M. tiene cerca de 700 solicitudes de amistad en Facebook. Es una persona muy activa en esta red social, le gusta conectarse cada día y escribir su opinión sobre política o cualquier tema de actualidad que le interese. En su muro se debate casi a diario sobre asuntos como La Manada, Cataluña… y cada cual expone sus argumentos con libertad. Uno podría pensar que el elevado número de aspirantes a seguir su página se debe al interés que suscitan sus discusiones, pero, según explica, no es ese el principal motivo. Es porque es mujer. “No conozco al 95% de los hombres que me piden la amistad. Al principio, cuando entraba en Facebook, tenía muchos mensajes de chicos que intentaban ligar conmigo, pero ahora ya es que ni lo miro”, explica M.
A finales de noviembre, Amnistía Internacional publicó un estudio en el que participaron 4.000 mujeres de entre 18 a 55 años de ocho países diferentes, incluida España. Una de cada cinco mujeres en nuestro país afirma haber experimentado abusos o acoso en las redes sociales al menos en una ocasión. Muchas de ellas incluso reciben amenazas de muerte o violación. La encuesta pone de relieve que la mitad (49%) de las encuestadas en España que habían sufrido acoso en Internet dijeron que era de naturaleza misógina o sexista. No hay informes que establezcan una relación entre acosar en las redes sociales y hacerlo en persona, pero siguiendo el hilo argumentativo del estudio “es presumible pensar que el hombre que acosa y las motivaciones que lo llevan a hacerlo no se limitan a un ámbito concreto”, asegura Belén Cano, psicóloga experta en violencia sexual de la Fundación Aspacia.
Lo que enfada mucho a M. es que tras un comentario suyo reciba de algún hombre un trato paternalista. “Siempre hay algún gilipollas que va de paternal y te llama bonita, guapa… Como si fueses tonta por ser mujer”. Este tipo de conducta es más común de lo que pensamos y ocurre cuando un hombre se siente superior a una mujer por el simple hecho de haber nacido varón.
S. G. es una periodista muy activa en las redes sociales. Colabora con varios medios de comunicación. Cada vez que publica un artículo suele ser de los más leídos, y eso se refleja en el elevado número de comentarios que tiene. “Siento un machismo brutal en los hombres que opinan sobre lo que he escrito. Hay tíos que siempre van a venir a decirme cómo debo pensar o explicar las cosas. El otro día escribí sobre una autora que me encanta desde pequeña y uno empezó a darme lecciones con información que ya había puesto en el reportaje. Tengo la sensación de que siempre me van a tratar como a una niña de seis años”, cuenta.
¿Cuál es el perfil del acosador en las redes sociales? Esta es una pregunta frecuente. No existe un perfil específico. Las características son comunes al hombre que acosa en la calle, en el entorno laboral, escolar o privado. “Son hombres que ejercen este tipo de violencia sobre las mujeres porque en su ideario consideran que tienen derecho a hacerlo”, explica Cano. El caso en las redes sociales, sin embargo, tiene unas características específicas por el entorno donde se desarrolla: “Cuando los actores son desconocidos y el campo de actuación es tan amplio y cambiante en el tiempo (la página web que hoy está funcionando, mañana no; los perfiles de las redes se pueden eliminar con rapidez y solo alguien con ciertos conocimientos puede recuperar la huella digital que deja esta persona, etc.) los acosadores, sabedores de estas ventajas, pueden gozar de cierta impunidad”.
Tanto M. como S. G. han denunciado en Facebook a sus acosadores, pero, según relatan, no les ha servido de nada. Se sienten desamparadas. La red social puede eliminar el perfil de un acosador y este hacerse uno nuevo o castigar al agresor con no poder acceder a sus datos durante un periodo de tiempo. Sobre ello, la agencia de comunicación que se encarga de las gestiones de Facebook con la prensa española respondió a La Marea: «Hay un equipo humano encargado de revisar las denuncias, el community operations team. Es un equipo global, que trabaja las 24 horas del día y los 7 días de la semana, en más de 80 idiomas diferentes y formado por expertos en distintas materias. Si el contenido viola las normas se retira, y si hay peligro de amenaza real para la seguridad de alguien, se notifica a las fuerzas del orden”.
