lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

Centrados en la vivienda

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Tus artículos

Centrados en la vivienda

Feantsa estimaba en 2012 que el sinhogarismo en nuestro país podía llegar a las 30.000 personas, un número que aumentó en los últimos años

Carta a la redacción
09 abril 2014 Una lectura de 3 minutos
Telegram Linkedin Url

Carlos Puentes Ramiro // Hace días, el diario británico The Guardian estimaba en 11 millones el número de viviendas vacías en Europa, y en 4,1 millones las personas que recorren sus calles en busca de este derecho reconocido en tratados internacionales y regionales. La sola contraposición de estos dos datos, y quizás estimando el lector el número de individuos que pueden habitar una vivienda, bastaba para abrir nuestras bocas de asombro, y abrir seguro un largo debate.

España, gracias a su insigne modelo inmobiliario, de vivienda como negocio, y seguridad en la tenencia de un hogar como propiedad privada, concentra casi un tercio del problema (3,4 millones de casas vacías), siendo el país europeo donde más se ha construido, menos alquiler social se promueve y más se desahucia (más de 300.000 desalojos en cinco años) como denuncia la PAH.

Feantsa estimaba en 2012 que el sinhogarismo en nuestro país podía llegar a las 30.000 personas, que su número estaba aumentado en los últimos años y su perfil cambiaba, incorporando a nuevas mujeres, jóvenes y familias.

Llamamos sintecho a aquellas personas que se tienden a dormir en los espacios públicos, pero también a aquellas que pasan la noche en albergues o en alojamientos informales o precarios, bajo la amenaza constante del desalojo o la insalubridad. Pero también son llamados sintecho con el objetivo de excluirles del reconocimiento de ciudadanía, ligada a la posesión de una propiedad o un trabajo; y olvidando, a pesar de sucesivos recordatorios de la Relatoría de Naciones Unidas, que el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ratificado por España a comienzos de la democracia) obliga a priorizar la protección de las personas más vulnerables.

Si decimos sintecho será porque, si bien sabemos que las dificultades que afrontan cada día estas personas van más allá de la simple tenencia de un cobijo material, intuimos que es un factor importante de su exclusión, y una condición imprescindible para su desarrollo personal y social. En cambio, en la atención que reciben tradicionalmente los sintecho en nuestro país, el techo es la meta, un premio al final de un largo proceso en la escalera asistencial de la integración que no muchos alcanzan.

En los 90, nacía en Estados Unidos el modelo de apoyo conocido como Housing First, desarrollado con éxito (incluso en términos de costes) y exportado a Canadá y países europeos como Finlandia, Irlanda, Reino Unido o Dinamarca, en lo que podemos llamar más ampliamente enfoques centrados en la vivienda. Esto es, intervención temprana en vivienda, considerada un derecho fundamental y un requisito para superar los concomitantes problemas sanitarios, sociales, laborales, etc. Se facilita a estas personas o familias el acceso a la vivienda a través de contratos de arrendamiento seguros, y una asistencia integral fuera del domicilio y en la medida que el usuario acepte y decida. Parte, por tanto, de la consideración simple pero a menudo obviada de que estas personas son personas.

Ojalá el actual punto de inflexión, de vivienda vacía y creciente conciencia de la exigibilidad de un lugar habitable, sirva para reflexionar y proponer, como nuestros vecinos europeos, soluciones al sinhogarismo, centradas en la dignidad y el derecho a la vivienda. Porque podría ser que tuviésemos otra Constitución, que no se reconociese el Estado social, o que su artículo primero no consagrase la igualdad de todos y todas, y la obligación del Estado de promoverla activamente, pero así como es.

Carlos Puentes Ramiro es estudiante de arquitectura y residente en Madrid.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€
  • #pobreza
  • #sintecho
  • #Vivienda

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Comentarios

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • [Vídeo] Mensaje institucional de Bob Pop a Pedro Sánchez: "Lo que tienes que hacer es..."
  • Egipto boicotea la Marcha a Gaza
  • "La IA está idiotizando a la gente"
  • Pedro Sánchez se enroca en la "limpieza" del PSOE
  • Israel bombardea un hospital al oeste de Irán

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • Contacto

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar