Opinión
La pluma le da el toque
"Claro que la pluma le da el toque, cromañones. Porque la pluma es libertad. Es algo que se lleva dentro y que hemos tenido que esconder por miedo a vosotros, personas con graves carencias evolutivas".
Sirva este texto como carta de presentación y declaración de intenciones. Creo firmemente que estamos en un momento en el que hemos de combatir con palabras las acciones de aquellos y aquellas que quieren destruir el estado de bienestar que hemos construido entre todos y todas para todos y todas. Para todes. Sí, además de pluma, lenguaje inclusivo.
Dando una vuelta por las redes sociales –que cada vez son más redes en el sentido arácnido del término y menos sociales en el sentido constructivo del mismo–, me he encontrado con un nuevo insulto de los intolerantes patrios para intentar hacer daño a los hombres gay. Esta vez son seis palabras, pero forman básicamente un circunloquio para lo que en realidad quieren decir: maricón.
La frase es la siguiente: “La pluma le da el toque”. Y, sinceramente, tengo que darles la razón. Claro que la pluma le da el toque, cromañones. Porque la pluma es libertad. La pluma le da el toque porque es algo que se lleva dentro y que hemos tenido que esconder por miedo a vosotros, personas con graves carencias evolutivas.
Por eso le da el toque. Y le da el toque a todo. Porque la pluma es valentía. La pluma es que nos importa muy, muy poco vuestra idea tóxica y pervertida de la masculinidad. La pluma transmite “tía, aquí me tienes, no te voy a hacer daño”, la pluma acoge.
Pero, sobre todo, la pluma le da el toque porque os molesta. Porque os amenaza más de lo que jamás admitiríais. Porque con ese toque de pluma estamos llenando espacios generalistas, saliendo de los márgenes y llegando a todo. Ese toque de pluma está en la voz de la nueva comunicación. La pluma le da un nuevo toque al siglo XXI y, de paso os da un fuerte toque a vosotros en los morros.
Tengo claro, pero clarísimo clarísimo que es la la pluma lo que le da el toque, retrógrados. Porque como dicen en inglés, la pluma es un alto y claro “we’re here, we’re queer, get used to it”. Estamos aquí, hemos sobrevivido gracias a quienes nos precedieron y tuvieron que esconder la pluma toda su vida. Así que, frente a vuestra muestras de odio, nuestra pluma bien visible.
La pluma le da el toque porque os asusta. Porque la mostramos delante de vuestros niños y van a saber que no solo existe una forma de ser hombre. Nosotros le damos el toque de la pluma. Y ellos ven que se puede ser libre. Que se puede vivir sin represión. Que se puede ser feliz y existir y ser “normal”.
La pluma le da el toque porque niega esa “normalidad” de la que tanto hacéis gala y que no es más que adoctrinamiento en algo que ya no existe y que vosotros añoráis, porque la existencia de nuestra pluma os pone quita a vosotros un privilegio que usurpasteis. La pluma le da el toque a vuestra ranciedad. La pluma le da el toque a vuestra hegemonía caduca. Y ese toque es mortal.
La pluma le da el toque a abrir la visión del espectro de la vida. Así que seguid escribiéndolo, por favor. Seguid comentando eso de “la pluma le da el toque”. Yo, personalmente, pondré un corazoncito a todo comentario que lo diga . Porque sabré que lo estoy haciendo bien. La pluma le da el toque. Y, a vosotros, el estoque.
Así que saquemos la pluma, digamos al mundo que hay otra forma de vivir, otra forma de ser feliz. Otra forma de compartir espacios, con seguridad y sí, con mucha pluma. Y acabo con esto, que no es mío, es del gran Aitor Albizua. La pluma le da el toque. Sí. Y por eso, unámonos al grito de guerra de Aitor: “ARRIBA, MARICONES”.
*Flanagan McPhee es el pseudónimo del escritor Vicente Catalá Tormo, autor de ‘La extraña vida de los objetos perdidos’ (Penguin)