Grupos de apoyo
M. lleva mucho tiempo en las redes sociales. Lo suyo es una carrera de largo recorrido. Ha sido testigo de toda clase de agresiones machistas hacia su persona. Al principio los vivía sola, sin compartirlos con nadie, pero con el tiempo empezó a conectar con un grupo de mujeres que solo se conocían en en el mundo digital pero con quienes compartía el haber sido víctimas de estas conductas: “Nos conocimos en Facebook y contando nuestras experiencias surgió la unión. A todas nos ha pasado alguna historia. De esta forma nos protegemos entre nosotras. Cuando nos llegan fotos de tíos desnudos damos aviso de esos capullos y los bloqueamos”.
Muchas mujeres ya asumen que esta conducta del hombre es parte del juego de las redes sociales. El botón de bloqueo es para ellas una herramienta que utilizan con total normalidad. Es el caso de T., que cada día recibe mensajes de hombres desconocidos, algunos con contenido presuntamente romántico, hasta otros que incluyen mensajes y material pornográfico.
“No piensan. Ese es el problema”, asegura esta actriz que tiene muchos seguidores en su perfil de Facebook. Normalmente no suele entrar al trapo cuando un hombre que no conoce empieza una conversación con ella, y cuando los mensajes son muy ofensivos suele compartirlos en su perfil para que todos reconozcan al acosador. De esta forma conocimos a S., quien le envió a T. estos mensajes: “Quiero hacerte un anal” y “pegarte una follada brutal”. En La Marea nos hemos puesto en contacto con él y esta ha sido la conversación.
La Marea. Hola S., me llamo Alfonso, soy periodista, estoy escribiendo un artículo sobre acoso a mujeres en la red, ¿te podría hacer unas preguntas?
S. k kieres
La Marea. Estoy haciendo entrevistas a mujeres que han sufrido acoso en las RRSS y una de ellas me enseñó un mensaje tuyo
S. pos no se
La Marea. Pone tu nombre y tus apellidos en el mensaje
S. te cres k por intentar hablar y hacer amigas por internet soy un acosador o q
y q te dijo la tia
La Marea. En los mensajes dices que quieres hacerle un anal y que vas a pegarle una follada brutal
S. k mensaje era??
La Marea Sin que ella haya hablado previamente contigo o haya manifestado su interés
S. pos no se ni idea
La Marea: Pone tu nombre y apellido en el mensaje
S. no me acuerdo k alla dicho yo eso
La Marea. También pone que vives en B. Aunque no te acuerdes haberlo hecho, el mensaje salió de tu cuenta. ¿Por qué te atreves a decirle esos comentarios a una chica que no conoces?
S. como te e dicho no me acuerdo ni creo k alla dicho eso yo. Pero si lo e dicho k pasa??
La Marea. Los mensajes vienen de tu cuenta. Cuando pinchas en el enlace de la persona que ha escrito el mensaje sale tu perfil
S. a caso es delito llamar hijo puta a alguien o decir algún insulto o k te voy a follar y tal
La Marea. lo que quiero saber es ¿por qué le envías ese mensaje a una mujer que no conoces?
S. k tia es?
La Marea. no te puedo decir el nombre, lo siento. ¿Se lo escribes a tantas chicas que no te acuerdas de a quién se lo dices?
S. a lo mejor lo e podido decir pork iria con unas cuantas cervezas de mas o algo
pero no me acuerdo
La Marea. ¿El alcohol justifica ese comportamiento?
Después de esta última pregunta S. dejó de responder. Él es uno de tantos con los que T. tiene que lidiar todos los días. Pero ¿qué pasa cuando quien acosa es un conocido o la persona que menos te lo esperas? Existe un tipo de acoso –no confundir con perfiles, que no los hay– que viene de la figura del falso aliado. “Se trata del típico que usa las redes sociales con un perfil feminista de izquierdas, se pone agresivo con el tema de La Manada, y publica tuits a favor de la víctima, pero en realidad es un depredador emocional”, explica la periodista especializada en género Ana I. Bernal Triviño.
