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“Si la izquierda no hace una propuesta, la derecha acabará explotando el desencanto”
Santiago Alba Rico Alba Rico analiza la idea de que aún es posible cambiar las cosas porque el ser humano no está tan ‘nihilizado’ como nos quieren hacer creer
PAULA CORROTO // Santiago Alba Rico alegró e incendió las mañanas de muchos niños nacidos al calor de la Transición con los guiones de Los Electroduendes. En estos programas «infantiles» se hablaba del capital, del paro y de la explotación laboral a modo de cuento. “Fábulas marxistas” lo llamaron. Hoy muchos de estos niños son los que están en la calle –además de en el paro- gritando los eslóganes de No nos representan o luchando en Gamonal. Alba Rico, autor de libros como Capitalismo y nihilismo, Dejar de pensar o Volver a pensar analiza en esta entrevista la situación actual, las victorias de Burgos o La Marea Blanca, la idea de que aún es posible cambiar las cosas porque el ser humano no está tan «nihilizado» como nos quieren hacer creer. Sólo pide que haya un impulso ya por parte de los movimientos de izquierda porque si no, todo ese desencanto caerá en manos de la derecha, la más reaccionaria, populista e incluso agresiva.
Usted escribió los guiones de Los electroduendes, “fábulas de marxismo satírico para niños”. ¿Algo queda de ese aprendizaje en los movimientos que hemos visto en los últimos años?
La mayor parte de los jóvenes que participan en estos movimientos no habían nacido en el 88, fecha en que se suspendió la emisión de Los Electroduentes. Pero sí es cierto que hay una generación un poco mayor, muy activa, nacida en torno al año 80, que ha reelaborado el recuerdo confuso de sus mañanas ante la televisión y vincula su compromiso político a esas fábulas marxistas, protagonizadas por la bruja Avería, de las que en realidad no entendían nada. Pero me siento orgulloso, desde luego, cuando alguien más joven que yo se me acerca para agradecerme esos guiones, que hoy sin duda no emitiría ninguna cadena de televisión. Éramos más libres en los años 80 y había además televisión pública.
Estamos en las manifestaciones, en Gamonal, y escuchamos frases sobre cambiar el sistema, pero ¿a dónde podemos ir con una clase política inmovilista?
Gamonal, entre otros, es precisamente el síntoma de un malestar social que no cuenta ya con la clase política, de una sociedad cada vez más alejada de sus instituciones y que sabe que para conservar lo que le están quitando necesita auto-organizarse. Estamos asistiendo, si se quiere, al crepúsculo de la transición comenzada en 1975. Hay que comenzar otra, una nueva transición, a partir de la conciencia de que el régimen político actual -monarquía y bipartidismo- no se sostiene. La desconfianza hacia la política está plenamente justificada, pero es peligrosa: suele ser la antesala de los destropopulismos y los fascismos. Por eso hay que repolitizar el malestar y eso sólo puede hacerse desde fuera del actual sistema de partidos.
¿Están escuchando los partidos los cambios que pide la sociedad?
No, no lo están haciendo. Y, como te decía, el peligro es que surjan desde la derecha o incluso desde la extrema-derecha nuevas fuerzas que exploten el merecido descrédito de la mayor parte de los partidos. “No nos representan” era el grito unánime de la sociedad española que despertó con el 15-M. Si ese rechazo no se convierte en una propuesta política bien articulada y realmente de izquierdas, veremos crecer las alternativas reaccionarias, defensivas y agresivas.
Por cierto, usted publicó Capitalismo y nihilismo en 2007. ¿Ha cambiado algo desde entonces? A priori se podría decir que sí: el malestar salió a las calles.
Capitalismo y nihilismo analiza lo que yo llamo el “nihilismo espontáneo de la percepción”; es decir, la relación que existe entre el consumo de mercancías -”consumo” quiere decir etimológicamente “destrucción por el fuego”- y la incapacidad para representarnos el dolor de los otros. Es decir, trato de explicarme los mecanismos materiales de producción de indiferencia. No es que seamos malos o más malos que en otras épocas. Es que nos lo comemos todo: las hamburguesas y los helados, pero también los paisajes, los cuerpos y la miseria de los cuerpos. Incluso o sobre todo las imágenes de la miseria de los cuerpos. El supermercado y la televisión nos han formateado de manera que no podamos establecer conexiones, ni racionales ni emocionales, entre nosotros y los dolores que puntean el planeta. ¿Pero estamos realmente formateados? ¿El sujeto está hasta tal punto “nihilizado” que es imposible toda reacción? Lo que demostró el 15M es que, bajo esa construcción de consumo indiferente, como en el doble fondo de un sombrero de prestidigitador, había una paloma: otro sujeto, anclado en la indignación y la solidaridad, que no se deja sobornar por mercancías baratas y que reclama democracia, justicia social, Estado de derecho.
