Stein, de 27 años, forma parte del movimiento Rise and Resist , que ha elegido este lugar para manifestarse este gélido sábado de Halloween. El colectivo nació en 2016 integrado mayoritariamente por mujeres queer para defender los derechos del colectivo LGTBIQ de los ataques trumpistas. De hecho, uno de los asuntos que están utilizando los republicanos para acaparar votos es la supresión del derecho al aborto, lo que ha llevado a implicarse activamente a buena parte de las iglesias católicas, evangelistas y judías en la campaña.
Cuando el presidente, en plena pandemia, sembró las dudas sobre la legitimidad de los resultados electores al hablar de un posible fraude y que, en el caso de perder, no había decidido si aceptaría los resultados, Rise and Resist, como otros grupos a lo largo del país, comenzaron a reunirse por videoconferencia para organizar la respuesta a un posible golpe de Estado.
“Con el movimiento Black Lives Matter hemos visto cómo la Policía ha optado por la respuesta más violenta contra las protestas pacíficas. Así que desde hace meses estamos pensando cómo va a ser la respuesta en las calles si Trump no acepta los resultados: cómo vamos a conseguir que las manifestaciones sean accesibles y seguras para todo el mundo”, explica esta joven que recuerda el miedo que muchas de las decisiones de esta administración le han provocado en estos cuatro años. “Lo he vivido con mucho estrés y pensado todo el tiempo no solo en cómo podía protegerme ante lo que se avecinaba, sino también en cómo podía involucrarme para conseguir que quienes no están teniendo voz, la tengan”.
A su lado, sosteniendo una pancarta en la que leemos “Trump miente, la gente muere”, se encuentra Jamie Bauer, veterana activista de 59 años, que insiste en la importancia del voto con antelación para que “los resultados se sepan cuanto antes y dificultar así que Trump pueda decir que ha ganado. Si el recuento se alarga, dirá que es el vencedor y podrá dar un golpe de Estado ordenando que se pare el recuento de votos”. Y añade: “Si eso ocurre, solo nos quedará salir en masa a las calles para proteger los resultados y que no los pueda llevar a los tribunales”. Quienes hablan así no son activistas trasnochados apocalípticos, sino que es un discurso que se escucha entre intelectuales, periodistas, analistas y ciudadanos y ciudadanas defensoras del orden y la ley.
En el caso de que el presidente llevase la decisión de aclarar el resultado electoral a la Corte Suprema, con mayoría reforzada conservadora tras el nombramiento de la jueza ultraderechista Amy Coney Barret, en sustitución de la recientemente fallecida progresista Ruth Bader Ginsburg, Trump podría ver renovado su mandato sin el apoyo mayoritario de las urnas. Y, entonces, el escenario de una guerra civil es un peligro que aparece en la boca de muchos.
Una decena de detenidos en una marcha antifascista en Nueva York
El domingo por la mañana, decenas de miles de partidarios de Trump marchaban a pie y en coche por la mayoría de las ciudades del país bajo el lema de ‘Make America Great Again’, el llamado movimiento MAGA. En el Estado de Nueva York, el destino del rally era Manhattan, por lo que el movimiento United Against Racism and Fascism NYC (Unidos contra el racismo y el fascismo Ciudad de Nueva York, en inglés) convocó una marcha para “hacerles saber que el fascismo no es bienvenido y que no pasarán ”, como gritaron algunos de sus integrantes a lo largo del recorrido.
“El auge de Trump es consecuencia de que la ciudadanía no podemos incidir en los macroprocesos económicos y políticos, de que durante décadas las grandes decisiones se han tomado en organismos internacionales y en reuniones a puerta cerrada, de que el paradigma global no es democrático . Por eso hay gente que ahora vota a la ultraderecha que hace ocho años votó a Obama igual que la izquierda radical ha crecido”, explica Ángel, un joven sindicalista neoyorquino de familia de origen latino.
Este activista antifascista baraja varios escenarios a partir del día 4, aunque cree que el más probable es el que se dio en 2000 con la contienda entre el demócrata Al Gore y el republicano Bush Jr: “Creo que, como entonces, el recuento de votos se dilatará hasta diciembre; y entonces lo cancelaron y nombraron a un ganador ‘por sus huevos’. Pero está claro que en ese tiempo de espera va a haber un auge de confrontación y violencia . Por eso hay que plantar ahora la bandera de las comunidades inmigrantes, de la clase trabajadora, de los afroamericanos… de quienes componen realmente esta ciudad”.
Apenas una hora más tarde, justo cuando los organizadores disolvían la marcha tras confirmar que los partidarios de Trump cambiaban sus planes iniciales y desistían de entrar en la Gran Manzana, la Policía ordenó que abandonasen la calle de inmediato y se trasladaran a las aceras. En apenas un par de minutos, cargaban contra varios de sus integrantes y detenían a una decena de ellos , entre los que se encontraban dos periodistas y un hombre sin hogar.
Mientras, decenas de miles de seguidores de Trump interrumpían el tráfico en buena parte del país sin encontrar apenas oposición policial.
“Somos una sociedad tan dividida que, si Trump pierde, sus votantes no van a aceptar el resultado. Estamos perdiendo nuestra democracia y esto empezó cuando aceptamos su primera presidencia: había indicios de intervención en los resultados por parte de otros países y de grandes corporaciones. Ahora tengo mucho miedo porque la opción de una guerra civil es una realidad ”, explica Derek, un joven trans neoyorkino, cuya pareja, Miranda, es una joven trans mexicana que lleva seis años en el país sin papeles. Ahora espera que le concedan el asilo político dado el peligro que corre su vida en México.
“La gente está muriendo por hambre, por covid, por frío, mientras Trump no paga impuestos y hay quien le sigue apoyando. Es todo tan triste…”, lamenta Derek, en un acto organizado el domingo por la comunidad latina para movilizar a los votantes en Staten Island, el único distrito de la ciudad de Nueva York en el que ganó el presidente republicano en 2016.
“Los demócratas metieron la pata cuando dejaron atrás a Berni Sanders, pero es que realmente son muy conservadores. No confío en que puedan dar una respuesta contundente a un posible intento de golpe de Estado por parte de Donald Trump”, concluye Derek, trajeado de muerto viviente. Como muchos de los entrevistados ven a la democracia estadounidense, como luce buena parte de la ciudad de Nueva York.
A la misma hora en que muchos de los estadounidenses guardaban sus disfraces terroríficos, las calaveras y las calabazas con sonrisas diabólicas, la Casa Blanca se encerraba más en sí misma: a las vallas que ya la rodeaban desde que comenzaran las manifestaciones en mayo por el asesinato de George Floyd, se le suman ahora un muro blanco ‘inescalable’ y el anuncio del despliegue de la Guardia Nacional para su protección. En palabras del activista antifascista Joshua Potash, no parecen las decisiones de «alguien interesado en una transferencia de poder pacífica».
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