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El fascismo como trituradora emocional

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Opinión

El fascismo como trituradora emocional

"Una enorme parte de su toxicidad reside en cómo desplaza el eje de la atención y la agenda de lo debatible y asumible hacia lo monstruoso", reflexiona Ignacio Pato.

Un grafitero dibuja a Donald Trump. REUTERS/ MATTHEW CHILDS
Ignacio Pato
07 enero 2021 Una lectura de 4 minutos
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Me llegan al teléfono alertas de varios medios: con titulares más o menos claros precedidos de emoticonos de rojas exclamaciones y sirenas de emergencia, parece que ha habido o altercados o un asalto o un intento de golpe de estado en Estados Unidos por parte de partidarios de Trump.

Abro Twitter en busca de información más directa y me sorprende ver que Jamiroquai es tendencia. Con lo gordo de lo que estaba pasando en Washington eso solo podía significar algo malo sobre el cantante, pero por suerte para él me equivocaba y sigue vivo. Se trataba solo de que la imagen de uno de los invasores del Capitolio, que uno de los fascistas, iba vestido de manera que recordaba al cantante en alguna de sus actuaciones.

De repente, y sin gustarme especialmente su música, estaba siguiendo un acontecimiento que podía cambiar el equilibrio geopolítico –¡quizá hasta nuestras vidas en un efecto mariposa nada rebuscado si atendemos al deterioro ambiental o la posibilidad de un conflicto armado!– con mi cabeza tarareando Cosmic girl mientras por mis ojos pasaban una y otra vez avatares de caras conocidas y amigas e incluso, gracias al algoritmo, la rezagada foto de algún regalo de Reyes.

El fascismo –como defensa violenta del privilegio, como dique último del capital y como ya se ha dicho unas cuantas veces– no solo es veneno en sí mismo, sino que una enorme parte de su toxicidad reside en cómo desplaza el eje de la atención y la agenda de lo debatible y asumible hacia lo monstruoso. En nuestro teléfono, en nuestra propia mano, vemos literalmente compartir espacio a políticos que desearían que no hubiéramos nacido nunca con las paellas y el pisto, con los logros profesionales y hasta con los hijos de nuestros amigos. Un golpe de dedo, un simple scroll, puede traernos a los ojos, a distancia de apenas unos píxeles, a víctima y verdugo. 

El borrado de límites es integral, pero se amplifica en una red social que en una década ha recorrido el camino que separa el ciberidealismo y el activismo digital del cibercinismo y la construcción de marca personal. También la red en la que la profesión periodística está sobrerrepresentada. Como recordaban en una conversación Bob Pop y Miquel Ramos, el impulso mediático del fascismo está relacionado con la explotación laboral del gremio. Odio y miedo son mucho más fáciles, rápidos –y por tanto rentables– de provocar que la empatía o la comprensión. Cualquier empresa privada, por medio de comunicación que sea, le debe mucho menos a la democracia que a su próxima junta de accionistas.

Nadie es neutral en un tren en marcha, dijo el historiador Howard Zinn. Ni siquiera en estos vagones vulnerables y raíles descuidados por los que vamos lanzados a una absurda velocidad. Esta sensación de provisionalidad está construida y es una forma de sometimiento. De violencia y de negocio.

El economista Andrew Glyn –citado en el monumental ensayo El pueblo de Selina Todd– estudió con cifras la decisión del thatcherismo de cerrar las minas y llegó a la conclusión de que hacerlo, en zonas sin alternativa económica, supondría mayor gasto público en indemnizaciones, subsidios y pensiones que dejarlas abiertas. La falta de tiempo, la desorientación, el aturdimiento, es una decisión política impuesta se arriba a abajo. Es un régimen disciplinador.

Todo cambia, todo es fugaz y vaporoso pero llevamos más de 100 años con jornadas de 8 horas y en el último trimestre las horas extra no pagadas han dejado de crear, han destruido, 58.083 empleos a tiempo completo. La industria de la prisa se alimenta de que pospongamos nuestros encuentros con las personas a las que queremos y nos quieren mientras no disimula ya su nomenclatura de ansiedad: Pedidos Ya, Yatekomo, Just Eat. Recibir un libro en media hora. 

Posiblemente sean frustrantes las llamadas a ver el fascismo como si fuéramos partisanos de los años cuarenta del pasado siglo. Es difícil ajustar lo cerca o lejos que estamos del peligro real cuando este ha dejado de ser, como en el caso de la extrema derecha, un horror inasumible, cuando su pulsión de muerte viene empaquetado como “disfraz de Jamiroquai” o “un loco episodio de un loco 2021” y cuando incluso podemos comprobar que la interacción con el odio genera rédito digital.

Quizá una de las claves sea vincular a la ultraderecha, y a la derecha cómplice, con un malestar que no es solo material. No como su “desatascador” –así se ha presentado en la última década para machistas, racistas y clasistas temerosos de perder sus ventajas sociales–, al contrario: como generador de dolores profundos que a veces no es fácil identificar, como la trituradora de afectos que es. Intentemos, no es fácil y toda acción individual es incompleta, reconciliar nuestras emociones con ritmos de escala humana.

No toda velocidad es reaccionaria ni mucho menos, recuerdo a nuestras abuelas hablando rápido para acabar las frases antes de que ningún hombre las cortase. Si en un día me cabreo tres veces, me pongo muy triste dos, me río a carcajadas otras tres y leo cuatro artículos imprescindibles, puede que mi coco no tenga mucha defensa posible a la hora de compaginar un golpe de estado con Cosmic girl. 

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Comentarios
  1. Chorche dice:
    07/01/2021 a las 20:46

    Menos mal que España es una democracia!!!!!
    Tte. Luis Gonzalo Segura: «La Constitución española faculta al ejército para dar un Golpe de Estado (vídeo)
    https://canarias-semanal.org/art/29283/tte-luis-gonzalo-segura-la-constitucion-espanola-faculta-al-ejercito-para-dar-un-golpe-de-estado-video

    Responder
  2. Miguel dice:
    07/01/2021 a las 19:30

    Alfonsillo : estas realmente mal ; no demores más la cita con el especialista de tu enfermedad pues has perdido hasta los sentidos ; esos que llaman » cognitivos» .
    Procura no saltarte tomas de la medicación , pues hay radica el éxito para tu difícil curación , junto con que dejes de escuchar en la COPE al loco extremista del Carlitos Herrera » ( el bocachanclas bien pagao ; que se iba a exiliar a Somalia) .
    Salud República y deseo tu posible recuperación,ja,ja,ja.
    PD.
    Y no realices peregrinación alguna a la tumba de tu amado » Claudillo» .

    Responder
  3. Alfonso dice:
    07/01/2021 a las 15:28

    La que han liado los antifas… Primero estatuas y ahora el Capitolio. ¿Qué será lo siguiente? ¿Incendiar guarderías?

    Responder

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