lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

Compañeras

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Opinión

Compañeras

«El mundo mejor que queremos necesita que empecemos a quedar menos para hablar de nosotras mismas y lo que nos pasa y más de qué podemos hacer juntas para mejorar las vidas de todas», escribe Adánez.

Marcha del 8 de marzo de 2018 en Madrid. ÁLVARO MINGUITO
Noelia Adánez
05 enero 2024 Una lectura de 4 minutos
Telegram Linkedin Url

A menudo asumimos de manera errónea que los feminismos han presentado un frente unitario a lo largo de su historia y que los conflictos en su interior obedecen a coyunturas específicas, a momentos en los que determinadas circunstancias externas fuerzan debates imposibles porque provocan una gran confrontación dentro del movimiento o precipitan la resolución de otros que parecen estar esperando desde siempre una respuesta y una acción unánime y concreta. La prostitución o la pornografía, por ejemplo, pertenecerían a este último tipo de asuntos.

Se trata de temas pendientes planteados en abstracto, que se consideran propios de la agenda feminista, grandes debates (en los que las personas más directamente afectadas ocupan un lugar muy secundario o directamente son ignoradas) que a cada tanto parecen emerger con todo su potencial para generar enfrentamiento y romper idealizados consensos.

Hace muy pocas fechas vimos cómo sucedía algo parecido con los derechos de las personas trans, lo que a algunas nos produjo una alarma y un estupor de los que todavía no hemos salido. Lo que pareció inicialmente una disputa o desacuerdo en torno a una ley se reveló en un periodo muy corto de tiempo como una ofensiva organizada e inaceptable contra las personas trans. De refilón también sufrimos hostigamiento quienes nos alineamos con la idea de que no puede haber feminismo al margen de los derechos humanos. Muchas amistades entre personas feministas, llegadas a ese punto, se rompieron.

La amistad entre feministas es una cuestión fundamental en la historia de nuestros movimientos. Desde que en la segunda ola se convino que lo personal es político las amistades entre feministas han tenido una componente íntima y terapéutica que muchas de nosotras hemos cultivado en algún momento. Durante mucho tiempo hemos interpretado que la política se sustenta en la suma de multitud de experiencias personales atravesadas por el sexismo (lo individual y lo estructural, en este sentido, mantienen un equilibrio complicado que convendría revisar) y, por la misma razón, hemos creído que constatarlo en conversación con una amiga feminista (o un montón de ellas) sería en sí mismo un acto político y tal vez lo sea, pero de un tipo que nos lleva demasiado a menudo a caer en la autoafirmación y el victimismo.

Nociones propias de la segunda ola como la de que lo personal es político o el concepto de sisterhood merecen una reconsideración, aunque solo sea porque hace ya tiempo que la idea de que existe una opresión común a todas nosotras constituye un fundamento dudoso que oculta la compleja realidad social de las mujeres. Los vínculos de amistad solo son verdaderamente políticos cuando esta complejidad se torna consciente afectando el modo en que cada una de nosotras miramos el mundo. Romantizar la existencia de una opresión común, mistificar un agravio, puede llevarnos al mismo callejón sin salida en el que el feminismo identitario y transexcluyente se encuentra. Hablo del callejón del ensimismamiento y del repliegue conservador que conlleva.

Reconocer en la otra el agravio en lugar de la compañera con la que compartir las luchas en favor de transformaciones que trasciendan los problemas propios, a los que habría que aplicarles altas dosis de reconsideración epistémica, estrecha también las posibilidades de acompañar a los feminismos en sus avances y en la gestión de sus diferencias internas.

El verdadero borrado consiste en mirar a la otra como una prolongación de una misma y no aceptarla como compañera de lucha si no reúne los requisitos exactos, sean éstos de orden sexual, racial o de clase, de la identidad que imaginamos para ella. Como cualquier otra categoría social, la de «mujeres» es compleja, diversa y extraña; nadie puede hipostasiarla para asumirla en su totalidad ni renunciar del todo a formar parte de ella. Nuestra forma de ser mujer estará en una medida importante determinada por nuestra manera de ser feministas que, a su vez, dependerá en un alto grado de nuestra capacidad para reconocer en la otra a una compañera.

Necesitamos construir relaciones feministas de compañerismo y camaradería que, en lugar de alertarnos para que nos demos cuenta de que lo que nos pasa es lo mismo que le pasa a las demás (el machacón «amiga, date cuenta»), nos permita tomar conciencia de que fuera de cada una de nosotras hay un mundo que transformar, que las injusticias que lo atraviesan tienen una escala y que no todas sufrimos, ni remotamente, las mismas formas de opresión ni las mismas violencias.

Necesitamos compañeras que nos ayuden a corregir ideas erróneas que tienen que ver con mirar el mundo de una manera unívoca, como una prolongación de nosotras mismas, un territorio reconocible en el que los abusos siempre los infligen otros y en el que clamamos contra el patriarcado y la dominación de género mientras estructuras de poder amenazantes y mortíferas asociadas al modelo capitalista de explotación en sus múltiples expresiones siguen intactas.

El mundo mejor que queremos necesita que empecemos a quedar menos para hablar de nosotras mismas y lo que nos pasa y más de qué podemos hacer juntas para mejorar las vidas de todas. Estos son los vínculos de amistad feminista que tenemos pendiente forjar, unos en los que sin perjuicio de que seamos amigas (o no), asumamos la complejidad, abandonemos dogmatismos y cómodos eslóganes y nos relacionemos políticamente conscientes de nuestras profundas diferencias.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€
  • #feminismo
  • #LaMarea97

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Artículos relacionados

Las vecinas que no sabían que eran amigas

Olivia Carballar
24 noviembre 2023

Dossier #LaMarea97 | Necesitas una amiga

La Marea
29 octubre 2023
Comentarios

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • Pedro Sánchez pide perdón a la ciudadanía y descarta elecciones: "Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán"
  • Jeff Sharlet: "Hace muchos años que en Estados Unidos la izquierda secular ocupa el margen"
  • Lo de Santos Cerdán (parece que) no es lo de Begoña Gómez
  • Más de un millar de resoluciones del Consejo de Transparencia han sido ignoradas desde 2016
  • Ni reyes ni césares: al desplegar a las Fuerzas Armadas para sofocar la disidencia, Trump ha cruzado el Rubicón

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • Contacto

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar