La sesión de investidura o el día de la marmota

La sesión de investidura de Mariano Rajoy arranca como la sesión de investidura de Pedro Sánchez: con la repetición de las elecciones en el horizonte y con toda la presión sobre el secretario general de los socialistas, tanto desde fuera como desde dentro de su partido. La cita de hoy en el Congreso no servirá, de hecho, para nada más que para eso: seguir responsabilizando al PSOE de que España lleva más de ocho meses con un gobierno en funciones. De él será la culpa de que los españoles -sostiene el PP- tengan que ir a votar el día de Navidad. 

«Lo sabíamos cuando firmamos el acuerdo. Las matemáticas son caprichosas. Los números no dan», resumía el secretario de Comunicación de Ciudadanos, Fernando de Páramo, tras la firma del pacto con el PP. Rajoy se enfrenta a una investidura fallida en la que sólo contará con 170 diputados de los 176 que suman la mayoría absoluta.

El no de Pedro Sánchez a la investidura de Rajoy parece en estos momentos algo incuestionable dentro del PSOE. Sin embargo, vuelve a cobrar fuerza la idea de formar un gobierno alternativo. Este mismo martes, el diputado del PSE Odón Elorza ha afirmado que, tras el fracaso de Rajoy, su partido debe iniciar un diálogo «sin líneas rojas» en el que se incluya a los «soberanistas catalanes» para alcanzar un modelo parecido al de «Portugal, Valencia o Andalucía». «Nosotros estamos totalmente dispuestos a buscar un gobierno que ayude a la mayoría social», ha afirmado también el coordinador general de IU, Alberto Garzón. En un manifiesto titulado Gobierno de Progreso, numerosos artistas, intelectuales y juristas proponen echar al PP de la Moncloa con una unión de PSOE, Podemos y Ciudadanos.

Muchos analistas políticos ya debaten más sobre la convocatoria de un comité federal del PSOE y de las elecciones vascas y gallegas que de la propia sesión de investidura.