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Las ventajas de la catástrofe

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Opinión

Las ventajas de la catástrofe

Soldados patrullan las calles en el municipio de Alexandra, en Sudáfrica. SIPHIWE SIBEKO / REUTERS
José Ovejero
09 abril 2020 Una lectura de 3 minutos
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‘La mirada’ es una sección de ‘La Marea’ en la que diversas autoras y autores ponen el foco en la actualidad desde otro punto de vista a partir de una fotografía. Puedes leer todas las de José Ovejero aquí.

En todas las catástrofes, naturales o provocadas por el ser humano, siempre hay gente que se beneficia de ellas. Los más visibles son los especuladores y acaparadores, que reciben el desprecio sin paliativos de la mayoría, como estamos viendo estos días en el caso de quienes suben el precio de mascarillas o de los servicios funerarios. Pero por mucho que nos parezca inmoral, tenemos que reconocer que esta gente no hace más que aplicar de forma ortodoxa los principios del liberalismo, que solo parecen revelar su brutalidad en tiempos de crisis: las leyes del mercado ya provocaban víctimas antes del coronavirus, pero sus defensores a ultranza consideran que es el precio a pagar por el bienestar social a largo plazo. En un artículo publicado en el New York Times hace ahora cincuenta años, Milton Friedman afirmó que “la única responsabilidad social de las empresas es aumentar los beneficios”.

Estos beneficiarios directos de la desgracia ajena, al igual que los políticos que buscan protagonismo aun a costa de obstaculizar los esfuerzos para reducir el número de víctimas, son la cara más visible de las ventajas que puede traer consigo una desgracia. Otros, a menudo más difíciles de distinguir, no viven de la excepcionalidad de una situación sino de eso que Zizek llama la normalización de la catástrofe, de la que da un ejemplo muy gráfico: el calentamiento global está produciendo que yacimientos de minerales y petróleo queden al descubierto en las regiones árticas, lo que permite su explotación; así, eso que parecía imposible e inaceptable, el deshielo de los polos, empieza a relatarse como algo normal, con lo que debemos contar. De la misma manera que aceptamos ya como normales las nuevas medidas de seguridad y el control mayor de nuestras vidas “provocados” por la “amenaza” yihadista.

Me preguntaba estos días cuáles serán esas consecuencias de la pandemia que se querrán normalizar, porque no creo como Ali WeiWei que el capitalismo haya llegado a su fin, ni creo en el reseteo del capitalismo que ahora propugna el Financial Times. ¿Aceptaremos como normal que el gobierno pueda controlar los movimientos de los ciudadanos mediante una aplicación? Al fin y al cabo, esa teórica restricción de nuestra libertad puede servir para salvar vidas. ¿Nos parecerá bien que distintas agencias puedan compartir nuestros datos médicos sin nuestro consentimiento, lo que en caso de epidemia permitiría una mejor reacción y una rápida localización de los ciudadanos más vulnerables? ¿Nos acostumbraremos a obedecer órdenes de confinamiento cada vez que el gobierno considere que lo aconseja nuestra seguridad? ¿Que el ejército patrulle las calles?

De la realidad a la distopía solo media la aceptación de lo excepcional como normal. Y a menudo esa aceptación procede del cansancio y del miedo, dos sensaciones que creo que caracterizan estas semanas de cuarentena. Corremos el riesgo de acoger con  agradecimiento cualquier medida que nos ayude a sentirnos mejor, sea una renta básica o posibilidades de escolarización virtual para niños y niñas, sea una vacuna o la introducción de condiciones más humanas en las residencias de ancianos. Pero eso sería como aceptar el deshielo de la Antártida a cambio de petróleo más barato. Nos estaríamos convirtiendo en rehenes a cambio de limosnas.

Habrá quien diga que para evitarlo es imprescindible exigir el regreso a las condiciones anteriores a la epidemia. Pero quizá deberíamos darnos cuenta de que ya entonces habíamos aceptado lo inaceptable, de que una parte considerable de la sociedad ya estaba viviendo en una situación de catástrofe que habíamos normalizado. Quizá porque muchos nos beneficiamos más de ella de lo que estaríamos dispuestos a admitir.

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Comentarios
  1. ArroyoClaro dice:
    13/04/2020 a las 13:13

    Es habitual en tiempos de crisis que las grandes corporaciones contaminantes aprovechen para intentar chantajear económicamente a los gobiernos y colar su agenda de desregulación ambiental. La UE no está siendo una excepción. En los últimos días hemos visto cómo la industria del automóvil dirigía una petición a la Comisión Europea para que retrase la entrada en vigor de los estándares de emisiones de los vehículos. Es importante recordar que se trata de la misma industria que engañó a los ciudadanos con el ‘dieselgate’.