Alguien me dijo una vez: “no seas nihilista, porque es lo fácil”. Y, sin embargo, ¿cómo desterrar ese nihilismo cuando hemos crecido y mamado este sistema capitalista salvaje liberal que se apoya en el concepto más brutal de la libertad?
Son las disonancias las que permiten las resistencias. Hoy las nuevas generaciones están descubriendo la disonancia entre ese “concepto brutal de libertad” y la pequeña libertad de curarse una enfermedad, educarse libremente, cuidar a los seres queridos, tener una casa, expresarse en voz alta. La crisis, y las respuestas políticas a la misma, profundizan esa disonancia, de la que tu pregunta es ya una prueba. Digamos que cada vez se ajustan peor nuestras necesidades y nuestras representaciones. Por decirlo de una manera cursi y simple: los humanos piden amor y el capitalismo les da pornografía (y de pago). El nihilismo acaba chocando con la finitud y pequeñez de los cuerpos, que son muy frágiles y están muy necesitados de cuidados.
Otros libros suyos son Dejar de pensar y Volver a pensar. Me recuerdan, por los títulos, a los que aparecieron hace un par de años Indignaos, Reacciona etc. ¿Qué de bueno trajeron estas recetas? ¿Han calado? ¿La indignación y la reacción nos están llevando a algo?
No han traído de momento las transformaciones estructurales que necesitamos, pero sí un murmullo de luchas y pequeñas victorias: pensemos en Gamonal o en la marea blanca en Madrid. Las luchas se alimentan de grandes indignaciones y pequeñas victorias. Las grandes indignaciones colectivas obligan a pensar en común; las pequeñas victorias ayudan a seguir juntos. Ese es el proceso de organización que se está gestando.
Recientemente ha publicado una columna titulada ‘Podemos sí, ¿pero queremos?’. ¿Por qué se plantea precisamente ese «queremos» acerca del cambio? ¿Qué falla?
No tengo una respuesta definitiva, pero me da la impresión de que, desde la izquierda, lo que ha fallado ha sido el vínculo con las mayorías sociales. La izquierda institucional se ha alienado su apoyo enredándose en unas instituciones contaminadas por el oportunismo y la corrupción; la extrema izquierda insistiendo en discursos y modelos que las mayorías no pueden ni entender ni desear. Frente a esta ruptura del vínculo con la sociedad, los átomos de la izquierda han buscado una unidad imposible, al margen de la gente, imposible precisamente porque no estaba anclada en la realidad. ¿Cómo decirlo? El 15M demuestra que una buena parte de la sociedad quiere; el problema es que la izquierda organizada no quiere lo mismo. Digamos que la izquierda no puede -unirse- porque no quiere unirse al exterior, a la gente que quiere otro modelo, otras prácticas, otro discurso.
¿Es Podemos lo que se esperaba después del 15M?
No sé qué esperaba el 15M, que es más una constelación de impulsos que una voluntad homogénea. Lo que sí creo es que Podemos trata de recoger ese impulso, esa voz inesperada surgida entre y contra lo que yo llamo los dos bipartidismos: el bipartidismo gobernante (PP y PSOE) y el bipartidismo de la izquierda (IU e izquierda extraparlamentaria). Lo que sí es cierto es que el impulso 15M necesitaba una expresión pública y política. Podemos es una buena oportunidad. Una propuesta. Pero que vaya o no más lejos dependerá precisamente de las personas y colectivos implicados en ella.
Vemos que ni el PSOE ni IU consiguen aunar a la izquierda, cada vez más fragmentada… ¿por qué es imposible ponernos de acuerdo? ¿En esto está ganando también la batalla el capitalismo, el individualismo, ese nihilismo del desencanto?
Yo dejaría a un lado al PSOE, que forma parte del corazón del sistema y que -incluso si alberga aún a algún izquierdista extraviado- hace siglos que no tiene nada que ver con la izquierda. En cuanto al resto, lo he dicho hace un momento: cuando se pedalea en el aire, acelerar no nos acerca a nuestro objetivo: sencillamente reventamos. No podemos seguir pensando que podemos ponernos de acuerdo entre nosotros cuando se nos está diciendo desde fuera: “no nos representáis”. La iniciativa tiene que venir del exterior. Ese exterior, es verdad, es muy complejo y ahí ese “nihilismo” sigue teniendo ventaja; por eso mismo, si no hacemos enseguida una propuesta, la derecha, mejor organizada y con más medios, acabará explotando el “desencanto”.
