Opinión
Abandonar la zona inundada de mierda
«Ruido. Ruido constante. Inundar para enfangar». Así describe Jorge Dioni López la estrategia de comunicación política que le llevó a buscar un ‘refugio’ en la música: «Cambié el dial de la radio. Dejé de moverme por los programas informativos y lo fijé en Radio Clásica».
El artículo ‘Abandonar la zona inundada de mierda’ se publicó originalmente en #LaMarea107. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para recibirla y seguir apoyando el periodismo independiente.
El funcionamiento del ciclo del lawfare hace décadas que está claro. Alguien elabora un dossier. Se lo entrega a un medio para que publique una serie de titulares que son reproducidos por otros medios y las organizaciones políticas. Un juez abre una causa basada en esos titulares y expande la investigación para crear más titulares que son también reproducidos. Ruido. Ruido constante. Inundar para enfangar. El objetivo final es el encausamiento del líder para forzar su dimisión: Lula o António Costa, por ejemplo. Si no es posible, de alguien cercano. Si no es posible, crear un estado de opinión generalizado de crispación y polarización que sólo terminará con un cambio de gobierno.
Mucho antes de que Steve Bannon teorizara sobre el concepto «inundar la zona de mierda», ya tuvimos en España al «sindicato del crimen», un grupo de periodistas y opinadores con buenos contactos en la justicia, las fuerzas de seguridad y los servicios secretos. El objetivo era hacer caer el gobierno de Felipe González. Cada semana, ruido. Más ruido. Según uno de sus miembros, «fue necesario poner en riesgo el Estado para acabar con González. No había otra manera de vencerlo». Tres décadas después, el expresidente está del lado de sus exacosadores. Suele suceder. Los proyectos basados en la resistencia acaban en la rendición o el canibalismo.
El modelo se repitió años después con el gobierno de Zapatero. No sólo había demostrado su eficacia, sino que simplificaba la labor del bloque de oposición. Todos a una. No hay que pensar en propuestas ni desarrollar un programa. Tampoco hay que pensar mucho el artículo del día siguiente. Ignacio Peyró, en aquellos años en la sección de opinión de El Mundo, lo explicó bien: «Un compañero mártir me explica el tema del día. Rubalcaba. […] Rubalcaba malo. […] Rubalcaba cabrón. Esto tiene una ventaja: el folio apenas me lleva un rato y resulta incluso divertido escribir tantos disparates, a sabiendas de que ninguna hipérbole parecerá osada».
En aquellos años, cambié el dial de la radio. Dejé de moverme por los programas informativos para ver «cómo estaba el patio» y lo fijé en Radio Clásica. Todos los días desayunaba escuchando Sinfonía de la mañana. Fue un refugio. No se trataba del privilegio de aislarse. No dejé de informarme, pero lo hacía leyendo un número limitado de artículos en un número limitado de periódicos y, sobre todo, libros. Salir del ruido e intentar ver más allá del fuego de mortero diario.
En aquellos años, Steve Bannon estaba desarrollando su estrategia de la inundación. No se trata de persuadir, sino de desorientar. No hay que proponer nada, sino agotar. La idea es poner al bloque contrario a pensar en tantas cosas, a preocuparse por tantas cosas, a investigar sobre tantas cosas para poder lidiar con tantas mentiras y tantas ansiedades, que acaben hundidos en la confusión. Desde la oposición, hay que crear la idea de que el país está en una situación límite que puede ser irreversible. Por ejemplo, durante los ayuntamientos presididos por Ada Colau, Barcelona sufría un terrible problema de delincuencia que, con datos parecidos, hoy ya no existe. Ese ayuntamiento solamente comenzó a intervenir de forma decidida en la ciudad catalana durante la pandemia, cuando ese ruido calló.
Es una situación emocional; pero, como explicaron Deleuze y Guattari, no es que la revolución se haga desde el deseo, sino que la revolución es el deseo. No hay proyecto transformador sin emociones. Cualquiera que dude sólo tiene que escuchar alguno de los discursos de Roosevelt retransmitidos por la radio. En sus Charlas junto al fuego, el presidente simulaba que estaba en zapatillas y junto a su familia para transmitir emociones: esperanza o fraternidad.
La Administración Trump funciona con esa idea. Su estrategia es la promoción de las pasiones tristes: miedo, frustración o resentimiento. Su táctica es la creación masiva de contenido para agotar. Inundar la zona de mierda para evitar la reacción. Sostiene Bannon: «Cada día los golpearemos con tres cosas, ellos se agarrarán a una y nosotros haremos lo que queramos». En ese «lo que queramos» hay un programa político basado en la desigualdad económica y social elaborado durante décadas por los centros de pensamiento insertados en las facultades universitarias de Económicas o Derecho. La amenaza de invadir Groenlandia o el anuncio de un cambio en el comercio mundial a través de aranceles masivos sirve para ocultar medidas aparentemente más burocráticas, como los nuevos recortes en la redistribución que servirán para crear una situación de desigualdad irreversible.
Es interesante salir de la zona inundada de mierda para abandonar la sensación de agotamiento. Buscar un refugio desde el que pensar, organizarse y proponer no sólo desde lo abstracto, sino desde la emoción. Dejar de añorar un mundo racional que nunca existió. La revolución es el deseo. No hay proyecto transformador sin emociones. No hay proyecto transformador desde la resistencia.
Si yo leyera la prensa del sistema y viera TV (que no tengo) hace años que sería un ser vencido y derrotado psicológicamente y posiblemente instalado en la misma onda de odio de los que ya avisaba Antonio Machado que nos helarían el corazón.
Estos seres no merecen atención.
Rodeados de mierda por todas partes y cuidado que lo denuncies:
Ecologistas en Acción exige la readmisión de los trabajadores despedidos por denunciar un vertido ilegal de aguas negras al alcantarillado de Madrid.
El 3 de julio Ecologistas en Acción denunció a través de unos vídeos la realización de estos vertidos realizados por la empresa contratada por el Ayuntamiento de Madrid para la limpieza viaria.
En vez de tomar las medidas necesarias para evitar esta práctica, la empresa ha despedido a los trabajadores que se ven en los vídeos. Han tomado represalias y han achacado esta práctica a los trabajadores cuando estos simplemente obedecían las directrices de Urbaser.
El vertido de aguas negras al alcantarillado, además del impacto ambiental que puede causar, se realizaba sin ningún tipo de medidas de seguridad y salud para las personas empleadas que podían ser las primeras afectadas.
Es necesario recordar que la arqueta que recoge las aguas negras ha sido construida sin las adecuadas condiciones, que la pocería que debía recoger estas aguas residuales solo limpia dos veces al año, cuando debía ser todas las semanas por la actividad de limpieza. Y esta gestión es responsabilidad directa de la empresa, no de los trabajadores que solo siguen las indicaciones que les dan.
Ecologistas en Acción rechaza las represalias a los trabajadores de Urbaser por la denuncia que señalaba vertidos de aguas negras de forma irregular al alcantarillado ordenado por la empresa.
En este sentido, la organización ecologista exige:
La readmisión de los trabajadores despedidos.
Tomar medidas inmediatas para detener estos vertidos y frenar el delito ambiental.
Asegurar que Urbaser tiene los contratos y documentos necesarios que aseguren un adecuado tratamiento a las aguas negras procedentes de la limpieza de los vehículos de limpieza. También que respete las medidas de seguridad y prevención de riesgos para los trabajadores que realizan actividades relacionadas con esta limpieza.
Buen articulo de opinion!!