Cultura | Feminisimo
Ya no queda tiempo: hay que actuar
El 8 de marzo llega a los cines ‘La mujer de la montaña’, una exquisita comedia de aventuras sobre el activismo ecologista y un canto al heroísmo femenino.
A lo mejor lo que ocurre es que ha llegado el momento de plantarse. Pero plantarse de verdad. Eso es lo que cree, por ejemplo, Greta Thunberg, la activista medioambiental de 16 años que abandera a toda su generación (benditas y benditos sean) en la lucha contra el cambio climático. Y también es lo que cree, con métodos más expeditivos, la protagonista de La mujer de la montaña, una bella historia de resistencia que llegará a los cines el próximo 8 de marzo, y la fecha no puede ser más oportuna.
Hanna, la mujer que ocupa el centro de esta historia, no va a permanecer impasible mientras las multinacionales energéticas, que desembarcaron en Islandia a raíz de la crisis, destrozan el paisaje y el medio ambiente de su tierra. Tiene 50 años, es profesora de canto y esconde dentro de sí a una heroína. Como decía Charles Laughton en Esta tierra es mía (1943), “el sabotaje es la única arma que le queda a un pueblo derrotado”. Y eso es precisamente lo que hará Hanna, sabotear las instalaciones de una fábrica de aluminio en lo que podría parecer una pequeña batalla local pero que es en realidad una guerra global. Y esta guerra, desgraciadamente, enfila su recta final. Por eso, quizá, ha llegado el momento de plantarse y, como Hanna, pasar a la acción.
Es particularmente hermosa la forma en la que Benedikt Erlingsson, el director de esta trepidante historia (trepidante y elegantísima, con unos contrapuntos musicales, introducidos a modo de coro griego, que son exquisitos), dibuja la valentía femenina. A diferencia del cine americano, que entregado a su particular mito del eterno retorno es siempre la historia de un hombre que se redime de sus pecados a través de la violencia (la mujer es, salvo contadas excepciones, un ser pasivo, poco más que un florero, un atrezo en la aventura), el director islandés dibuja una protagonista a la que no admiramos por su rapidez para desenfundar el revólver o su fuerza repartiendo hostias (dos cosas muy americanas y muy ‘machas’) sino por la firmeza de sus convicciones y porque es todo amor. Y por otro rasgo que también es muy femenino: el remango. Hay que hacer algo o será demasiado tarde, así que mientras los hombres os quedáis sentados discutiendo teorías y trazando estrategias, lanzándoos vuestra erudición en sesudas diatribas prosopopéyicas, las mujeres arreglaremos esta mierda. Y lo haremos a nuestra manera, que no es la fuerza bruta. No renunciamos a un buen guantazo, eso no, nos encanta Wonder Woman y esperamos con mucha curiosidad Capitana Marvel (que también se estrena el 8 de marzo), pero no es imprescindible reproducir los roles masculinos para ser una verdadera heroína.
Hanna, el personaje interpretado por la maravillosa Halldóra Geirharðsdóttir, será, claro está, perseguida por las autoridades y representada por los medios como una terrorista. La retórica neoliberal, y aquí volvemos a Esta tierra es mía, es la misma que la usada por los nazis durante la ocupación: toda resistencia no solo es inútil sino que es contraproducente para la población. No hay alternativa. O contaminación o pobreza y desempleo. Ya conocemos cómo funciona el argumento. Pero desde la dulzura, desde la inocencia, desde el entusiasmo, hay toda una generación que se niega a renunciar a otro mundo posible.
No es casualidad que la gran inspiradora de Benedikt Erlingsson para escribir esta película haya sido Astrid Lindgren, la madre literaria de ese epítome de la insumisión llamado Pippi Calzaslargas. En sus notas para la promoción del filme el director nórdico rescata un elocuente fragmento de una de sus obras, Los hermanos Corazón de León, que habla sobre la importancia de no ponerse de perfil:
“Pero luego Jonathan dijo que había ciertas cosas que tendrías que hacer, aun siendo difíciles o peligrosas.
—¿Y eso por qué? —pregunté sorprendido.
—Porque en caso de no hacerlo no serías realmente persona, solo un pedazo de mierda”.
Gente con coraje que recurrió al sabotaje también aquí lxs hubo, y no fué una película.
En el invierno de 1996, el grupo Solidarios con Itoiz (Navarra) efectuó un SABOTAJE a las obras de construcción de la presa cortando los cables principales de esta. La acción supuso la ralentización de ocho meses de las obras y una fuerte campaña reivindicativa de la lucha. Los activistas que realizaron esta acción fueron juzgados siendo dos de ellos encarcelados, lo que supuso la creación de un movimiento de apoyo popular para su liberación, produciéndose la liberación del último preso en diciembre de 2007.
****
Todx amante de la naturaleza que no haya visto DERSU UZALA, que no se la pierda.
Es un canto a la naturaleza, a los valores humanos y a la amistad.
Rodada en Siberia, está basada en hechos reales.