La España de Berlanga

Se muere la Duquesa de Alba y la España sumisa dobla el espinazo. Doce páginas en El Mundo casi treinta en ABC y 36 en La Razón, nos dan una idea de que este país sigue siendo un país de súbditos… y a mucha honra, que diría más de uno.

Autoridades, Iglesia… todos inclinados ante la figura de la persona que poseía media España (la otra media la tenía Botín).

¿Cuántas veces habrá deseado esta señora salir a la calle en su flamante carroza, tirando monedas por las ventanillas, disfrutando viendo cómo la chusma se arrojaba al suelo para recogerlas? «No señora, ni se le ocurra que en estos tiempos está mal visto». «Pero puede hacer donativos a la Iglesia y contarlo en la prensa, que luce más», le diría su mayordomo.

El arzobispo emérito cardenal Carlos Amigo Vallejo recordaba en su funeral «su amor a la familia y a las tradiciones de su pueblo», así como el «profundo sentimiento de caridad que se expresa en ayudas a los más desfavorecidos».

«Era mu buena, hacía mucho por los pobres». Decía una señora que entrevistaban en la tele.

!!!!!Ole, ole y ole!!!!! ¡¡¡Viva la España cañi!!!

Unos kilómetros más allá, la Pantoja caminaba lentamente hacia la cárcel mientras sus fans lloraban detrás del televisor.

Casi al lado, una señora de 85 años era desahuciada de su casa. Sin que a nadie se le cayese el alma al suelo. Menos mal que vino el Rayo Vallecano a ayudarla ofreciendo pagarle el alquiler de una vivienda.

Ya veis, si es que con un país así, lo de Berlanga no tiene mérito. Los guiones se los dábamos hechos.