MADRID// “Nuestro objetivo ha sido presentar las normas gramaticales y ortográficas de manera justificada, explicada, que es una de las funciones que tiene la Academia de la Lengua, junto a la de ser los notarios del buen uso del español“. Así ha explicado este jueves en rueda de prensa el académico Salvador Gutiérrez el motivo por el que han decidido elaborar El buen uso del español (Espasa, 2013), que acaba de publicarse.
Aunque la ortografía y la gramática ya se han abordado desde diferentes publicaciones, este libro presenta una novedad: un espíritu didáctico que lo hace cercano y accesible al gran público. Gutiérrez ha señalado que han seleccionado 224 temas, de los que a cada uno se les dedican dos páginas, de manera que se pueden leer por separado. “Hemos empleado un lenguaje sencillo, lleno de ejemplos, con una estructura marcada que ayuda al lector a orientarse“, ha afirmado.
Uno de los aspectos en los que más se ha incidido durante la rueda de prensa ha sido en el del lenguaje sexista. Primero, respecto al uso del masculino genérico, también llamado inclusivo. El buen uso del español, que refleja la postura de la Academia al respecto, establece que, con el fin de economizar el lenguaje, será conveniente hacer uso del género no marcado, es decir, el masculino. Sin embargo, en el texto se reconoce que “se percibe una tendencia reciente» en el lenguaje de los textos escolares, en el periodístico, político o administrativo, “a construir series coordinadas de sustantivos que expresen los dos géneros».
La Real Academia ha querido advertir de que, excepto en ciertos usos vocativos como señal de cortesía –señores y señoras del jurado- la doble mención es innecesaria cuando el empleo del masculino genérico es lo suficientemente explícito para abarcar a los individuos de ambos sexos. No se trata, pues, de una cuestión de machismo ya que la estructura gramatical, al contrario que el léxico, no está vinculada con ninguna actitud cultural. Además, Salvador Gutiérrez, ha querido dejar claro que el empleo de fórmulas como “los y las alumnas» o “los/las padres/madres» contravienen las reglas gramaticales y así como el uso del símbolo “@» –l@s diputad@s- que ni siquiera es un signo lingüístico.
También se ha hecho referencia, durante esta rueda de prensa, a las acepciones claramente machistas y ofensivas que contiene el diccionario. Un asunto controvertido que el presidente de la Real Academia, José Manuel Blecua, ha tratado de explicar. “El diccionario no es fijo, sino que lleva en continua evolución desde 1713″, año en el que nació la RAE. Esto quiere decir que los significados de las palabras van cambiando en función del uso que de ellas hagan los hablantes.
Blecua, sobre la base de las funciones que desempeña la Academia, considera que no se puede buscar en el diccionario “la solución para las injusticias de una sociedad machistas como es esta». El presidente de la RAE ha concluido que no se puede pretender que un libro modifique el léxico, sino que lo que hay que modificar son las estructuras sociales que hacen posible que se use en un determinado sentido, algo que no es tarea de un diccionario. Una respuesta que ha querido matizar Salvador Gutiérrez, quien ha añadido que “el diccionario tiene la obligación de registrar lo que está en la lengua. Si una acepción tiene respaldo en el uso, se incluye».
El papel fundamental de la educación
Durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en la sede de la Real Academia de la Lengua, en Madrid, también se ha debatido acerca de cuáles son los aspectos que más pueden dañar el lenguaje, con especial incidencia en el uso que de él hacen los adolescentes. En este sentido, Gutiérrez ha dejado claro que, más que en Internet, la raíz del problema se asienta en la formación que se recibe en las escuelas.
Gutiérrez considera que en ocasiones se le otorga “poca importancia en la educación; ni se enseña correctamente ni se deja suficiente espacio a los estudiantes para que se vayan haciendo con las normas“. Algo que resulta especialmente grave en los menores de 14 años. Para Gutiérrez, una persona de 13 o 14 años debe de tener capacidad suficiente como para leer un texto con soltura y entender su significado, sin tener que detenerse en cada palabra. “Es como el que se asoma a una ventana; tiene que ser capaz de ver el paisaje más allá del cristal“, ha dicho.
Sin embargo, hoy en día, se está observando que las destrezas lingüísticas de los adolescentes están “bajo mínimos“, aunque a su edad ya tendrían que presentar un cierto dominio. Un hecho preocupante ya que, según Gutiérrez, “si un niño de 13 años no es capaz de leer y escribir con soltura muy probablemente presentará deficiencias insalvables. Si tarda media hora en leer una página, no solamente suspenderá la lengua, sino también asignaturas como matemáticas o física, porque no será capaz de comprenderlas“.