Un informe que no satisface
La comisión de expertos (que no expertas) sobre transición energética y cambio climático entregó el martes su informe final al ministro de Energía, Álvaro Nadal. Nombrada por el Gobierno, la oposición, sindicatos mayoritarios y patronal, el grupo no consiguió aprobar el informe con un consenso total, ya que los vocales propuestos por Podemos, ERC y CCOO se abstuvieron.
El informe propone la reforma fiscal como elemento central de las políticas energéticas para la próxima década, que incluye, entre otras medidas, un aumento significativo de los impuestos a los combustibles y la fijación de un mínimo en la tasa de emisión de CO2.
La comisión no se ha mostrado optimista en cuanto al cumplimiento de los compromisos de implantación de renovables para 2030. Así, el informe considera “complicado” alcanzar el 27%, cifra que corresponde a la postura más conservadora (mantenida por la Comisión Europea) en las negociaciones para fijar los objetivos europeos. Organizaciones ecologistas y asociaciones empresariales relacionadas con las renovables han criticado duramente el informe y han señalado su escasa ambición. Otros puntos de fricción han sido el papel central que jugaría la energía nuclear y la ambigüedad del documento en cuanto al impuesto al sol y las interconexiones. Aquí podéis leer un resumen de los puntos que más polémica han suscitado.
Shell contra su pasado y su futuro
Más allá de los Pirineos, la noticia de la semana ha sido la denuncia que Milieudefensie, la filial holandesa de Amigos de la Tierra, anunció el miércoles contra la petrolera Shell por su falta de acción contra el cambio climático. El grupo ecologista ha invitado a toda la ciudadanía del país a unirse a la acusación. La novedad de esta operación reside en que la ONG ha dado ocho semanas de plazo a la multinacional para que cumpla una serie de condiciones, lo cual evitaría la presentación de la denuncia.
El director de Milieudefensie, Donald Pols, argumentó en una nota de prensa que Shell debe “cumplir su parte” para alcanzar los objetivos fijados en el Acuerdo de París: “Las infraestructuras de gas y petróleo normalmente duran varias décadas. Si la compañía no las recorta ahora, vamos a estar encadenados al petróleo y el gas más allá de 2050, y no cumpliremos los objetivos climáticos”.
El diario británico The Guardian calificó la pugna como una lucha “entre David y Goliat”, por la diferencia de recursos que hay entre Amigos de la Tierra y Shell. Sin embargo, el rotativo recordó que los tribunales holandeses ya han dado la razón a grupos activistas en casos similares en el pasado, como ocurrió con la icónica pugna entre la ONG Urgenda y el gobierno del país.
Además, el mismo día 4, el portal independiente holandés De Correspondent publicó una serie de documentos internos de Shell que demostrarían que la petrolera, como Exxon, era consciente de la gravedad del cambio climático desde, al menos, 1981.
Vertidos en Doñana, Indonesia y Colombia
Los dos grandes titulares de la semana (además del máster de Cifuentes y la liberación de Puigdemont) han relegado al olvido a otras noticias importantes de la semana, relacionadas con otra de las consecuencias nocivas de la industria de los combustibles fósiles: el riesgo de fuga.
Algo que hubiese sido un verdadero escándalo en otro momento ha pasado de puntillas por los medios nacionales: el martes se produjo una fuga de crudo en la refinería de La Rábida (Huelva), que alcanzó el jueves las playas del Parque Nacional de Doñana. El escape no fue demasiado grande (unos 50 litros), pero ha puesto de manifiesto fallos en la comunicación, ya que no se conoció el suceso hasta 24 horas después de haberse producido. El consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Fiscal, ha criticado al Ministerio de Fomento por la falta de información. La subdelegada del Gobierno en Huelva ha definido esas críticas como “improcedentes”. La organización ecologista WWF ha subrayado que este derrame pone de manifiesto “la fragilidad de la costa de Huelva”.
Menos suerte han tenido en Colombia, donde un derrame de crudo ha contaminado un río en el Estado de Santander y ha matado a unos 2.500 animales. Habitantes de la zona han denunciado que ello supone la destrucción de sus economías locales al acabar con los recursos ganaderos y pesqueros. Otros han tenido que ser atendidos al presentar síntomas de intoxicación.
Y mientras tanto, Indonesia ha declarado el estado de emergencia tras constatar que el gigantesco vertido producido en la isla de Borneo sigue expandiéndose, y ya alcanza una extensión de unos 18 kilómetros cuadrados. La mancha ha ardido y las llamas han alcanzado alturas de hasta dos kilómetros, según declaraciones de fuentes oficiales a la revista estadounidense Time. No se conoce todavía la causa del derrame, que se ha producido frente a una refinería de la compañía Pertamina.
Y para poner la guinda al pastel, este viernes ha trascendido que BP argumentó en un análisis de 2016 que un derrame de petróleo en la Gran Bahía Australiana (que la compañía británica pretendía perforar) sería beneficioso para las poblaciones costeras, y que sería “socialmente aceptable”. Vivir para ver.
Que no pare la fiesta
A pesar de la retórica del fin de los combustibles fósiles, las empresas y los gobiernos no dejan de invertir en su exploración. Esta semana Bahrein ha anunciado el descubrimiento de un gigantesco campo de petróleo, con reservas de alrededor 80.000 millones de barriles y entre 280.000 y 560.000 metros cúbicos de gas. El descubrimiento es de primer orden, y podría situar a Bahrein entre las primeras potencias mundiales en exportación de petróleo.
Sorprende que se siga explorando y extrayendo petróleo para su utilización como combustible, ya que Bahrein (como todos los demás países del mundo menos Estados Unidos) se ha comprometido a mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC con respecto a niveles preindustriales, un objetivo del todo inalcanzable si no se eliminan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Más deshielo, por arriba y por abajo
Siguen llegando noticias preocupantes de los polos. Esta semana, tanto desde el Norte como desde el Sur. Por una parte, un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters, ha confirmado que el hielo de Groenlandia se está derritiendo al ritmo más rápido de, al menos, los últimos 450 años. Si no se detiene este proceso, las consecuencias en todo el mundo serán devastadoras.
Y mientras tanto, en la Antártida, nuevos datos de satélite han permitido saber que se están produciendo “cambios extremos” en ocho de los mayores glaciares del continente helado. El estudio, publicado el martes en Nature Geoscience, afirma que el deshielo se está produciendo por debajo de los glaciares, al entrar masas de agua de mar más calientes de lo normal. Esto hace que los glaciares se deslicen más rápido, lo que aumenta el nivel del mar. Según declaraciones de los investigadores a The Guardian, estos nuevos datos desmienten definitivamente la teoría de que partes de la Antártida están avanzando: “Estos cambios significan que, muy pronto, la contribución de la Antártida al aumento del nivel del mar será más importante que la de Groenlandia.
