUEL GARCÍA LERMA // Mucho se está hablando del denominado “nuevo andalucismo” como una renovación del espacio político dentro del solar andaluz. No es una impresión superficial, sino que viene respaldada por la aparición de colectivos de carácter cultural y político desde diversas perspectivas, así como artículos en prensa, que han ido introduciendo elementos de debate en torno al movimiento de reivindicación de lo andaluz. El debate no ha estado exento de polémica, como la desatada con Rosalía o con la serie de la Peste, pero está evidenciando la aparición de una sensibilidad con respecto a “lo andaluz” relativamente amplia y con presencia en diversos ámbitos No en vano son varios los factores que han influido en esta “eclosión desde el Sur”, destacando la desaparición del Partido Andalucista, las discusiones sobre apropiación cultural y el estatus de las hablas andaluzas, la celebración del 40 aniversario de las manifestaciones del 4 de Diciembre de 1977 o la propia crítica a cómo el PSOE se ha adueñado del patrimonio de la Autonomía Andaluza.

La conjunción de estos elementos y algunos más, han propiciado un caldo de cultivo para la aparición de estos nuevos colectivos que durante los últimos años están configurando un nuevo horizonte de referentes culturales para los movimientos políticos andaluces, mezclando “tradición” con innovación, combatividad con nuevos enfoques culturales. Paralelamente a organizaciones de solera como el Sindicato Andaluz de Trabajadores, y su práctica sindical, que conecta con el movimiento jornalero de la Transición, han aparecido toda una “nueva ola” de “andalucismos” que beben de las experiencias históricas la izquierda andaluza. El denominado “nuevo andalucismo” ha irrumpido con una fuerza que ha sorprendido incluso a  algunos de sus propios promotores, Desde el amplísimo movimiento de humor andaluz, nacido en las redes y con un impacto notable a través de plataformas como Facebook o Twitter, pasando por colectivos de defensa de las hablas andaluzas como Er Prinçipito Andalûh (sin relación con el libro de Juan Porras, pero inspirado en su polémica traducción), hasta las diversas candidaturas que quieren disputar espacio al “susanismo” en las próximas elecciones autonómicas (la coalición Adelante Andalucía, Andalucia por Sí, etc.)

Todo este maremágnum de colectivos está constituyendo una base que, tras la caída de la principal organización del andalucismo histórico, el Partido Andalucista (PA), ha visto un espacio de reconfiguración del movimiento desde nuevos presupuestos. Desde el “federalismo de base” que apela al sujeto andaluz como un pueblo no reconocido dentro de los “pueblos hispanos”, hasta el independentismo, influido en cierta manera por el procès catalán, se está construyendo una nueva definición de lo andaluz a partir de lugares comunes, como la dignificación y visualización de las hablas andaluzas o la lucha contra el sambenito de “vagos y graciosos” que sigue siendo tónica general en los medios de comunicación y en la producción cultural española. 

Pero quizás el principal riesgo de este nuevo movimiento en construcción sea la atomización y el desarrollo fragmentado de esta corriente de pensamiento. Si bien los nuevos colectivos aumentan su presencia en redes y en los discursos políticos, no existe un foro unitario de discusión que permita dar una coherencia a todas estas iniciativas, estableciendo las líneas mínimas de actuación, pero manteniendo la autonomía de cada proyecto. Aún desde nuestra perspectiva, no se puede hablar con propiedad de un “nuevo andalucismo” sino de una nueva ola de “andalucismos”, que aún tienen camino por hacer para lograr constituir un movimiento en sí. 

Sería interesante “no empezar la casa por el tejado”, es decir, no comenzar a ponerle nombre al niño hasta que haya nacido. Es necesario configurar ese lugar de encuentro común que, aunque ya se está produciendo en los discursos, no se está construyendo en lo orgánico. Un foro de discusión que permita el desarrollo de una línea común, consensuada bajo unos elementos mínimos, pero que sea capaz de respetar los diversos enfoques en su seno. Un proceso de convergencia que vaya más allá de la unión de siglas y de grupos, y que inspirado en otras experiencias, pueda transcender a éstas, para aportar a “Andalucía por si, por los pueblos y la Humanidad”, recogiendo la perspectiva progresista y de izquierda que caracterizó al andalucismo de los años setenta. 

Queda camino por recorrer. Los debates para la creación de un movimiento amplio y plural, que opte por romper la hegemonía de un PSOE que ha demostrado su cara más amarga en el Sur, tienen que partir más que de alocuciones en prensa, de la discusión de tú a tú entre estos colectivos, conectando con las luchas y preocupaciones de los y las andaluzas. Es necesario dejar de teorizar sobre este “nuevo andalucismo” y articularlo efectivamente como un movimiento más allá de partidismos, que en el Sur conocemos bien y sabemos que son malsanos para un movimiento de estas características. De dejar de buscar o crear “marcas personales” y articular un movimiento colectivo que deje atrás egos.. Es necesario porque Andalucía pide a gritos romper con el clientelismo y la corrupción que la gestión autonómica de un PSOE cada vez más altivo, como es el de Susana Díaz. Y sólo un andalucismo progresista, plural y amplio puede romper la hegemonía del “folklorismo” andaluz del PSOE-A, que ha convertido el Sur en su cortijo. 

 

*Miguel García Lerma (Úbeda 1990) es Licenciado en Historia por la Universidad de Granada, Doctorando en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco, y asociado al movimiento de humor andaluz que ha surgido en redes sociales.

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Comentarios
  1. ArroyoClaro dice:
    28/08/2018 a las 21:54

    Preciso sería también que Andalucía fuera dejando atrás, aunque fuera poco a poco, ese fanatismo religioso, que muestra en semana santa y en sus procesiones marianas.
    Si Jesús mismo lo decía: buscadme en el silencio de vuestro corazón y en la paz de vuestra conciencia, ese es mi templo.
    Inmatriculaciones de la Iglesia: ¿cómo recuperar nuestro patrimonio cultural?
    POR: ANTONIO MANUEL RODRÍGUEZ, profesor de Derecho Civil de la Universidad de Córdoba.
    https://laicismo.org/inmatriculaciones-de-la-iglesia-como-recuperar-nuestro-patrimonio-cultural/

    Responder
  2. Gorgias dice:
    26/08/2018 a las 11:08

    No entiendo muy bien el objetivo de este artículo.
    Una idea, quizá la única, atraviesa todo el artículo: ninguna de las opciones que ponen a Andalucía como centro de su acción política representa un andalucismo válido. «Influido en cierta manera por el procès catalán, se está construyendo una nueva definición de lo andaluz a partir de lugares comunes». Ahí se incluyen todas las formaciones, poniendo al mismo nivel una iniciativa respaldada por un importante número de parlamentarios andaluces y otras, dignas de todo respeto, por supuesto, pero que no representan a nadie más que a sus propios militantes.
    No es cosa de presentar en un comentario el programa político de alguna de estas iniciativas; pero el interés por Andalucía de alguna de las citadas por el autor, no se centra en unos cuantos lugares comunes, sino en problemas reales, algunos enquistados desde hace mucho tiempo, en esta comunidad: en la economía, en el campo, en la necesidad de crear un tejido productivo propio del siglo XXI y adaptado a las características de Andalucía… Y, además -por qué no- nuestras hablas, nuestra cultura, el rechazo a esos prejuicios sobre los andaluces…

    Responder

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