Internacional
Israel bombardea la capital de Gaza cada hora
Los misiles ya están cayendo sobre una ciudad que alberga a un millón de palestinos. Netanyahu trata de desplazarlos para ocupar militarmente el territorio.
Netanyahu tiene una idea fija y no parece que vaya a cambiarla: invadir y ocupar la ciudad de Gaza, provocando el desplazamiento forzoso de más de un millón de personas. La organización islamista Hamás aceptó el pasado lunes un plan de alto el fuego que es calcado a otros anteriores aprobados por Israel, pero el primer ministro hebreo ya está en otra fase. Ha movilizado a 60.000 reservistas para llevar a cabo su invasión. La drástica decisión no ha tenido en cuenta las recomendaciones de la propia cúpula militar israelí, que desaconseja una operación que puede significar el sacrificio de los rehenes que aún están en manos de Hamás, ni tampoco las protestas ciudadanas de sus propios compatriotas.
Recurriendo al lenguaje orwelliano, Netanyahu no habla de ocupar Gaza sino de «liberarla» de Hamás. Insiste también en que las imágenes de la hambruna que azota la Franja son fake news, un despropósito que no comparte ni siquiera Donald Trump. Acosado por múltiples escándalos de corrupción y enfrentado a buena parte de la Knéset (no sólo a la oposición, sino también a los partidos religiosos por su pretensión de que los judíos ultraortodoxos hagan el servicio militar), Netanyahu ha encontrado una tabla de salvación en la invasión de Gaza.
Los misiles ya están cayendo sobre la ciudad, con una frecuencia de un bombardeo cada hora, aproximadamente. Se trata aún de la fase preliminar del asalto que Israel prepara contra la capital. Mientras tanto, en el barrio de Zeitún (sur) y la localidad de Yabalia (al norte), el Ejército hebreo concentra tropas y equipos de una división de blindados a la espera de lanzar la invasión. «Fuerzas adicionales se unirán a los combates [sic] en el futuro próximo», aseguraba horas antes el portavoz militar israelí Effie Defrin en una comparecencia pública.
En realidad, no hay nada parecido a «combates» en la ciudad de Gaza. Según relatan periodistas de Al Jazeera, «barrios enteros han sido objeto de constantes bombardeos israelíes. Los residentes informan de que el sonido de drones y aviones no desaparece del cielo, mientras la gente sigue moviéndose por calles llenas de escombros, buscando comida y refugio, sin encontrar nada».
Uno de los últimos bombardeos se produjo contra el barrio de Sheikh Radwan, impactando cerca de una tienda de campaña utilizada como centro de carga de dispositivos móviles entre la población. Las imágenes tras el bombardeo, publicadas por la red de noticias Quds (vinculada a Hamás), muestran cuatro cadáveres y al menos dos heridos retorciéndose en el suelo junto al punto de carga en llamas. Otro ataque en el campamento de refugiados de Shati, junto a la playa, acabó con la vida de otras cuatro personas.
La determinación militar de Netanyahu es clara; su plan político para el enclave, en cambio, no lo es tanto. El primer ministro israelí ha afirmado que, una vez ocupado el territorio, se creará una administración civil pacífica no israelí, sin dar más detalles. Sólo dijo que se están considerando «varios candidatos» para un periodo de transición, alejados tanto de Hamás como de la Autoridad Nacional Palestina. Al mismo tiempo, en una entrevista con la cadena israelí i24News, aseguraba que tiene una «misión histórica y espiritual»: expulsar a los palestinos de su tierra para construir el Gran Israel.
El plan, por tanto, no se limita a Gaza, y la prueba está en la reciente decisión de construir nuevas colonias en Jerusalén, cortando el acceso a la ciudad desde Cisjordania. En un comunicado, el ultraderechista ministro de Finanzas –y colono israelí–, Bezalel Smotrich, confirmó la decisión de la Administración Civil y dijo que «borra en la práctica la ilusión de los ‘dos Estados’ y consolida el control del pueblo judío sobre el corazón de la Tierra de Israel».
«El Estado palestino está siendo borrado de la mesa no con eslóganes, sino con acciones. Cada asentamiento, cada barrio, cada vivienda es un nuevo clavo en el ataúd de esta peligrosa idea», aseguró el ministro, uno de los principales impulsores de la colonización de los territorios palestinos ocupados.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha clamado contra este plan y exige que sea «revertido». «Cualquier construcción de asentamientos es una violación de la ley internacional», ha advertido.
Guterres, en referencia a dos conflictos enquistados como los de Gaza y Ucrania, lanzó la idea de remodelar una de las principales entidades de la organización que preside: «Nuestras instituciones deben reflejar el mundo actual, no el que había en 1945. Esto implica un Consejo de Seguridad reformado para que sea más representativo y efectivo».