Parados se encierran en una parroquia de Badajoz para combatir la pobreza

BADAJOZ // Pan, trabajo y techo. Éstas son las tres reclamaciones básicas que un grupo de parados ha enarbolado en su ocupación de una parroquia en Badajoz. En un primer momento, se instalaron en la catedral pero el arzobispado les expulsó, y tuvieron que buscar otro lugar, arropados, eso sí, por decenas de personas. Los participantes en esta acción están al borde de la exclusión social y denuncian que el presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago, no está cumpliendo con su promesa de otorgar una renta básica a cerca de 7.000 personas.

En una de las salas de la parroquia se almacenan alimentos que el grupo está recogiendo tanto de servicios sociales como de ciudadanos que se acercan a hacer aportaciones. En la entrada se almacenan los colchones donde, cada noche y hasta el 4 de enero, duermen unas diez personas. «No se queda más gente porque nos han dejado un espacio muy pequeño», explica Antonio, uno de los participantes. «Encerrarnos aquí es una manera de protestar para que el Gobierno dé prestaciones sociales a gente que está en la exclusión o a punto de estarlo», continúa.

Mientras, denuncian que el Ejecutivo de Monago «derrocha» el dinero público que tan útil le sería a estas personas, como es el caso del concierto que dará Woody Allen este lunes en la ciudad, que ha sido subvencionado con 135.000 euros. De gran parte de este presupuesto se encarga el gobierno regional (la mitad) y el resto correrá a cargo del Ayuntamiento de Badajoz y Caja Almendralejo.»Es un auténtico despilfarro», lamenta Antonio.

En la fachada de la parroquia, llena de pancartas del Campamento Dignidad de Extremadura, unos voluntarios informan a los viandantes de las reivindicaciones del encierro mientras una grabación en un megáfono repite: «Mientras el pueblo extremeño pasa hambre, la Junta de Extremadura no ha dudado en gastarse 135.000 euros en un concierto de Woody Allen».

Sin embargo, estos afectados por el paro y los desahucios insisten en visibilizar su situación y aprovechan para establecer lazos de solidaridad con ciudadanos y asociaciones. Este lunes, se acercaron para apoyar a una trabajadora de una empresa a la que no le pagan desde hace meses. El día 3 harán un reparto de juguetes. Cada día, dan comida a todo aquel que se pasa a pedirla. «No tenemos nada contra la Iglesia. Lo más importante es que este problema se vea», incide Diego, otro de los participantes.

El martes, acudirán al Palacio de Congresos extremeño, donde se celebrará el concierto de Allen, para protestar contra el gasto de dinero público. Pese a que han prohibido la concentración, los participantes en el encierro ya han contactado con algunas comparsas de carnaval de la ciudad para que les acompañen. El objetivo: que se les oiga.