Esta entrevista con Lina Gálvez está incluida en #LaMarea59. Puedes comprar el dossier sobre Iglesia y poder en kioscos y en nuestra tienda online. Puedes suscribirte aquí.
La cita con La Marea es en el Coco Verde, un bar en el centro de Sevilla, justo al lado de una plaza de asfalto en la que juegan niñas y niños, a quienes nada en absoluto les preocupan, por supuesto, las pensiones, un asunto de capital importancia que ha cobrado plena actualidad después de las manifestaciones que se han producido hace un par de semanas en todo el país. De nuevo, la calle le marca el ritmo, el paso, a la política y le dice lo que tiene que arreglar. Sin embargo, en estos tiempos de zozobra, la política (casi) nunca termina de arreglar nada.
En esta entrevista, Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, sentada en una silla alta de madera frente a la plaza, esboza algunas de las causas, profundas, que han llevado el sistema de pensiones a una situación de alerta roja. “A veces, no sabemos qué gota va a colmar el vaso. El 0,25 de [Fátima] Báñez lo ha colmado. Tanto decir que nos hemos recuperado, que estamos estupendamente, y la gente ve que eso no le llega y se pregunta ‘aquí qué pasa’”, dice Gálvez. La catedrática, que participó en una de las manifestaciones, sostiene que los problemas de las pensiones se deben, en lo hondo, a que habitamos una era neoliberal en la que predomina un debilitamiento generalizado de lo público. “A esta era hemos llegado después de tres hitos fundamentales: la crisis de los años 70, que le dobló el pulso a la izquierda; la caída del muro de Berlín, y esta crisis, que ha servido para perpetuar las políticas y directrices económicas”.
La situación crítica del sistema de pensiones, Gálvez la resume así: “Se veía venir. Parecía que la hucha era grande, pero es que las pensiones cuestan mucho dinero. O ese sistema genera sus propios recursos o eso se paga con impuestos o con deuda. El sistema de pensiones solo es sostenible si cambian las políticas laborales, económicas y de igualdad, y si se produce una reforma fiscal en profundidad que permita financiar servicios públicos de calidad. No necesariamente con impuestos directos, como algunos proponen, no necesariamente un impuesto finalista. En Dinamarca, por ejemplo, se pagan con los impuestos dentro de los presupuestos anuales”.
La catedrática agrega: “Lo que busca todo este modelo, esta etapa neoliberal del capitalismo, es una menor intervención del Estado. Quieren un Estado que favorezca sus intereses, un modelo de Estado con leyes que les interesen. Si deterioras lo público, fomentas indirectamente lo privado. Y hay muchos intereses detrás de los fondos privados de pensiones. Lo que no se le dice a la gente es que esos fondos también pueden no ser sostenibles, porque esos fondos invierten en bolsa, y la bolsa no siempre va bien”.
Abunda Gálvez en su tesis fundamental: a mayor igualdad, mejor sistema de pensiones, porque este es, en definitiva, un espejo de lo que fue el mercado de trabajo. “Vemos las consecuencias de la desigualdad que existe en el mercado de trabajo y la que existe en la sociedad. Las mujeres están menos incorporadas al mercado de trabajo y han trabajado durante menos años, con menores salarios y, por tanto, no han cotizado los años suficientes o no han tenido salarios que les permitan pensiones dignas, e incluso dentro de la economía informal, por tanto, sin cotizaciones. Las pensiones son el reflejo de lo que ha pasado antes en el mercado de trabajo y en las familias. Y las mujeres siguen siendo las encargadas del cuidado. Por ejemplo, en las zonas industriales duras, País Vasco, Navarra, las brechas de las pensiones son más grandes. Los varones se garantizaron unas pensiones mejores. Trabajaron en sectores masculinizados y con buenas condiciones laborales y derechos sociales”.
¿Y sobre el debate que ha surgido al respecto de la eliminación de las pensiones de viudedad? “En puridad, tendría cabida eliminar la pensión de viudedad, pero en un sistema tan precario como este sería condenar a la pobreza a muchas mujeres. Las propuestas son quitarlo de manera gradual. En Suecia se quitó en los años 70, pero claro, la calidad del trabajo allí no es la de aquí”, opina.
Ruido y reflexión
La presencia de un estrepitoso grupo de amigos dentro del bar obliga a proseguir la entrevista fuera, a la vista del parque. Vivimos rodeados de ruido, alejados de la reflexión serena, que es lo que aporta Gálvez: “Hay capacidad para generar más empleos, pero si se hacen políticas deflacionistas, de privatizaciones y de moderación salarial, para pasarnos responsabilidad a la gente, entonces tenemos un problema ahí. No es que el sistema sea insostenible per se. Demográficamente, tenemos una pirámide poblacional que no favorece la sostenibilidad. Estamos envejeciendo, pero para eso también se pueden ejecutar políticas de igualdad en los mercados de trabajo. El fomento de la corresponsabilidad podría incrementar la tasa de natalidad, una de las más bajas del mundo. Estamos por debajo del nivel de reemplazo desde 1981. En los países desarrollados, a mayor participación de la mujer en el mercado de trabajo con empleo estable, mayor natalidad”.
¿Por qué debatimos cada cierto tiempo retrasar la edad de jubilación? ¿La demografía lleva directamente a eso? “Para nada”, responde Gálvez. “Las previsiones demográficas están hechas a bastante largo plazo. Se viene diciendo que el sistema de pensiones es insostenible. Luego llegaron cinco millones de inmigrantes y se crearon muchísimos puestos de trabajo y entonces no fue insostenible. Tuvo superávit. Cuando hablamos de la evolución demográfica, hablamos del crecimiento vegetativo, sin tener en cuenta la emigración y la inmigración, que es poco predecible. Lo que pasa es que las presiones son muy grandes. Estamos es una economía en que el poder financiero lo domina todo. Los medios de comunicación cada vez pertenecen más a fondos de inversión, los think tank, los proyectos de investigación, todo se encamina hacia una legitimación de un modelo que se nos vende con argumentos simples y simplistas y que llega a la mayoría de la gente. ¿Para qué pagar impuestos, si estás mejor con el dinerito en el bolsillo? Pues eso le vendrá bien a quien tenga dinero suficiente para llevar a sus hijos a la sanidad privada, a la educación privada. Pero si dependes de lo público, ya no te va tan bien, y la gente se cree que todos estamos en ese mismo barco. O mucha gente se lo cree”.
¿Se vive con una pensión hoy? “A las pensiones les están intentando meter mano desde el principio. Desde los años 90 hay estudios que van diciendo que hay que cambiar el sistema de pensiones. El pacto de Toledo es de 1995. Si se hizo fue por eso, por dar seguridad. La gran puñalada que se ha metido al pacto de Toledo, y que convierte a España en una excepción casi en los países europeos, es que ha dejado de haber un factor automático de revalorización de las pensiones. Hay tres tipos de soluciones en la práctica: hay quien las revaloriza con los precios, hay quien la revaloriza con los salarios, que son los que normalmente pueden tener una tendencia más alcista, y hay quien con una mezcla, con un correctivo de ambos, si quieres limitar alguna subida. Y hoy una persona joven entra en el mercado de trabajo ya con un salario un 30% inferior al de 2008?.
¿Y la Unión Europea? “La UE da una de cal y otra de arena. La UE no se mete pero hay muchas indicaciones que van en una línea neoliberal, a través de la OCDE. No es derecho, no son directrices, pero van encaminadas en una dirección. Y, obviamente, si se imponen niveles de déficit y políticas de austeridad ya estás diciendo que hay cosas que no se pueden subir”, remacha Gálvez.