Un momento para respirar
¿Es ético mezclar ficción y la voz de la niña asesinada en ‘La voz de Hind’?
Los recursos usados por la directora Kaouther Ben Hania forman parte de una «dramatización que no falsifica sino que nos acerca a la verdad. La voz de la niña es parte de la documentación de un asesinato», apunta José Ovejero en su diario.
24 de septiembre de 2025
Hemos pasado tres días en el festival de San Sebastián y un amigo, que ya la ha visto, nos pide que le digamos nuestra opinión después de ver La voz de Hind. Hoy la entrada de mi diario es el correo que le escribo al respecto.
Querido J.: como puedes imaginar, asistir a la proyección de La voz de Hind nos ha conmocionado; creo que fue a Marta Sanz a quien le oí decir o leí que el arte no debe tanto emocionarnos como conmocionarnos. Esta película lo logra por completo.
Nos decías que te interesaba mucho nuestra opinión y que tenías ciertas dudas sobre lo ético del planteamiento de la película. Sé que Edurne ha estado escribiéndote ya hace una hora. Aunque lógicamente comentamos la película al salir del cine, he preferido no leer lo que te escribe e intentar aclarar yo antes lo que pienso de ella, aunque luego leeré lo que te ha escrito Edurne para ver si reviso o no alguna de mis opiniones. Es una pena, por cierto, no poder hablar de todo ello contigo en vivo y en directo.
Anoche leí en una red social algún comentario en el que se reprochaba a la directora usar la voz de la niña y tomas reales del estado de la ambulancia y del coche donde fueron asesinados por el ejército israelí respectivamente los enfermeros y la niña y su familia, para luego mezclarlas con una dramatización de las escenas en el centro de la Media Luna Roja, desde donde hablaron con Hind mientras la niña estaba sola y rodeada de los cadáveres de su familia. No recuerdo si se utilizaba la palabra «manipulación» pero era el sentido general de la crítica hacia esa mezcla de lo inventado y lo documental para conseguir un efecto. Lo que nos acerca también a la posible «pornografía emocional» de la que creo que hablamos la noche anterior.
Creo que se pueden separar ambas críticas. A mí no me parece mal que haya una parte documental, que incluye la voz de Hind, y una parte de actuación, aunque esta nos haga preguntarnos qué se dijo de verdad, cuánto de lo que se nos muestra corresponde a la realidad de lo sucedido y cuánto hay de licencia artística. Pienso que tomarse una licencia artística en el caso de la voz de la niña habría sido casi criminal; o escuchamos su voz o no la escuchamos, pero no podemos usar un sufrimiento personal tan terrible y adaptarlo en función de nuestra conveniencia creadora. La niña asesinada exige un respeto absoluto (y por supuesto el acuerdo de la madre con el uso de la voz, con el que parece haber contado la directora). Pero la escena en la sede de los voluntarios no trata tanto de la situación individual de cada uno de ellos, de lo que dijo y lo que no dijo, sino de los dilemas morales y los conflictos que surgen en una situación así. El conflicto entre el deseo de intentar salvar inmediatamente a la niña y el de garantizar la seguridad de los enfermeros que van a rescatarla es terrible, es real independientemente de con qué palabras y gestos se exprese; se trata de un dilema ético general que se puede representar mediante la ficción. Y también se nos muestra (representado) algo que me parece muy importante: la impotencia frente a la barbarie del ejército israelí. Porque en la situación en la que actúan los voluntarios no hay decisión acertada, no hay un criterio objetivamente mejor que otro: si envías a los enfermeros sin garantías del ejército es muy probable que los maten –y que muera la niña también–; pero si esperas a salvarla para tener esas garantías, también es posible, como sucedió, que los maten igualmente. La posibilidad que planea sobre toda la situación, que los soldados sepan que la niña está viva y la usen como cebo para asesinar a los enfermeros y luego matarla a ella o dejarla agonizar sola es aterradora, pero también forma parte de esa dramatización que no falsifica sino que nos acerca a la verdad. La voz de la niña es parte de la documentación de un asesinato; la de los voluntarios es una contribución a dilucidar las tensiones éticas en una agresión bélica de estas características.
Por otro lado, si rechazo que el uso de la voz real de la niña sea pornográfica, es por lo siguiente: la pornografía es una representación de lo íntimo con el objetivo primordial de causar un efecto, normalmente la excitación sexual, y todo lo demás –trama, personajes, estilo– son casi insignificantes para lograrlo. En La voz de Hind hay una complejidad y tal multitud de temas relevantes éticamente que no tengo la impresión de que la voz real de la niña se use meramente como instrumento para conmovernos. Es una parte más de un cuadro matizado de una situación límite.
Sí dudo que sea acertado mostrar al final fotografías y fragmentos de vídeo de cuando Hind estaba viva. El uso de los fragmentos documentales –que incluyen las voces de quienes asistieron de verdad a la cría– nos recuerda que se nos está hablando de crímenes reales que afectaron a personas reales; que la película no es mera propaganda. Pero nos dice mucho más la voz de la niña que las imágenes de ella, porque lo que entendemos es que da igual que la niña tenga seis u ocho años, que sonría o no, que se divierta o no, que tenga un rostro gracioso o no. La voz de Hind es al mismo tiempo individual y la de todas las niñas y todos los niños asesinados y sí me parece algo manipulador pretender conmovernos aún más con la imagen concreta de ella (entramos en esa situación peligrosa en la que se deja de conmocionar para conmover, acercándonos así al sentimentalismo).
Después de decir todo esto, tengo que confesarte que hay algo a lo que no sé muy bien cómo responder: qué cambiaría en la película si en lugar de oír a Hind oyésemos a una actriz que reproduce las palabras de Hind. ¿Sería más respetuoso con el sufrimiento de la niña? Y también: ¿nos desgarraría menos escucharla? Creo que la respuesta a ambas preguntas es sí.
Y aquí tendríamos que adentrarnos en el tema de la función política del arte y qué se puede o debe sacrificar en él para que tenga un impacto directo sobre la realidad en situaciones de emergencia. La voz de Hind pretende claramente amplificar la lucha contra una agresión criminal y subordina ciertas decisiones a esta función; pero no me parece que lo haga de una forma tan descarada o simplista como para descalificar la película como obra de arte o negar su carácter ético. Pero la discusión sobre las tensiones entre arte y realidad abre un campo muy amplio y vamos a tener que dejarla para otro momento porque ya me he extendido mucho. Ojalá podamos hablar de todo ello pronto. Me gustaría escuchar con más detalle tus opiniones.
Un fuerte abrazo,
José