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Las amenazas del régimen marroquí acallan una voz libre

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Internacional

Las amenazas del régimen marroquí acallan una voz libre

El aparato de poder de Marruecos fuerza a la conocida periodista Fátima Ifriqui a dejar de escribir amenazándola con hacer daño a sus hijos

Omnia Nur
12 abril 2013 Una lectura de 4 minutos
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En Marruecos, hay líneas rojas que ningún periodista debería sobrepasar porque, si lo hace, existe el riesgo de que el Majzen (el régimen) tome medidas contra él o ella, su trabajo, su familia y todo lo que le rodea. Cuando los medios de comunicación hablan, por ejemplo, de la corrupción, los límites están claros: el palacio es uno de ellos. Por este motivo, la mayoría de los periodistas marroquíes suelen pasar por alto ciertos temas. La conocida periodista Fátima Ifriqui es el último ejemplo de hasta qué punto el Majzen intenta acallar a las personas que considera con influencia en la sociedad marroquí.

En su último artículo, Ifriqui, que ha trabajado muchos años en la cadena de televisión pública de Marruecos, anunció hace unos días su «derrota» ante las presiones, amenazas y coacciones de las que ha sido objeto durante largo tiempo por parte de los servicios secretos del país africano. En esta ocasión el régimen apuntó a sus hijos, algo que ella ya no pudo seguir aguantando. Su «delito» fue apoyar públicamente al Movimiento 20-F, una ola de indignación que reclama democracia y que ha agitado el país en estos últimos dos años. La periodista usa en su despedida de la vida pública un bello estilo poético, profundo y literario, que recuerda a los comunicados del Subcomandante Marcos.

«Porque me dieron a elegir entre hablar y la sonrisa de mis hijos, me quedaré muda. Ya no volveré a escribir más, me suicidaré ahorcándome con mi propio silencio. Quemaré mis dedos para que no se lancen sobre el teclado del ordenador, vacunaré mis venas con una sobredosis de indiferencia, negaré mis palabras. No veo, no oigo, no hablo. Voy a ser la que queréis que sea: una ciudadana callada, sosegada, feliz y satisfecha. No haré sino aplaudir a bombo y platillo los grandes logros. ¡Olé, olé! ¿Os gustó el aplauso? ¿Lo queréis más fuerte? ¿Más largo? (…) ¿Qué os parece colocarme en el diván de aduladores, o en el equipo de las chaqueteras oficiales? ¿Hay más vacantes para otras plumas compradas? Iré como voluntaria al servicio de la estabilidad financiera de vuestras riquezas y para protegeros de la voracidad del pueblo. ¿He dicho el pueblo? ¡Abajo el pueblo! ¡Abajo el caos y que viva el Régimen!»

Ifriqui hace también referencia a la continua vigilancia a la que se ha visto sometida desde que comenzó a apoyar el Movimiento 20-F.

«Ya que ocuparon mi jardín secreto y plantaron entre sus rosas unas minas explosivas, me retiraré. Porque ya no soy capaz de vivir con los cables de dispositivos de vigilancia conectados a mis venas, con un espía trasplantado en mi corazón, con un contador atado a mi respiración y, ya que un guardián en la puerta del espíritu me pilla in fraganti cometiendo cada noche el delito de soñar, me callaré».

Los movimientos sociales en Marruecos, sobre todo a través de internet, han logrado, al menos hasta cierto punto, abrir un espacio en el que expresarse con libertad. La periodista se unió a esta oleada escribiendo artículos de opinión, impartiendo conferencias donde analizaba el papel de los medios de comunicación a la hora de tratar el cambio social y la lucha por los derechos humanos. Ifriqui denunciaba la falta de libertades de una democracia tutelada y apoyaba al Movimiento 20-F, al que ella denomina «la revolución de los jóvenes», que dió su primer paso el 20 de febrero del 2011.

«Ya no cometeré más el delito de escribir acerca de la patria, el pueblo y la revolución de los jóvenes. Suprimiré el mes de febrero de mi libreta. Me haré amiga del silencio y adoptaré la indiferencia como filosofía propia. Abandonaré la escritura y me dedicaré a ver telenovelas de mala calidad».

Una vez más, el Majzén ha logrado silenciar a una voz popular con la que la oposición democrática y la sociedad civil se sentía representada, lo que supone un retroceso para la transición, pues sin este tipo de voces no hay transición posible. El régimen no envía a ningún representante uniformado para amenazar a sus víctimas. El frutero de la esquina, el vendedor de golosinas en un carro, la mujer que anda despacio a tu lado apoyada en su bastón, pueden ser espías. Un día uno de ellos se acerca y te dice: «Cuida a tus hijos. Sabemos cuáles son tus intenciones».

En los últimos años, ha habido otros ejemplos conocidos de este tipo de coacción. El periodista Rashid Nini, ex director del periódico más leído de Marruecos, Al Masae, escribió varios artículos en los que criticaba a los servicios de seguridad marroquíes y apuntó a varias personalidades públicas y fue condenado en 2011. Tras pasar un año en prisión, Nini volvió a pisar la calle, pero no a mencionar el tema de sus anteriores escritos. Houria Boutayeb, ex presentadora del telediario en árabe y en castellano de la cadena pública marroquí, fue despedida cuando se publicó un vídeo suyo en el que se quejaba de las condiciones de trabajo en la corporación.

Ifriqui no aguantó la idea de perder a sus hijos. «Os ruego que apuntéis vuestras armas lejos de los dos nidos para que no toquen las aves inocentes. No dinamiten el sueño, no destruyan a quien amo. Aquí estoy cumpliendo mi promesa. Sed unos hombres honorables, parad vuestras guerras secretas y retiraos de mi reino. Antes de marcharos, cerrad la puerta detrás de vosotros y no olvidéis apagar las cámaras de vigilancia conectadas a mis arterias».

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Comentarios
  1. Ilya dice:
    12/04/2013 a las 16:25

    Presentar a Rachid Nini, el mayor populista del reino y el que más ha hecho para extender la intolerancia y acabar con las libertades individuales, como ejemplo de libertad de prensa, es una de esas grandes y trágicas paradojas de Marruecos. Cuando lo encarcelaron, muchos periodistas marroquíes lo defendieron. Por principio. Sabiendo que él siempre había animado al régimen a golpear más y aplastar con más dureza a los que defendían la libertad.

    Responder
  2. javier reyes dice:
    12/04/2013 a las 12:33

    Si el periodismo fuera la mitad de digno que esta señora, los grandes periodistas estarían ahora mismo presionando a sus periódicos para que contratarán a esta periodista y le dieran asilo político a ella, sus hijas y sus familiares directos. La única forma de mantener vuestra independencia es no dejar que se acallen las voces por medio de la represión, esta profesión nació para ello, para informar partidariamente ya tenemos las fuentes oficiales y a los publicistas.

    Responder

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