Internacional
Irán ataca un hospital israelí e Israel bombardea el reactor nuclear de Arak
Miles de ciudadanos extranjeros, entre ellos turistas españoles, esperan ser repatriados ante el recrudecimiento del conflicto. Trump juega al despiste en cuanto a la intervención de Estados Unidos en el conflicto.
Cientos de españoles atrapados en Israel han pedido salir de allí debido al conflicto con Irán. El primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, mantiene cerrado el espacio aéreo, por lo que la evacuación se realizará por tierra, a través de Jordania. El Gobierno de España está trabajando para enviar allí aviones militares con los que emprender la repatriación en las próximas horas. Según Israel, en su territorio hay en este momento alrededor de 40.000 turistas procedentes de todo el mundo.
La situación se ha tornado muy peligrosa para ellos ya que Irán ha conseguido burlar la defensa antiaérea israelí, considerada hasta hace muy poco como inexpugnable. Esta madrugada, un misil iraní ha alcanzado el hospital Soroka, en la región de Beersheva, al sur de Israel. El impacto ha dejado 60 heridos, según los servicios de emergencia. Desde Teherán han explicado que el objetivo no era el hospital, sino una de las bases de la inteligencia militar hebrea, situada en las cercanías. Israel también bombardeó un hospital iraní el pasado lunes. Netanyahu ha advertido a Irán que pagará “un alto precio” por este ataque. La viceministra de Asuntos Exteriores, Sharren Haskel, ha remarcado en la red social X que “no se trata de una base militar, sino de un hospital, el principal centro médico de la región del Neguev. Un objetivo civil, atacado deliberadamente. Un acto criminal. El mundo debe reaccionar”.
La última frase no sería tanto un ejercicio de ironía (por el “genocidio” que Israel está perpetrando en Gaza y que “el mundo está viendo en directo a través de sus pantallas”, según el reciente informe de Amnistía Internacional) como una llamada a la intervención de Estados Unidos en el conflicto. A este respecto, Irán ha sido claro: “Cualquier forma de intervención militar estadounidense sin duda tendrá como consecuencia un daño irreparable”, dijo Alí Jamenei, líder supremo del país.
Donald Trump, por su parte, está interpretando uno de sus papeles favoritos: el de gobernante indescifrable e imprevisible. “Nadie sabe lo que voy a hacer”, dijo sobre la posibilidad de atacar Irán. “Puede que lo haga. Puede que no lo haga”, añadió. Mientras tanto, Estados Unidos despliega su poderío naval y aéreo y pone rumbo a Oriente Próximo. Sus primeros bombarderos llegaron ayer a las bases españolas de Rota y Morón de la Frontera.
Además, Israel continuó con su ofensiva y afirmó hoy haber atacado un reactor nuclear de agua pesada en Arak, en el centro de Irán, a unos 250 kilómetros de la capital. El propósito de este ataque, según informa el Ejército hebreo, era inutilizar sus instalaciones (que permanecían inactivas) para impedir que “el reactor fuera restaurado y utilizado para el desarrollo de armas nucleares”. La televisión iraní informó de que la central fue evacuada antes del ataque y de que “no había peligro de radiación”.
Desde que Israel iniciara sus ataques sobre Irán la semana pasada, se han reportado al menos 224 muertos iraníes (el 90% de ellos civiles) y alrededor de 1.500 heridos, según sus autoridades sanitarias. Por parte israelí, se contabilizan al menos 24 muertos y casi 600 heridos, según fuentes militares.
Que se queden allí. Y si no no haber ido.