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Centros para clasificar migrantes, nueva propuesta del Consejo Europeo

"Se endurecen las medidas de control hacia las entradas “irregulares” mientras se establecen cuotas de entrada para población procedente de determinados contextos en conflicto", reflexiona la autora.

Comentarios
  1. Pueden formar grupos como éstos: fenicios, vándalos, árabes, suevos, etc. etc. Vaya, nuestros antepasados

  2. Volveré cuando los sapos bailen flamenco.
    Magda Galardiel (Exiliada Laboral: del 15 M… a Bratislava)
    Hace casi seis años acabé la carrera y, ante una perspectiva laboral desoladora en España, acepté una beca en Bratislava (Eslovaquia). En aquel momento no tenía ni idea ni del país ni del idioma, sólo sabía que era una oportunidad para subsistir (al menos) un par de meses, para evitar el desempleo y no esperar de brazos cruzados la mejora económica que me permitiera encontrar un trabajo estable «de lo mío» en mi país.

    No fue fácil adaptarse a una ciudad extraña, con un idioma indescifrable y tan distinto al mío. Aún así, pienso que para los jóvenes de hoy es más fácil que para los adultos de entonces. Internet nos mantiene conectados y la nostalgia es más llevadera; al fin y al cabo, la mayoría seguimos en Europa y podemos permitirnos una visita a casa al menos una vez al año.
    Por mi experiencia, la mayoría de españoles en el extranjero no tienen la mentalidad de ahorrar todo lo posible para enviar dinero. En cambio, intentamos vivir en el país de acogida como viviríamos si estuviéramos en casa: buscamos amigos, salimos a tomar cervezas o a cenar, viajamos, conocemos nuevas costumbres…
    Eso provoca que llegue un momento donde tu corazón está dividido; cuando vuelves a casa te sientes extraño, como un “guiri” de vacaciones; cuando vuelves al país de acogida echas de menos muchísimas cosas…
    Y aquí es cuando te das cuenta de que tienes que tomar una decisión, y decidir si tu estancia necesita llegar a su fin, o si has decidido quedarte “para siempre” (o a más largo plazo). Yo he vivido varias estampidas de gente que vuelve a casa aunque no tengan trabajo allí; y cuando uno se va, los cimientos de todos los demás se mueven, y muchas veces el corazón pesa más que la razón. La nostalgia se impone.
    En mi caso, sé que jamás podré tener en España lo que tengo aquí: trabajo fijo en algo que me gusta y relacionado con mis estudios, un buen sueldo y un horario que me permite salir a las 4 o las 5 de la tarde, un pequeño apartamento para mí sola cerca del centro….
    No fue fácil conseguirlo: tras la primera beca, estuve unos meses trabajando “en negro” hasta que conseguí otra beca, y luego tuve que darme de alta de autónomo. El sueldo era bajo, casi no llegaba a final de mes y estaba siempre preocupada (sobre todo con las becas) por temas administrativos (seguridad social, residencia oficial…). Cuando la situación se volvió insoportable decidí buscar trabajo y tras varias entrevistas, lo encontré. ¿Lo más irónico? La empresa que me tuvo en ese estado precario era española.
    ¿Volveré algún día? Tal vez, cuando las condiciones laborales en España igualen las eslovacas, o cuando los sapos bailen flamenco, que tal vez pase antes.
    https://afinidadesanticapitalistas.blogspot.com/2018/06/volvere-cuando-los-sapos-bailen.html

    • Unos vienen buscando mejorar sus vidas,
      otras se van por el mismo motivo;
      inmigrantes y emigrantes víctimas del gran depredador capitalista.
      ¿Y si cada cual en su lugar le plantáramos cara y lucháramos inmigrantes y emigrantes contra este enemigo común por un mundo más justo?
      HIJOS DEL PUEBLO, toca ser valientes, pase lo que pase, de cobardes no hay nada escrito.
      https://www.youtube.com/watch?v=w_Twgu63nAQ
      Himno anarquista:
      Hijo del pueblo, te oprimen cadenas
      y esa injusticia no puede seguir,
      si tu existencia es un mundo de penas
      antes que esclavo prefiero morir.
      Esos burgueses, asaz egoístas,
      que así desprecian la Humanidad,
      serán barridos por los anarquistas
      al fuerte grito de libertad.

      Rojo pendón, no más sufrir,
      la explotación ha de sucumbir.
      Levántate, pueblo leal,
      al grito de revolución social.
      Vindicación no hay que pedir;
      sólo la unión la podrá exigir.
      Nuestro paves no romperás.
      Torpe burgués.
      ¡Atrás! ¡Atrás!

      Los corazones obreros que laten
      por nuestra causa, felices serán.
      si entusiasmados y unidos combaten,
      de la victoria, la palma obtendrán.
      Los proletarios a la burguesía
      han de tratarla con altivez,
      y combartirla también a porfía
      por su malvada estupidez.

      Rojo pendón, no más sufrir,
      la explotación ha de sucumbir.
      Levántate, pueblo leal,
      al grito de revolución social.
      Vindicación no hay que pedir;
      sólo la unión la podrá exigir.
      Nuestro paves no romperás.
      Torpe burgués.
      ¡Atrás! ¡Atrás!

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