Lo siniestro de este tipo de personas es que comparten afinidades contigo, por lo que suelen cogerte con la guardia baja. “Pueden ser amigos o familiares con los que incluso llevas chateando años y buscan tus vulnerabilidades”, asegura Bernal. La sutilidad y paciencia con la que arrinconan a sus víctimas se debe, entre otras cosas, a que son personas que gozan de una cierta imagen de progre que, en teoría, condena este tipo de conductas. Tienen que ir con pie de plomo para, como hace la serpiente que quiere soltar su veneno, pegar el mordisco cuando su presa menos se lo espere.
En ocasiones, estos personajes se aprovechan de su éxito mediático por sus opiniones en ciertos temas; o pertenecen a campos de la cultura como la música, el cine, el teatro o la literatura, cotos que parecen reservados a personas abiertas de mente. Pero el machismo no entiende de ideología. Si bien hoy se visualizan más estos temas, eso no significa, para muchos hombres, que puedan pasar de la teoría a la práctica. De la misma manera que el sociópata es capaz de imitar las emociones básicas para pasar inadvertido en la sociedad, el falso aliado se aprovecha de estos conocimientos para camuflar su verdadera personalidad, actuando como un auténtico Caballo de Troya.
El ciberacoso no se suele denunciar y cuando se hace no es de forma inmediata. “Según nuestra experiencia y los estudios realizados, concluimos que las mujeres que han sufrido violencia sexual que no coincide con el perfil de ‘violación auténtica’, es decir, la ejercida por un desconocido en la calle y por la noche, no suele acudir a la policía”, asegura la psicóloga Sonia Cruz. “Esto ocurre porque no identificamos como delitos las violencias sexuales ejercidas por un desconocido o conocido reciente mediante el chantaje, la manipulación o la extorsión psicológica y en entornos privados o íntimos”, añade.
Por otro lado, continúa la psicóloga, “cuando las mujeres sufrimos estos abusos y acosos sexuales sentimos culpa por pensar que los hemos provocado por nuestra forma de comportarnos y sentimos también vergüenza porque sabemos que vamos a ser juzgadas por nuestro entorno y que no vamos a recibir el apoyo necesario. En las redes sociales e Internet hay otros factores que dificultan aún más la denuncia. Por un lado, el miedo a la integridad física –la víctima suele recibir amenazas de muerte o violación– y por otro, el temor a ver dañada tu imagen tras recibir amenazas de difundir tus datos personales o imágenes de contenido sexual. Estos hechos tienen un componente intimidatorio grave debido al efecto multiplicador de las redes sociales, y que estos personajes se valen del anonimato».
Cuestiones clave
¿Existe un perfil de mujer acosada en las redes sociales? “Al igual que no existe un perfil de víctima de la violencia machista, no hay un perfil de mujer acosada en las redes sociales. Puede ser cualquier mujer. El ciberacoso sexual es una forma más de violencia contra ellas. El objetivo del hombre es dominar y destruir la libertad, la mente, las emociones, el cuerpo y la identidad de las mujeres”, explica Cruz. No se trata de actos inconscientes, ni de falta de educación o empatía. Los hombres que acosan a las mujeres saben perfectamente que ellas sufren, de la misma forma que saben que cuando alguien abusa de su fuerza es capaz de causar un enorme daño.
¿Cómo paramos esto? Para responder a esta pregunta, Cruz ofrece algunas soluciones: “Una es contemplar el ciberacoso sexual contra las mujeres como una forma de violencia de género y, por tanto, incrementar las medidas de protección y de persecución del delito al ser juzgados en tribunales especializados, tal y como se juzgan los delitos de género en el entorno de la pareja. También es importante realizar campañas de difusión centradas en el acosador, en la identificación de esta violencia como un hecho grave, como un atentado contra nuestros derechos sexuales y contra nuestra libertad, privacidad e intimidad».
Además, «la educación sexual y de prevención es un factor básico para promover la igualdad y derribar estereotipos de género. Es necesario eliminar la cultura de la violación, la cosificación y el juicio moral hacia cualquier comportamiento sexual para así reducir el estigma. Hay que ampliar los programas de formación a profesionales y sensibilizar sobre las características de este tipo de delitos, los mitos sobre las respuestas de supervivencia y las formas de coacción más visibles”.