    Estas peticiones de la industria encuentran eco político en las fuerzas conservadoras; el grupo parlamentario de los Reformistas y Conservadores Europeos, donde se integran los negacionistas de Vox, está pidiendo firmas entre los miembros del Parlamento Europeo para presionar a la Comisión Europea en favor de una desregulación y un abandono o retraso de iniciativas legislativas ambientales como el Pacto Verde Europeo. También están pidiendo que los fondos destinados a luchar contra el cambio climático se destinen a luchar contra el coronavirus. Por su parte, el grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo está pidiendo posponer la ‘Estrategia de la granja al plato’, entre cuyos objetivos se encuentra el reducir las emisiones de la cadena alimentaria y disminuir las afecciones sobre la biodiversidad.
    https://www.ecologistasenaccion.org/140102/trump-da-a-la-industria-barra-libre-para-contaminar-durante-el-coronavirus/

    Responder
  2. Jep dice:
    12/04/2020 a las 19:33

    No creo que una Renta Básica tenga nada que ver con el cansancio o el miedo. Como mínimo la de verdad, la universal, la incondicional, que nada tiene que ver con los sucedáneos que nos quiere colocar el gobierno central. Una Renta Básica nos aporta libertad; porque una persona no es libre si no tiene su subsistencia garantizada.

    Responder
  3. Carmen C. dice:
    10/04/2020 a las 12:34

    Los Borbones, otros que sacan beneficio del coronavirus pues su intachable «trayectoria» pasa a segundo o tercer lugar.
    LA PRENSA FRANCESA SORPRENDIDA POR EL «CERCO DE SILENCIO» MEDIÁTICO QUE PROTEGE LA CORRUPCIÓN REAL. ¿Una prensa amordazada?.
    El periódico conservador (y lo tiene que decir un periódico conservador) francés «le Figaró» dice no entender las razones de la actitud actitud mostrada por los españoles y sus medios de comunicación, en relación con la cadena de escándalos financieros en los que se ha visto atrapado no sólo el ex monarca Juan Carlos I, sino también, indirectamente, su hijo y actual Jefe del Estado, Felipe VI.
    ¿Le llamáis democracia a este chanchullo de país de súbditos aborregados y de verdugos herederos del golpe del 36 que aún siguen siendo los amos, que aún siguen estando al mando de los poderes del estado? .

    Responder
  4. Pauline dice:
    10/04/2020 a las 10:11

    Hay que reivindicar al ejército y a su comandante máximo, de ahí la presencia por doquier de ese Glorioso Ejército español ganador de tantas batallas con enemigos exteriores en los últimos 200 años ( Incluyo la de Perejil)

    Responder
  5. Chorche dice:
    09/04/2020 a las 19:19

    Demasiados idiotas espabilados hay en el mundo y ya no te cuento en esta Piel de Toro.
    Al fín y al cabo sacar provecho de la desgracia ajena, (cuando no la causan, que también los hay) es echar piedras en el tejado común.
    Una persona consciente coopera y crea concordia; pero la inmadurez, la inconsciencia, pasándose de lista sólo consigue hacer más penosa la convivencia y construir un mundo más injusto. Esta es la herencia que les dejarán a sus descendientes.

    ———————————————–
    –Arrecian las críticas y la oposición al despliegue militar por las calles de pueblos y ciudades:
    La presencia de militares en las ruedas de prensa gubernamentales, actuaciones extemporáneas de militares ‘deteniendo’ a civiles, el despliegue de unidades militares en pueblos y ciudades, ha llevado a colectivos sociales de diferente ámbito, a profesionales sanitarios, y a ciudadanos y ciudadanas particulares a preguntarse ¿está siendo efectiva la acción del ejército para ayudar en esta pandemia por el COVID 19? ¿es realmente útil emplear un lenguaje bélico? ¿porqué el ejército no se coordina con las autoridades civiles? ¿supone la presencia del ejército en la calle una cesión de derechos civiles?
    –Colectivo Mambrú señala que “los programas de Salud Pública se hubieran triplicado sólo con los 2.000 millones aumentados al gasto militar”.
    –Ecologistas en Acción se opone al despliegue de militares del cuartel de Bardenas en la ciudad de Tudela.
    –Bardenas Libres y MOC-KEM afirman que “la semántica militar es un arma de peligroso calado”.
    Desde el Colectivo Mambrú añaden que “aún manteniendo exclusivamente el gasto consolidado del año pasado, el gasto militar español supondría al menos 33.921 millones de euros, esto es, 2.090,18 millones más de gasto militar que el inicialmente presupuestado para el año pasado. Este gasto implicaría este año una previsión de 92,93 millones de euros al día, más de 3,87 millones de euros por hora y 727,91 euros por persona/año”, y lo comparan con los datos del ‘gasto’ en salud, “en 2017 (las últimas Cuentas consolidadas) todo el denominado Sistema Nacional de Salud (Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), Ministerio de Sanidad, competencias sanitarias de las comunidades autónomas y competencias sanitarias de las corporaciones locales) presupuestó un total de 763 millones a programas de los servicios de Salud Pública, como los dedicados a la detección y seguimiento de casos como el de COVID-19. La OMS pide ‘redoblar’ estas medidas. Se podría haber hecho ya, llegando incluso a triplicar su dotación, sólo con haber añadido una parte de esos 2.000 millones de incremento del gasto militar español”.
    https://arainfo.org/arrecian-las-criticas-y-la-oposicion-al-despliegue-militar-por-las-calles-de-pueblos-y-ciudades/
    SOMOS REHENES DE VERDUGOS A CAMBIO DE LIMOSNAS, LO ERAMOS ANTES DE LA PANDEMIA Y AHORA INCLUSO NOS PODRIAN REDUCIR LA LIMOSNA.

    Responder

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