Cultura | Opinión | OTRAS NOTICIAS
El padre de Francisco Nieva
El dramaturgo, uno de los autores de teatro más importante de España en el último medio siglo, fallece a los 91 años. Su legado literario es inmenso.
El dramaturgo Francisco Morales Nieva ha fallecido este jueves a los 91 años de edad en su domicilio de Madrid, según ha informado la Real Academia Española (RAE). Nieva, nacido en Valdepeñas (Ciudad Real) el 29 de diciembre de 1924, ocupaba la silla ‘J’ de la RAE desde el 29 de abril de 1990, cuando tomó posesión con el discurso titulado Esencia y paradigma del ‘género chico’.
Catedrático de Escenotecnia de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y doctor honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha (2001), Francisco Nieva, cuyas memorias se han publicado bajo el título Las cosas como fueron (Espasa, 2002), es autor de más de una treintena de piezas teatrales, así como de novelas y ensayos.
Hace unos años, cuando Francisco Nieva recibió en Almagro el Premio Corral de Comedias 2010, cuentan las crónicas que en lugar de leer las notas que llevaba escritas se dispuso a improvisar con el corazón, según sus propias palabras, para hacer partícipe al público de una confidencia muy íntima. Se refirió a continuación a su primera obra, El combate de Ópalo y Tasia, escrito por un adolescente de 16 años mientras su padre agonizaba en la habitación de al lado. Sintió entonces –contó Nieva– que su progenitor lo abandonaba y que, para recuperarlo, quiso dedicarse al teatro, consciente de que su padre habría querido hacer lo mismo sin que su familia, llena de prejuicios hacia el arte de Talía, se lo permitiera.
En ese texto, escrito en la etapa más dura de la dictadura franquista (1944), quiso subrayar su autor que la expresión sincera de la sexualidad, de los sentidos, era absolutamente urgente en aquella sociedad. «Aquello fue una revelación y una rebelión porque mi padre moría entonces arruinado, fracasado, y quise incorporármelo, quise hacer lo que él no pudo hacer. Os aseguro que estos aplausos –por los que en esos momentos escuchó Nieva, muy emocionado– los recibo con él al lado. Yo soy mi padre, queridos amigos, soy mi padre».
Se nos ha ido el que sin duda fue uno de los dramaturgos y hombres de teatro más importantes que ha tenido este país en el último medio siglo. Hace cuarenta años, cuando más que como autor empezaba a ser conocido en España como escenógrafo, tuve oportunidad de entrevistarlo en su casa de Madrid, cerca del parque del Retiro. La entrevista se prolongó durante varias horas, suficientes como para hacer una memoria bastante exhaustiva de sus años de bohemia en París, donde recibió el Premio Polignac por el conjunto de su obra artística, y evocar algunos recuerdos escénicos de sus estancias en Venecia, Roma y Berlín. Fue una conversación muy distendida, que a los pocos minutos logró eliminar mi retraimiento de joven reportero. Entre otras curiosidades anoté entonces que Nieva tenía libros al alcance de la mano al lado del retrete, por el gusto que le proporcionaba la lectura en ese asiento.
La obra dramática de Francisco Nieva está compuesta por su «Teatro furioso» y su «Teatro de farsa y calamidad». Supone una reacción de gran efusión imaginativa y vitalidad escénica frente a la conformista mediocridad del teatro burgués al gusto de las clases medias, mediante un lenguaje y una escenografía barroquizantes y poderosamente mediatizados por la influencia de Ramón del Valle-Inclán, a quien tanto admiraba. Ahora que nos falta, echo de menos no haber leído Las cosas como fueron, su libro de memorias, pero es algo que haré en breve para rememorar algunas curiosidades de aquella larga y agradable plática con una de las personas del mundo de la cultura que mejor impresión dejaron en mí.