lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

La línea azul pálido y nuestro futuro común

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Medio ambiente | Medio ambiente 2 | Opinión | OTRAS NOTICIAS

La línea azul pálido y nuestro futuro común

"En nuestras manos está que en el futuro alguien no se lamente de que nos alejásemos, inconscientes, de esa línea protectora que nos alimentó y dio cobijo durante más de diez mil años".

Andreu Escrivà
16 febrero 2018 Una lectura de 6 minutos
Telegram Linkedin Url

Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

Esta de Carl Sagan es mi cita favorita desde la primera vez que la escuché. Han pasado muchos años, pero no he encontrado en ningún otro fragmento, escrito o hablado, una forma tan bella, tan profundamente humana y tan sobrecogedora de definir qué somos y cuál es nuestro lugar en el universo. Para cualquiera que se haya quedado atónito admirando las estrellas una noche clara de invierno, pasando frío pero sin poder apartar la mirada de los miles de puntos centelleantes, la cita de Sagan resume a la perfección el sentimiento de pequeñez y de insignificancia, y también la suerte extraordinaria que es poder contemplar y entender la dimensión del cosmos y la fragilidad de nuestro planeta, que es nuestra única casa. En japonés existe una palabra de difícil traducción, “yuugen”, que remite a ese sentimiento de desborde de las emociones y la comprensión al contemplar aquello que nos supera, que nos cuestiona. El Universo, en definitiva.

Hace ya algunos meses, el punto azul pálido me vino a la memoria, pero no junto al telescopio o tumbado en el campo, sino ante un artículo científico: Why the right climate target was agreed in Paris (Por qué el objetivo climático correcto fue acordado en París). Cuando vi que Stephan Rahmstorf estaba entre los firmantes, me asomó una media sonrisa y un atisbo de esperanza, algo extraordinariamente inusual cuando se lee un artículo sobre cambio climático. Stephan, que es un reputado científico climático, había escrito anteriormente cómo se sentía enfrentándose a los datos y las proyecciones que arrojaban los modelos climáticos sobre el calentamiento global, y cómo de descorazonador era atisbar un futuro al que nadie quiere dirigirse, pero a donde vamos a toda máquina. Lo había hecho en el portal web Is This How You Feel, en donde científicos de distintas disciplinas han dejado escrito, a modo de tablón virtual –o grupo de terapia–, qué sentimientos les provoca estudiar el cambio climático. Hay esperanza, pero también desasosiego. El breve texto de Stephan decía así:

A veces tengo este sueño. Mientras doy un paseo por el campo, descubro una granja en llamas. Los niños piden ayuda desde las ventanas de arriba. Así que llamo a los bomberos. Pero no vienen, porque algún loco no hace más que decirles que es una falsa alarma. La situación es cada vez más y más desesperada, pero no puedo convencer a los bomberos para que vengan. No puedo despertarme de esta pesadilla».

Volviendo al artículo, este argumentaba que los objetivos clave del Acuerdo de París frente al cambio climático, acordado en diciembre de 2015, eran los correctos. Hay que descarbonizar cuanto antes la economía (es decir, abandonar los combustibles fósiles), y hay que evitar por todos los medios pasar de los 2ºC de calentamiento respecto a finales del s. XIX, habitualmente tomado como referencia para evaluar el incremento de temperaturas.

El artículo estaba acompañado de una gráfica muy elocuente en la que se podía ver una línea de temperaturas pretéritas en azul, una gruesa línea gris que representaba los 2ºC adoptados en París, y una serie de fenómenos situados a distinta altura, según qué aumento de temperaturas los activase. Todos ellos, hasta el que nos pueda parecer más irrelevante, comportan un sufrimiento indescriptible, la pérdida de millones de vidas humanas, la destrucción de ecosistemas valiosísimos, y un golpe enorme al bienestar de todas las sociedades humanas. No es una cuestión (únicamente) del oso polar. Si se llega a fundir Groenlandia los mares subirán varios metros (hasta 7, en un deshielo completo), y eso anegará hogares, cultivos, playas, industrias, humedales, paisajes y recuerdos de centenares de millones de personas. Si los arrecifes de coral acaban siendo un cementerio pintado de blanco no solo perderemos una cantidad ingente de biodiversidad (¡mucha ni siquiera descubierta aún!), sino la base de la economía de regiones enteras. Y lo más aterrador es que es muy posible que activemos cambios que ni siquiera seamos capaces de controlar. Podemos, de alguna forma, tocar las teclas de un piano afiladísimo que no sabemos qué música hará sonar, ni qué pedazo de futuro, de felicidad y de geografía nos cercenará.

Ahora pensad en cualquier sinfonía que os emocione hasta la lágrima, en cualquier fecha histórica que estudiasteis a regañadientes en el colegio para un examen, en cualquier victoria deportiva o novela que os mantuvo sin casi dormir durante tres días, en cualquier foto de ruinas romanas con más de mil «me gusta» en Instagram. En todos los números de revistas de viajes y todos sus destinos, por aburridos que sean; en todos los cómics que coleccionáis o juegos de mesa con los que pasasteis tardes enteras de invierno, en cualquier carretera que hayáis recorrido sin saber dónde os llevaba, en cualquier receta que hayáis probado con los ojos cerrados de puro placer.