Alguien ha dicho en algún momento también: “si lo que no se entiende es que aún nada haya estallado con los seis millones de parados que hay”. ¿Viene esta parálisis del torturante mensaje: «nada, ni una manifestación ni nada, hará que las cosas cambien»?
Sí, ésa es la estrategia del gobierno: indiferencia y criminalización, de manera que los ciudadanos acaben asumiendo la impotencia con la misma naturalidad con que la aceptan tener una pierna o una pared en el salón. Por eso son tan importantes las pequeñas victorias. La huelga de basuras en Madrid, las luchas en la sanidad, la PAH y Gamonal demuestran, al contrario, que -aparte la dignidad- las movilizaciones rinden fruto. Esas pequeñas victorias nuestras son en realidad grandes derrotas del gobierno.
La cultura, cada vez más comercial, y si no autogestionada. ¿Qué opina de todos estos proyectos low cost, sacados con cuatro euros? ¿Algo ilusionante o una precarización de la cultura (o gestión cultural)?
Las dos cosas. Un efecto de la crisis es que han quedado fuera del mercado cientos de miles de periodistas, escritores, músicos y artistas comprometidos y con ganas de hacer cosas. Esos proyectos “low cost” permiten movilizar y sacar a la luz sus talentos. El problema es que, en general, son costeados por otros periodistas, escritores, músicos y artistas comprometidos que están en la misma situación. Los trabajadores culturales deben comprender que su situación es muy parecida a la de los otros sectores y que la solución es política y colectiva. La dificultad, en este caso, reside en la propia peculiaridad del trabajo cultural: con pocos medios se obtienen grandes placeres (pintar, escribir, componer, al contrario que poner ladrillos o servir hamburguesas, son actividades autosatisfactorias). No hay nada más auténticamente alienante, más alienantemente verdadero, que la autosatisfacción.
Confía en que de toda esta crisis, de este malestar existente, ¿saldrá algo diferente, una sociedad nueva más participativa? ¿Confía en movimientos como la PAH?
Sí, confío mucho en movimientos como la PAH, que introduciendo pequeños efectos concretos a nivel de la solidaridad inmediata educan políticamente de manera mucho más efectiva que los grandes discursos abstractos (que no hay que desdeñar). Y que además movilizan en torno a consignas de sentido común en las que todos, salvo los bancos, se pueden reconocer.
Vive en Túnez desde hace años, ¿cómo observa lo que está sucediendo en España desde allí? ¿Hacia dónde cree que vamos?
Con mucha preocupación. Túnez es un país que sale de una dictadura, con límites muy parecidos a los de España, y España un país que retrocede hacia la dictadura. España y Túnez se parecen mucho más de lo que se reconocen. Sería bueno que Túnez no se obsesionase con seguir los pasos de una Europa que se desmorona y que la Europa del sur mirase hacia Túnez y comprendiese de una vez que la salida a la crisis -y la recuperación de la democracia- tiene una dimensión mediterránea inexcusable.
[Artículo publicado originalmente en EnCubierta]
Decirle a Alba Rico que la Transición no está en su crepúsculo, sino en un proceso deconstituyente en interés de las oligarquías financiero-corporativas, estamos en la Involución neoliberal.
Contando con verosimilitud la calificiación que realiza de IU, no lo es menos que ésta se ha visto sometida al aislamiento social y político, aguantando en las trincheras de las instituciones la hegemonía del nihilismo en los pueblos de España. Es justo reconocer el valor de dicha resistencia en mensajes y discursos de izquierda alternativa, en los tiempos del fin de la historia.
También es cierto, que dicha resistencia ha sido permeada por prácticas y culturas generales de la transición, IU es producto de la sociedad en que nace. Por ello, merece de una crítica más respetuosa con los papeles que ha desarrollado y desarrolla.
Ahora bien, parece que la mayoría de IU o al menos así se simboliza en la candidatura a la europeas. No da protagonismo social y reflejo en sus candidaturas ha esa realidad social indignada, y devuelta a la realidad por la incapacidad de consumo llevada al extremo de afectar la propia dignidad humana. Pero IU con su candidatura no parece haber entendido bien el mensaje, por mucho que su lema sea Igualdad, Democracia y Solidaridad. Dando síntomas no sólo de conformarse con el 15%, sino de reconocerse incapaces de conectar con la mayoría social.
Hay es donde se situa el gran problema, pues como bien dice Alba, Miguel Urban y otros muchos, esta Crisis no es pasajera, ni tan siquierea referencia el imaginario popular de Crisis, es una involución del modelo socio-económico y político.
