Opinión
Gasto militar: no se trata (sólo) del 5%
No se trata de mantener el gasto social, sino de subirlo, opina el economista Fernando Luengo: “Basta con poner sobre la mesa los datos de desigualdad y pobreza, los bajos salarios, el imposible acceso de los jóvenes a la vivienda… ¿Está la izquierda en el gobierno satisfecha con este balance?”.
Elevar el gasto militar hasta situarlo en el 5% del Producto Interior Bruto (PIB). Una exigencia de Donald Trump –no estamos ante un loco de atar que va por libre, es el defensor más implacable de los poderosos intereses estadounidenses y globales que articulan el complejo militar industrial– y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) instalada en la lógica de la guerra, al servicio de la estrategia de confrontación de Estados Unidos y de las elites globales más militaristas.
Conviene tener claro en el debate que se ha abierto –del que, como siempre, están excluidas las clases populares– que el asunto no va sólo de porcentajes, aunque también, sino de la propia lógica de aumentar el gasto militar de manera sustancial en los próximos años. Dar por bueno este planteamiento –como hace de hecho en España el gobierno de coalición– supone incorporar la lógica belicista de la OTAN y, por cierto, también la de la administración estadounidense. Objetivamente, representa un paso adelante en un escenario de confrontación global y de guerra en el que cada vez nos encontramos más inmersos.
Además, pretender hacer compatibles el crecimiento del gasto militar –que, como ponen de manifiesto las estadísticas, ya se ha materializado en los últimos años y que, si se mantiene la lógica actual, se intensificará en los próximos– con el gasto social y productivo es una absoluta falacia… Una gran mentira que, como tantas otras, se pretende colar entre la ciudadanía con mucha propaganda y poco debate.
Porque no se trata sólo de los recursos públicos que ahora se destinan a esos ámbitos, claramente insuficientes, pese a haber registrado algunas mejoras en los últimos años; basta con poner sobre la mesa los datos de desigualdad y pobreza, los bajos salarios de muchos trabajadores, el imposible acceso de los jóvenes a la vivienda, las carencias de nuestro modelo productivo y el agravamiento de todos los indicadores concernientes con el cambio climático… ¿Está la izquierda en el gobierno satisfecha con este balance?
Si esta es, a grandes rasgos, la situación actual, que exigiría un sustancial viraje de la política económica, la afirmación de que se mantendrán las prioridades sociales, como de manera insistente proclama el presidente del gobierno, resulta a todas luces gratuita y demagógica, un brindis al sol.
Porque no se trata de mantener los niveles actuales de gasto social y productivo, sino de aumentarlos de manera sustancial y esto se me antoja incompatible con el nivel alcanzado por el gasto militar y, menos aún, con el previsto aumento del mismo… aunque no lleguemos al aireado 5% del PIB.
No hay ninguna izquierda en el gobierno «progresista».