Pensad en ello, y recapitulad: todo tiene su origen en los últimos doce mil años. Todo ha ocurrido en la longitud monocroma de una línea azul pálido que es tan solo un destello en tiempo geológico, pero que contiene toda nuestra historia, todo lo que somos y hemos sido, todo lo que nos emociona. Lo que sigue a esa línea azul es una rampa naranja y empinadísima hacia arriba, para escalar la cual deberemos de ir desprendiéndonos de recuerdos, lugares, casas, árboles, trabajos, ciudades, sonidos, ropa, cultivos. También de otros seres humanos, porque todos no podremos subir por la escarpadísima vertiente del desafío climático. Y ya se sabe quiénes caen antes: los que no pueden comprar material de escalada, comida, agua, abrigo. Quienes no se pueden pagar, ni siquiera a plazos, la supervivencia.

Ya hemos consumido la mitad de esos dos grados que tenemos de margen, y podemos estar condenados a superarlos –como un equipo que ya ha descendido matemáticamente aunque no haya terminado la temporada–  si no hacemos nada en los próximos tres años. Mejor dicho: si seguimos como hasta ahora, pensando que con solo un acuerdo ya está todo hecho, que alguien vendrá a solucionarlo, que no es para tanto.

Mirad otra vez la imagen. Todo lo que os importa está en azul. Salid a la calle: es azul. Mirad en vuestra casa: es azul también. Coged un álbum de fotos al azar, abrid sin mirar una carpeta del ordenador: azul. Y si no reaccionamos, esa línea y ese color serán solo un centelleo rapidísimo en la historia de un planeta que nos sobrevivirá sin ningún problema, pero que nos puede ser terriblemente hostil si no sabemos cuidarlo. En nuestras manos está que en el futuro alguien no se lamente de que nos alejásemos, inconscientes, de esa línea protectora que nos alimentó y dio cobijo durante más de diez mil años. Nuestro hogar en el cosmos puede ser –lo es– insignificante, como un vulgar guijarro de una playa que llega hasta donde alcanza la vista. Pero es lo único que tenemos, y reconocer su fragilidad no debería hacer que nos quedásemos petrificados de puro miedo, sino activarnos para cooperar y que sigamos siendo, por mucho más tiempo, esa mota azul pálido con la que se maravilló un astrónomo cuyo legado –la maravilla, la curiosidad, la humanidad– está hoy más vigente que nunca.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€
  • #andreu escrivá
  • #cambio climático

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Comentarios
  1. ArroyoClaro dice:
    19/02/2018 a las 21:08

    JUANTXO LOPEZ DE URALDE,
    exdirector de Greenpeace y actual presidente de Equo:
    Esto se hunde mientras los principales actores políticos tocan el violín en la cubierta. En España el Gobierno parece no tener ninguna prisa por tomar medidas, y evita llevar adelante una ley ambiciosa contra el cambio climático. Menos mal, que en algunas Comunidades ya han tomado nota, la última Baleares que han presentado esta semana una ley de Cambio Climático pionera. Perdemos la cuenta de los meses que han pasado desde que la ministra Tejerina anunció el proceso para presentar un borrador de Ley.
    La irresponsabilidad de este Gobierno no parece tener límite, pero las emisiones de CO2 sí. Si creen que estoy exagerando, lean el borrador si pueden; a mí me ha dejado la piel de gallina.

    Estamos perdiendo la batalla para salvar el clima (y nuestra supervivencia)
    Ya es imposible seguir mirando a otro lado o echar balones fuera con el cambio climático. Hay que ser mucho más ambiciosos, y de manera muy urgente
    En España el Gobierno parece no tener ninguna prisa por tomar medidas, y evita llevar adelante una ley ambiciosa contra el cambio climático.

    Responder
  2. María R. dice:
    19/02/2018 a las 20:00

    Los sabios orientales dicen que hay más mundos en el universo que florecillas en primavera en todos los prados de la Tierra y que nuestro planeta, la Tierra, es en el Universo como una escuela de parvulitos; que con nuestro comportamiento temerario e inconsciente estamos empezando a interferir y perturbar la estabilidad de otros Planetas, quienes, más evolucionados, contemplan con preocupación (algunos sostienen que los OVNIS vienen en misión de vigilancia) la dirección errónea que estamos llevando.
    Los parvulitos terrícolas creemos que somos los únicos, los más sabios, los reyes del universo y como «pardillos» que somos dejamos nuestra responsabilidades y nuestro destino en manos de los más desequilibrados, alienados, embrutecidos, perversos e ignorantes de nuestra especie.

    Responder

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • Pedro Sánchez pide perdón a la ciudadanía y descarta elecciones: "Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán"
  • Ni reyes ni césares: al desplegar a las Fuerzas Armadas para sofocar la disidencia, Trump ha cruzado el Rubicón
  • Irán responde al ataque israelí con el lanzamiento de cientos de misiles
  • [Vídeo] Mensaje institucional de Bob Pop a Pedro Sánchez: "Lo que tienes que hacer es..."
  • Israel ataca Irán y extiende la tensión en Oriente Próximo

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • Contacto

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar