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“Cuando me preguntan qué me queda tras la muerte de José, les respondo: la dignidad”

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Sociedad

“Cuando me preguntan qué me queda tras la muerte de José, les respondo: la dignidad”

Maribel Permuy, la madre del periodista asesinado en Irak en 2003 José Couso, ha compartido mesa en el Ateneo de Madrid junto a otras mujeres cuyos hijos han sido víctimas de asesinatos "políticos" o de la "represión".

Eduardo Muriel
06 abril 2013 Una lectura de 3 minutos
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MADRID// El dolor tras haber perdido a un hijo, más aún cuando su muerte tiene responsables, se puede vivir en silencio o transformarlo en energía para luchar por la justicia. Y esto último es lo que ha elegido Maribel Permuy, la madre de José Couso, el periodista español asesinado en Bagdad en 2003 por un tanque estadounidense. “Cuando me preguntan qué me queda, yo les respondo que la dignidad. Eso es lo más importante”, sostiene.

Permuy ha compartido mesa este sábado en el Ateneo de Madrid con otras madres que han sufrido la pérdida o la represión sobre sus hijos, en un encuentro que han llamado Madres contra la impunidad, al que han asistido Pilar Manjón -madre de Daniel Paz, muerto en los atentados del 11-M-, Elena Ortega -madre de Alfonso Fernández, Alfon-, que fue detenido durante dos meses sin cargos-, Mavi Muñoz -madre de Carlos Palomino, asesinado por un militar fascista en 2007- y Sara Nieto -de Madres contra la droga-.

“Todos los días, José está presente en mi vida. Me es imposible pensar que fue hace ya diez años”, comenzó Permuy. Se cumple una década de lucha de la familia Couso por que se esclarezca el asesinato del cámara, llevado a cabo cuando José se encontraba en el Hotel Palestina, edificio marcado como objetivo civil. “Mis hijos y yo hemos estado unidos y seguimos luchando contra la impunidad. Queremos una cosa que no se compra ni se comprará por mucho que pase el tiempo, que es justicia”, continuó.

El camino ha sido duro desde el primer momento. Permuy admite que al principio sintió “mucho odio, un rencor terrible”. Sin embargo, sus hijos le ayudaron a canalizar toda esa rabia. “Un día [mi hijo] Javier me dijo: Mamá, este dolor hay que transformarlo en lucha. Vamos a luchar, verás como te vas a sentir mejor. Y así ha sido. Creo que no se puede vivir con este dolor si no luchas”.

La madre de José ha sido objeto de insultos y ataques precisamente por no quedarse callada. “Nos han llamado antipatriotas, plañideras. Mi hijo no murió en un accidente, a mi hijo lo asesinaron”, recordó. “Que un gobierno sea de un color u otro me da igual, ya que sabemos que no nos van a ayudar, pero aquí estamos los Couso y un montón de gente anónima que está al lado de la familia, apoyándonos año tras año”.

Dolores compartidos

También han sufrido estos ataques el resto de madres, como Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el terrorismo. “El hecho de que tres días después de la muerte de mi hijo en aquel tren hubiera elecciones generales, ha supuesto para mí una doble victimización”, señala.

“Siempre se me echa en cara que denuncie aquella guerra, pero es que mi hijo fue de los primeros en colgar en su balcón el cartel de ‘No a la guerra, otro mundo es posible’”, continúa. Manjón, aunque admite que cada día es un reto, no parece que tenga pensado tirar la toalla: “Estamos comprometidas con la lucha por la justicia y eso nos hace invencibles a las cinco”, afirmó, mirando al resto de madres presentes.

Elena Ortega, la madre del Alfonso Fernández, Alfon, el joven que pasó 56 días en prisión acusado sin pruebas de tenencia de explosivos, denunció en el acto que sus hijos, de una forma o de otra, han sido víctimas de la “violencia estructural”. “Si no hubiera imperialismo, fascismo, desigualdad en el mundo, no habrían ocurrido estas muertes”, sostiene. “Cuando los asesinan o reprimen, nos convertimos en su voz, tomamos su ideología y sentimos que, de alguna manera, hemos sido paridas por ellos. Por eso seguiremos luchando”, clamó.

Estas madres no pretenden quedarse en casa. Mavi Muñoz y Elena Ortega presentarán próximamente un colectivo que han constituido junto a otras madres cuyos hijos están siendo «víctimas de multas o persecución policial por su militancia política», llamado Madres contra la Represión. Sara Nieto sigue contando allí a donde va su labor con el colectivo Madres contra la Droga, que asistió a toda una generación de madrileños en barrios desfavorecidos que cayó en las garras de la heroína. Maribel Permuy adelanta que seguirá luchando hasta conseguir justicia. Pilar Manjón asegura que cuando tira la toalla, la vuelve a coger y se seca las lágrimas con ella.

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