Euforia en Valencia tras la derrota de Rita Barberá

VALENCIA // «Tengo 25 años y no recuerdo haber visto gobernar a nadie más que al PP. Es una noche histórica». Quien habla así es Carlos Manzanas, militante de Juventudes Socialistas, que pide no hacer análisis numéricos y «disfrutar» de la noche. Está en la puerta de un pub del centro de Valencia. Dentro Ximo Puig, el candidato del PSPV, recibe abrazos y felicitaciones por parte de los suyos. El PP ha ganado las elecciones autonómicas, pero un posible tripartito (PSPV, Compromís y Podem) les dejaría fuera de la Generalitat. Ahora falta saber quién sería el hipotético presidente, si Puig con 23 diputados o Mónica Oltra, que tendrá el apoyo de 32 diputados (19 de Compromís y 13 de Podem).

Pero la noche electoral no es momento de números. Tampoco lo es en la plaza del Ayuntamiento. Allí un tractor es habilitado como improvisada carroza discotequera y la música del dj se mezcla con los instrumentos populares valenncianos, el tabal y la dolçaina. Compromís es el alma de la fiesta. Con nueve concejales, su candidato Joan Ribó será el próximo alcalde. «Yo ni me lo creo», «hasta mañana no vamos a ser conscientes», son las frases más repetidas. Hasta la fiesta de Compromís se han acercado el eurodiputado Jordi Sebastià y el representante de la formación en el Congreso de los Diputados, Joan Baldoví.

Suena una traca. La policía, que ha tenido que cortar las calles de acceso a la plaza, contempla el júbilo de los congregados. Una chica, cerveza en mano, se acerca a los agentes: «Ahora sois de los nuestros». El policía le sonríe. Mientras tanto, los aledaños del ayuntamiento se llenan de simpatizantes con banderas de Compromís y suenan gritos de «Oltra presidenta», aunque sean las 2 de la mañana, y Mónica Oltra se haya ido casi dos horas antes.

Mientras tanto, los miembros de Podem, otro de los vencedores, disfrutan del momento tomando cañas en uno de los bares que rodean el lugar y que esta noche no se cansan de vender bebidas. «¿Te das cuenta de qué significa esto?», relata emocionada Sara Verdú, una militante del círculo de Valencia.

Los que no aparecen por el centro de la ciudad son los militantes de Esquerra Unida. Su formación se queda fuera de las instituciones y ellos han decidido volver pronto a casa. «Es una sensación agridulce», reconoce uno de ellos. «No es justo», le apunta un compañero. Están felices por la derrota del PP, pero se muestran inquietos por «la travesía en el desierto» que les espera.

La noche se alarga y los más valientes buscan afters donde terminar la fiesta. En la plaza del Ayuntamiento se reabre el tráfico y alguna botella de cava tirada en el suelo resume esas seis horas de euforia colectiva. El ambiente en Valencia a primera hora del lunes es de resaca. «Ha guanyat la xica eixa que ix a la tele», resume una mujer en una pastelería. «Y Rita, a casa, ya estaba bien», le responde otra.