Opinión
¿Por qué hay que aumentar el gasto militar?
"Los argumentos son radicalmente falsos y tan sólo responden a los intereses del complejo militar-industrial, cada vez más poderoso e influyente", reflexiona el economista.
Qué importante es poner negro sobre blanco los supuestos a partir de los que se construyen los razonamientos. Una imperiosa necesidad que a menudo se omite y que, en mi opinión, es un grave error o, peor todavía, un olvido deliberado que todo lo condiciona, que sesga el análisis y las conclusiones del mismo… y de este modo nos dan «gato por liebre».
Abundan los ejemplos, pero ahora me quiero referir al gasto militar y más concretamente a los que defienden la necesidad de su aumento. ¿Cuáles son algunos de los supuestos básicos que, en este caso, se manejan y que constituyen el nudo gordiano de todo el razonamiento? Destacaría cuatro.
El primero es que existe una «amenaza rusa» que más pronto que tarde se materializará y que supondrá la invasión de otros países europeos; desde esta perspectiva, Ucrania tan sólo sería la primera pieza de una estrategia imperialista y agresiva del «régimen de Putin», que se materializará en incursiones militares en otros países. No queda otra en este escenario que militarizar Europa (no sólo los países comunitarios) para estar en condiciones de defenderse de estas agresiones, “Europa tiene que prepararse para la guerra”.
El segundo supuesto es presuponer que Europa debe comprometerse militarmente con Ucrania, apoyo que pasa por entregar armamento defensivo y también ofensivo para que este país esté en condiciones de enfrentar al poderoso ejército ruso, respaldar la estrategia agresiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y de Estados Unidos, intensificar y ampliar las sanciones a Rusia y eventualmente desplegar fuerzas militares europeas en territorio ucranio. Con estas actuaciones se pretende convertir a Europa en un actor relevante en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
La tercera de las premisas es que Europa está obligada a cubrir el vacío dejado por Estados Unidos, que quiere retirarse, al menos parcialmente, del territorio europeo –y también de la guerra que enfrenta a Rusia y Ucrania– para centrarse fundamentalmente en su disputa estratégica con China. Esa retirada exigiría tanto de los gobiernos que forman parte de la Unión Europea como, sobre todo, a escala comunitaria, el crecimiento del gasto militar. Con el convencimiento de que avanzar en esa dirección hará de Europa una región más respetada, fuerte e influyente.
El cuarto y último de los supuestos consiste en sostener que el gasto militar debe convertirse en una de las piezas claves del engranaje económico europeo. La reestructuración y modernización de la economía, la innovación tecnológica, la creación de empleo e incluso el mantenimiento del gasto social pasa por el aumento sustancial del gasto militar. El resultado será más Europa y una Europa más fuerte y respetada en el ámbito militar y económicamente más sólida.
Esos cuatro supuestos pretenden ser la base de un edificio analítico y propositivo sólido, convincente. Si, de entrada, los damos por buenos, si no los cuestionamos, situamos el debate en la magnitud, el contenido, la financiación y los plazos a ejecutar el aumento del gasto militar (donde lamentablemente se encuentra). Un triple salto mortal que deja en la cuneta aspectos centrales de un debate fundamental, que ya quedaría hipotecado.
Cada uno de estos supuestos merece, sin embargo, una reflexión en profundidad. Adelanto desde ahora mi posición: estas premisas deben ser cuestionadas desde su raíz. Son radicalmente falsas y tan sólo responden a los intereses del complejo militar-industrial, cada vez más poderoso e influyente.