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‘La Marea’, un refugio contra las prisas y la desinformación
Ruido. Desinformación. Genocidios en directo. En la nueva revista de ‘La Marea’ buscamos lugares físicos y mentales, cobijos que nos ayuden a construir, desde la colectividad, no un sitio hacia el que poder huir, sino un sitio en el que poder estar. ¿Cuál es el tuyo?
Consigue tu ejemplar en papel o digital en el kiosco de La Marea.
¿De qué podemos hablar en estos tiempos de ruido, de desesperanza, de Trump, de guerras, de genocidios? ¿De qué podemos hablar con las vacaciones –quien las tenga– y un verano más por vivir –o sobrevivir con los efectos de la crisis climática–? ¿De qué hablamos sin que nos entren ganas de llorar, de tirar la toalla? ¿Qué hacemos para no hundirnos?
Y así, entre estas preguntas, surgió la palabra REFUGIOS. Con mayúsculas. Nuestros refugios, la nueva portada de La Marea en papel (diseñada en esta ocasión por Pablo Caracol). Porque efectivamente hay rachas en las que, a pesar de intentarlo, una ya no puede más. Nosotras mismas estamos agotadas de nadar en mitad de la desinformación, de las prisas, de las corrientes que nos impiden remontar los números y hacer viable la revista. Necesitamos, una vez más, conseguir suscripciones o donaciones que nos permitan seguir construyendo este pequeño refugio informativo que es, para muchos de vosotros y vosotras, La Marea.
En este contexto, como podréis leer en el nuevo número, cada persona necesita un rincón, un cobijo, un lugar al que poder ir para sentir, al menos, un poco de alivio. Yo quiero meter la cabeza debajo de la almohada, yo quiero irme a un lugar donde no haya nadie; yo quiero volver a mi pueblo, con mis vacas y mis perros, donde era feliz; a una cabaña, al mar, a ver las estrellas; quiero leer, sin que nadie me pida más productividad, un libro. Un simple libro. Quiero reírme con mis amigas y empezar a construir, como cantaban Coque Malla y Leonor Watling en Berlín, la casa donde estaremos para toda la vida. Porque ni casas nos quedan ya para refugiarnos.
Y aunque sabemos que los refugios no son la solución, sí nos permiten tomar aire para seguir peleando por un mundo más habitable, con mayor humanidad, como hemos venido defendiendo con nuestra campaña de humanos frente a la dictadura del algoritmo. Ojalá podamos seguir contándolo desde La Marea, uno de nuestros refugios para seguir renovando las luchas y la alegría. Ah, y si te animas, puedes contarnos, a través de redacción@lamarea.com, cuál es el tuyo.
Mucho más en La Marea 107
Además del dossier, centrado en ese refugio que todas necesitamos, La Marea 107 viene cargada de temas actuales e interesantes. Uno de ellos es el terremoto político y social que está provocando Donald Trump en su país. Sebastiaan Faber, profesor de Estudios Hispánicos en el Oberlin College (Ohio), escribe una crónica sobre las manifestaciones en contra las políticas autoritarias y xenófobas del presidente, que han atravesado Estados Unidos de costa a costa. Sus opositores (en la calle y en el Congreso) aún no saben cómo desactivar a un mandatario imprevisible, mentiroso y cortoplacista.
El fotógrafo Roberto Palomo, por su parte, comparte con nosotras cuatro años de trabajo, los que necesitó para seguir el proceso de exhumación e identificación de los restos de su bisabuelo, fusilado durante la Guerra Civil en Feria, un pueblo de Extremadura. El resultado periodístico de ese seguimiento es impresionante.
Siguiendo la tónica de nuestras visitas al extranjero, Núria Vilà se desplaza a Uzbekistán para ver con sus propios ojos uno de los mayores desastre ecológicos de la historia: la desertificación del mar de Aral. Fue el cuarto lago más grande del mundo, muchas comunidades vivían de la pesca, poseía una rica biodiversidad, pero todo eso se desvaneció cuando la URSS decidió desviar los ríos que lo alimentaban para regar los campos de algodón. Tras la caída del Muro, los posteriores gobiernos capitalistas continuaron en esa línea hasta consumar la tragedia.
Miquel Ramos, por su parte, escribe sobre el acoso que reciben los periodistas que denuncian a la ultraderecha. Primero se les abrió las puertas de los medios, luego entraron en las instituciones y ahora van por la calle hostigando y profiriendo amenazas contra sus críticos. Quienes están «en la diana», escribe Ramos, «no paran de advertir que cualquier día pasará algo grave y entonces todos nos preguntaremos en qué hemos fallado».
Hablamos también con el subsecretario general de la ONU, el tunecino Youssef Mahmoud, muy crítico con la actual deriva de Naciones Unidas. Patricia Simón lo entrevistó como experto en proyectar soluciones de paz. La suya pasa por «construir un futuro común» para trascender los conflictos del presente y desactivar la polarización.
Además, dos escritores con un extenso background televisisvo, Bob Pop y Javier Durán, dialogan sobre el futuro de la televisión pública, tan atacada en estos momentos.
Y, por supuesto, tenemos nuestro suplemento cultural, El Periscopio, que en esta ocasión lleva en la portada una espectacular ilustración de Ana Jarén.
Dentro de sus páginas podemos leer una entrevista con el escritor marroquí Abdelá Taia, una reseña de Noelia Isidoro sobre la última temporada de ‘De eso no se habla’, el pódcast de Isabel Cadenas, y un repaso por los festivales de música que no pertenecen a fondos de inversión proisraelíes, que son pocos, pero los hay. Y también tenemos derecho a cantar y bailar este verano sin ser cómplices de ninguna atrocidad.
Como podéis comprobar, la revista de julio/agosto viene cargada de temas interesantes.
No os la perdáis. Suscribíos. Seguid construyendo ese refugio dedicado al periodismo independiente que es La Marea.