Desde el calado y profundidad de las consecuencias de la Involución, desde el riesgo real a que la mayoría social que rechaza la perdida de sus vidas, se identifique con discursos populistas de extrema derecha y acaben dando cuerpo a las mismas.
Se hace ineludible el articular un discurso, práctica política, alternativa y fórmulas de organización ex-novo que permitan concectar desde el progreso con estas. Precisamente en la pretensión de recuperar y refundar los valores de Igualdad, Democracia y Solidaridad en nuestra sociedad.
Desde esa perpectiva, PODEMOS es una aportación importante, quizás la más empeñada en estos momentos en articular dichos medios.
Lo más importante las ideas no viven sin acción y necesitan de organización, por ello sería necesario potenciar los foros o espacios de encuentros de todas las expresiones multicolores y sectoriales, que contestan a la Involución en la pretensión de andar el camino de un movimiento amplio, no de cristalizar estructuras, sino de caminar.
Veamos, la autocomplacencia o la autodisculpa no conduce a ningún lado. Cierto que IU/PCE ha sido maltratada por los medios e instituciones. Pero no está de menos recordar la complicidad del PCE en los Pactos de la Moncloa que permitieron un Sistema político degenerativo y corrupto como éste. No está de menos recordar que ha sido IU/PCE el cómpmlice necesario del PSOE en numerosos ayuntamientos y CCAA para desarrollar políticas que en nada tienen de izquierdas. No está de menos recordar, como señero ejemplo, que la señora Rosa Aguilar era una dirigente destacada de IU en su época de alcaldesa de Córdoba mientras que privatizaba los servicios públicos sin ser reprendida ni amonestada por la dirección de IU. No está de más recordar la lamentable «oposición de izquierdas» durante el primer gobierno de ZP, esa oposición que dejó a IU con 1 diputado tras postularse Llamazares en plena campaña electoral como «ministrable» y que se abstuvo de criticar los numerosos errores económicos que han degenerado en esta crisis. No está de más recordar que la dirección federal de IU, violentando el resultado de una consulta efectuada entre la militancia extremeña, intentó imponer que se apoyara a un candidato de derechas del PSOE sin pacto programático alguno por enmedio. No está de más recordar, como bien has apuntado, que la elección de candidatos para las europeas ha sido, una vez más, BOCHORNOSA. No está de más advertir que, ante el surgimiento de Podemos, la reacción de IU ha sido de sorpresa primero y de indignación y desprecio después, achacándolo todo a una maniobra de los «troskos» y demostrando una ceguera absoluta y un íntimo sentimiento de que «la izquierda nos pertenece». Por todo ello, IU lleva todo un recorrido de corrimiento hacia la derecha, de aceptación del Sistema Capitalista, de abandono del discurso marxista por otro más social (homosexuales, feminismo, ecología, nacionalismo, etc…), de actuar pensando más en los réditos electorales que en presentar una propuesta válida y creíble a la ciudadanía. El propio anquilosamiento y acomodamiento en el Sistema de IU es la que la hace incapaz de crecer más y de ganarse el respeto y la confianza de muchísima gente de izquierdas.
El desencanto lo está explotando la ultraderecha, y según parece la cosa va a mas.
La historia suele repetirse mucho debido a que las personas tenemos la memoria muy corta. Y el fascismo del s.XX, no nació de la noche a la mañana, así porque sí; fue una reacción, bastante nefasta por cierto, a la corrupción generalizada en los partidos políticos (en la República de Weimar y en Italia) y una respuesta a la gran crisis económica (siguen sirviendo los dos ejemplos de antes). En España Falange nació de una forma parecida, como respuesta a unos partidos incapaces y una economía en crisis. No pretendo ser agorero, pero actualmente los partidos son una especie de mafia, incapaz de dar respuesta a los problemas de los ciudadanos y mas preocupados de sus asuntos y la crisis recuerda demasiado a la del 29. En Grecia el fascismo no existía, hasta que llegó su hundimiento y los fascistas de Amanecer Dorado crecieron como la espuma.
Difíciles años los que atravesamos, pero como los gobiernos no empiecen a cambiar de actitud, temo que nos esperen otros muchísimo peores.
La gente es mucho más proclive a tragar con el discurso fascista por motivos básicos: carga la culpa en los demás exculpándote de tus propios errores, te promete el paraíso con cero esfuerzo y refuerza instintos primarios como el nacionalismo, véase el caso catalán.
Las propuesta marxistas, sin embargo hablan de arrimar todos el hombre, de integrar y ayudar a los sectores más desfavorecidos… En definitiva, mientras que uno dice: «Dame el poder y te solucionaré los problemas», el otro dice: «Lucha por lo que defiendes».