¿A qué espera Ana Botín para echar a Rato?

El escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid/Bankia tiene muchos perdedores, empezando por la ciudadanía en su conjunto, y dos claros ganadores. La desfachatez increíble con la que muchos directivos y consejeros de la entidad, que tuvo que ser rescatada con el dinero del contribuyente, se gastaron el dinero negro en fiestas y compras es el ejemplo más contundente de lo que la formación Podemos viene denunciando como “la casta”.

El otro gran beneficiario de la indignación popular por las tarjetas negras es la banca privada. Sí, los Santander, BBVA, Banco Popular y demás. Desde principios del año, los principales ejecutivos de la banca repiten en casi todas sus intervenciones públicas el discurso de que la crisis financiera que ha hundido el país fue culpa exclusivamente de las cajas de ahorro y de sus gestores, políticos sin escrúpulos, como los que han salido a la palestra ahora en el caso de Caja Madrid/Bankia.

“La crisis financiera que estamos viviendo necesita más transparencia. El origen ha estado en las cajas, no en todas, pero sí en la mayoría. Ningún banco ha obtenido ayudas. Se ha hecho un daño enorme a la reputación del sector”, afirmó en enero el presidente del BBVA, Francisco González. En los mismos términos se lamentaban prácticamente todos sus colegas, desde el fallecido Emilio Botín, del Santander, a Ángel Ron, del Banco Popular.

Se trata de una estrategia consensuada y liderada por el nuevo presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, que ha pasado de ser el máximo responsable de la supervisión del sector bancario en el Banco de España a liderar la patronal. “Sólo mediante una pedagogía paciente podremos recuperar un lugar en la opinión pública que sea justo”, dijo en mayo.

A los bancos no les preocupa sólo su mala imagen en la sociedad. Al echar toda la culpa a las cajas, también intentan prevenir posibles reclamaciones por el rescate y nuevas y más estrictas regulaciones para su negocio, tal como contamos en el número de este mes de la revista La Marea (“La banca contraataca”). Los desmanes de Miguel Blesa, Rodrigo Rato y compañía en Bankia obviamente vienen de perlas para el discurso autoexculpatorio de la gran banca.

Lo que chirría, sin embargo, es el hecho de que Rato, a día de hoy, sigue en nómina del Santander, que le fichó el año pasado como asesor internacional (también es asesor de Telefónica, entre otros). Si los bancos apuntan a los malos gestores como el exvicepresidente de José María Aznar como culpables de la crisis, no parece muy coherente que a la vez cuenten con los servicios de esta misma gente.

En un encuentro con la plantilla poco después de heredar la presidencia del Santander de su padre, Ana Botín pidió el fin de prácticas poco éticas, como el engaño en la venta de Valores Santander. “Me importan tanto los resultados como la forma de conseguirlos”, dijo la banquera. Al parecer, en el Santander están meditando cesar a Rato. ¿A qué esperan?

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