MADRID // Tanto en España como a nivel global asistimos a una desconstitucionalización fruto de un proceso hegemonizado que nació en Alemania tras la II Guerra Mundial. Esta es la tesis que se desprende del artículo La deriva oligárquica de constitucionalismo occidental y su viejo topo, elaborado por el profesor de ciencia Política de la Uned Jaime Pastor y publicado en la revista Papeles, de Fuhem Ecosocial.
Pastor asegura que “desde que el neoliberalismo entró en un ascenso progresivo, a mediados de los 70, se han ido cuestionado reiteradamente las conquistas sociales y democráticas conseguidas, que chocan contra el modelo de gobernanza para desarrollar el modelo capitalista”. Esta confrontación, según ha explicado Pastor a La Marea, parte de un nuevo tipo de liberalismo económico que ha denominado ordoliberalismo. “Se diferencia del neoliberalismo de Hayeck, básicamente, en el papel del Estado. Este es ahora una figura clave que ha dejado de ser neutral, una herramienta de equilibrio entre la legitimación social y la acumulación de capital, para pasar a estar al servicio de los mercados”.
Según el autor, el golpe de Estado de Pinochet en Chile a principios de los 70 y la derrota de la revolución portuguesa en 1975 fueron dos puntos de inflexión que abrieron la puerta a la implantación de un neoliberalismo radical y sin escrúpulos. “A partir de estos dos sucesos se instauró una lucha de clases que venía provocada desde arriba y con una débil resistencia desde abajo”. Pastor asegura que fue en esta época cuando los sindicatos comenzaron a resignar principios, ya que “aceptaron negociar para conseguir la paz social por medio de acuerdos con la patronal que favorecían al poder económico”.
Capitalismo antidemocrático
El profesor de Ciencias Políticas de la Uned asegura que hace algunos años que somos testigos diversos golpes de Estado financieros. El ejemplo paradigmático lo constituye lo sucedido en Grecia cuando, a raíz de la petición de rescate, la troika mostró abiertamente su injerencia en los asuntos internos de un gobierno democráticamente elegido.
Pero también España sufrió esta injerencia cuando “Alemania decidió modificar una constitución formal para dar prioridad a la rebaja del déficit y de la deuda pública en detrimento de los derechos sociales básicos de los españoles”.
Una de las conclusiones que pueden extraerse a raíz de la lectura del artículo de Pastor es que, para volver a un constitucionalismo real, la solución pasa por ser antisistema, entendido este adjetivo como opositor al modelo capitalista. Según asegura su autor, “el capitalismo se muestra abiertamente contrario a la democracia representativa. Las decisiones las toman poderes extraparlamentarios, órganos supraestatales que desarrollan las leyes de mercado e imponen su cumplimiento”.
Así, para volver a redemocratizar la política, para recuperar los derechos sociales y confrontar un sistema “como este capitalismo sacado de una segunda doctrina del shock”, es necesario socializar los bienes comunes. “La palabra comunismo se ha pervertido mucho. Sin embargo, apela al bien común, a garantizar que bienes como la energía, el agua o los recursos naturales estén al servicio de los ciudadanos y se utilicen sin dañar el planeta”. Por el contrario, Pastor afirma que “la actual apropiación y gestión y de estos bienes por parte de empresas privadas degenera en una oligarquía financiera global”.
Ordoliberalismo español
De la misma forma que la quita de derechos actual forma parte de un proceso paulatino en el ámbito global, España también ha vivido una experiencia similar ya desde que gobernaba Felipe González. Si bien es cierto que, según Pastor, el PSOE extendió a partir de 1982 derechos como la Sanidad y la Educación, también lo es que muy pronto se adaptó a la ola neoliberal que ya se estaba asentando en Europa.
“Felipe González fue quien comenzó con la enorme desindustrialización del país. Miguel Boyer, ministro de Economía de la época, protagonizó la primera desocialización de los alquileres, de manera que provocó el primer boom inmobiliario”. Pastor considera que, más que socialista, el PSOE es social-liberal “Se adaptó al liberalismo para tratar de hacerlo compatible con los derechos sociales, pero aceptó con demasiada rapidez el llamado capitalismo popular que degenera irremediablemente en el neoliberalismo”.
Después de la etapa socialista, explica el politólogo, “Aznar profundizó en la privatización de las empresas y aplicó un neoliberalismo menos acomplejado, pero el Tratado de Maastricht ya tenía la carga neoliberal que vemos hoy”.