Desahuciada y sin poder acceder a las tierras que heredó de su familia

La lucha de Ivonne Estrada es pacífica y tiene la resistencia como arma “contra los poderosos”, tal y como afirma esta cubana de 53 años cuando habla de su caso. Ha venido desde Las Palmas de Gran Canaria a Madrid para exigir Justicia: quiere recuperar las pertenencias de la casa de la que fue desahuciada en diciembre y también que las tierras que heredó su madre y que está reclamando desde hace más de 20 años estén definitivamente a su nombre para poder vivir en ellas.

El objetivo de Estrada es que la atiendan el Defensor del Pueblo y la Fiscalía General del Estado, a los que previamente había remitido sendos escritos. Para lograrlo, ha tenido que dormir toda la semana en el aeropuerto de Barajas, «pasar algo de hambre», y bajar cada día a Madrid para intentar hablar con aquellos que pueden decidir sobre su caso.

El caso de Ivonne es complejo y lleno de casualidades y reveses del destino que han hecho que ella y su madre acaben sin casa y sin sus efectos personales. Las dos mujeres fueron desahuciadas el pasado diciembre del piso donde vivían, por, según ella misma afirma en su denuncia ante la Justicia, no pagar 15 euros a la arrendataria. Además, asegura que los dueños de la vivienda no le permiten recuperar sus pertenencias, porque antes le piden que abone las costas del juicio. “Mi lucha es una cuestión de derechos humanos, no me han dejado ni recoger la ropa de mi madre, que es una mujer muy mayor”, sentencia.

Ivonne se siente indefensa, no dispone de dinero para un abogado y con los que tiene de oficio la suerte le es esquiva. Al juicio sobre el desahucio, su abogada no pudo acudir por encontrarse de parto. Y la Fiscalía Provincial de Las Palmas no recurre al entender que el caso está cerrado y que debe ser ella misma quien impugne la sentencia.

Para eso, ha logrado que le sufraguen un viaje a Madrid. Tras cinco días en la capital, ha logrado hablar con una asesora del Defensor del Pueblo y con varios funcionarios de la Fiscalía General. Ella les cuenta a todos su historia con una sonrisa en la boca, con la tranquilidad de quien piensa que tiene la razón. Después, vuelve al aeropuerto. Allí ha conseguido una red de apoyo de personas que conocen su historia y que la acercan en coche a Madrid o la invitan a algún café. Ella lo agradece todo con una sonrisa y buenas palabras.

Una tierra propia que no puede habitar

El problema de Ivonne podría paliarse si lograra recuperar las tierras que reclama su familia. Su madre es una de las herederas de una finca situada en el valle de San Roque en Las Palmas. Se trata de una superficie de 8.267 metros cuadrados y con una casa edificada de 58 metros cuadrados. “Lo suficiente para que me vaya a vivir con mi mamá”, explica.

Pero, como siempre, hay otro problema: la herencia no es efectiva todavía y la finca está siendo usada por otra persona que ha plantado allí árboles frutales. La herencia lleva en manos de la Justicia desde hace 26 años y ella no puede tener un techo donde refugiarse tras haber sido desahuciada.

María se vuelve este domingo a Las Palmas de Gran Canaria. Se montará al avión sin saber si esa guerra silenciosa que mantiene con la Justicia y la mala suerte tiene un vencedor. “Espero que todo se arregle y que me devuelvan las cosas que tenía mi madre en su casa y me dejen ir para la que me pertenece por herencia”, lanza como conclusión. Mientras tanto, ella sigue resistiendo.