Mariana Mortagua, economista y diputada del Bloco de Esquerda portugués, es una de las caras más populares de la política lusa. Su partido forma parte del pacto progresista que ha conseguido arrebatar el poder al conservador Pedro Passos Coelho. Ahora que el Gobierno liderado por el socialista Antonio Costa cumple un año, Mortagua valora la situación en su país y en la Unión Europea y el crecimiento de la extrema derecha en el continente.
¿Cómo valoras el primer año del Partido Socialista en el Gobierno?
La nueva mayoría parlamentaria ha conseguido implementar algunas medidas muy importantes, sobre todo si lo comparas con el Gobierno de Passos Coelho, que fue un periodo de destrucción, de ataques a la Constitución y a los derechos. Hemos obtenido algunas victorias, devolviendo algo de poder adquisitivo a la gente y retirando algunas de las medidas de austeridad, aprobando leyes progresistas, como evitar los desahucios por impago de impuestos. Hemos actuado sobre aspectos clave de nuestra vida social y los derechos de los trabajadores.
Pero aún hay algunos problemas. Uno de ellos es la falta de inversión, que provoca una falta de crecimiento y, debido a eso, la tasa de desempleo estructural. Para enfrentarnos a este problema de inversión y crecimiento no podemos seguir pagando la deuda según está estructurada. Portugal paga 8.000 millones de euros en intereses de la deuda. Es aproximadamente lo mismo que nos cuesta mantener nuestro sistema de salud público nacional. La deuda pública es uno de los aspectos más importantes de nuestra vida política, y va a ser la principal batalla que el Gobierno portugués va a tener que luchar en los próximos dos años.
España podría haber tenido un modelo de gobierno similar tras las elecciones de diciembre de 2015. De hecho, Pedro Sánchez visitó a Antonio Costa en Portugal pocos días después del voto. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo. ¿Qué diferencia hay entre España y Portugal?
No conozco la realidad española tanto como la portuguesa, pero, en cualquier caso, en Portugal ha sido un logro histórico. Nunca antes había sido posible un pacto de este tipo. Una de las razones es que los cuatro partidos [el PS, el Bloco de Esquerda, el PCP y los verdes] eran necesarios para que funcionase, lo que creó una especie de movimiento que hizo que todos nos viéramos en cierto modo obligados a trabajar juntos. Había una gran presión popular para acabar con el gobierno de derechas.
Al mismo tiempo, Portugal carece de ciertas particularidades de la política española, como movimientos independentistas, lo que hace que la realidad política sea muy diferente.
Jorge Cordeiro, del Partido Comunista, dijo que el Gobierno portugués no es de izquierdas. ¿Estás de acuerdo?
Sí, estoy de acuerdo a grandes rasgos. El Gobierno tiene algunas vertientes progresistas, y un discurso más de izquierdas que el anterior. En este sentido, es una ruptura con las políticas neoliberales y de austeridad. Pero no es un Gobierno de izquierdas. Cualquier gobierno de izquierdas debe estar en contra del pacto fiscal, en contra de las instituciones europeas actuales y a favor de la restructuración de la deuda. El Gobierno portugués rechaza estos tres pilares fundamentales, así que aún le falta para ser de izquierdas.
Estamos viendo, en todo el mundo, un crecimiento acelerado de la extrema derecha. En Europa se está viendo como un fenómeno casi imparable. ¿Por qué en Portugal, como en España, no hay un partido fuerte de extrema derecha?
En Portugal hay dos aspectos que pueden explicar la ausencia de extrema derecha. Primero, la existencia de un partido de centro-derecha moderado [CDS], que absorbe a muchos de los potenciales votantes de extrema derecha. Ocupan ese espacio político, pero como partido rechazan el racismo, al menos formalmente. Pero la razón principal es que la izquierda es fuerte. El Partido Comunista sigue siendo fuerte y el Bloco de Esquerda también. Tenemos dos partidos de izquierdas con una posición política crítica con el proceso de integración europea y los procesos de globalización. Son partidos que tienen contacto con los movimientos sindicales y la clase obrera. Hemos dado a la gente un proyecto mejor que los movimientos racistas y populistas de la extrema derecha.
¿Cuál es la causa principal del crecimiento de la extrema derecha, incluso en países con tradición progresista, como Dinamarca o Austria?
La causa principal, creo, es que la gente está decepcionada con el sistema neoliberal. El neoliberalismo no ha cumplido sus promesas. Los salarios son bajos, hay paro y precariedad en todas partes. Se ha visto cómo en los últimos diez años el sistema financiero ha sido apoyado y ayudado a costa de imponer medidas de austeridad y recorte de libertades. La gente no cree ya que este sistema les represente. La democracia es prisionera de los sistemas financieros.
La extrema derecha ha sido capaz de dar una respuesta a este descontento, que es legítimo. Con esa respuesta viene el racismo, pero lo que tenemos en el fondo es gente que no está contenta con el régimen político y económico. Gente que necesita respuestas, y como los otros movimientos políticos aún están concentrados en proteger el régimen neoliberal, la respuesta más clara la está dando la extrema derecha. Por desgracia.
Además del racismo y la xenofobia, los movimientos de la extrema derecha en Europa tienen en común su euroescepticismo. ¿Cuál es la papel de la Unión Europea en el crecimiento de esos movimientos?
La Unión Europea ha ayudado y es en parte responsable del crecimiento de la extrema derecha. Es uno de los mayores impedimentos para que los estados satisfagan las expectativas legítimas de la gente. La Unión Europea es la cara del neoliberalismo. Se dijo a la gente, especialmente en los países del sur y los periféricos, que entrar en la Unión Europea sería un paso hacia países más ricos, que su vida mejoraría, pero la Unión no cumplió sus promesas, y además acaparó algunas partes esenciales de la democracia y la soberanía nacional.
Ahora la gente ve a la Unión Europea como una fuerza externa que impone políticas negativas en sus países, y como una de las causas del mal funcionamiento de sus economías. Y tienen razón, es responsable del mal funcionamiento de algunas economías, como la portuguesa, la italiana o la española. Y la derecha, de nuevo, usa estos problemas que la gente reconoce para crecer. Por eso es tan importante que la izquierda proponga una alternativa a ese discurso.
¿Qué alternativa puede ofrecer la izquierda para recuperar el terreno perdido?
Tiene que proponer una alternativa que la gente entienda y que sea creíble. La gente tiene que entender que la alternativa de la izquierda se basa en recuperar la democracia y la soberanía, y en enfrentarse a los poderes financieros. Y que es posible hacer esto sin discriminación, sin racismo y sin culpar a los inmigrantes. Al final, vamos a depender de la credibilidad de nuestra alternativa al compararla con el neoliberalismo.
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