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A la caza de la reputación hacktivista

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A la caza de la reputación hacktivista

El periodista Glenn Greenwald muestra cómo los Estados intentan desacreditar a quienes lideran actividades de protesta en Internet con fines políticos.

Mercè Molist
01 abril 2014 Una lectura de 5 minutos
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Este artículo forma parte del número de abril de La Marea, ya a la venta en quioscos y aquí

Las agencias de inteligencia occidentales quieren desprestigiar el discurso antisistema en Internet, destruyendo la reputación de sus líderes y manipulando sus conversaciones en los foros. Lo ha denunciado el periodista norteamericano Glenn Greenwald, premiado en diversas ocasiones por sus reportajes, que destaparon el exagerado nivel de monitorización de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos sobre políticos, empresas y población de todo el mundo, gracias a una histórica filtración de documentos secretos a cargo del informático Edward Snowden.

En esta ocasión, Greenwald pone a disposición del público un documento de los servicios secretos británicos llamado El arte del engaño: entrenamiento para operaciones secretas en línea. El documento, en formato diapositivas, se centra en operaciones psicológicas para manipular a los grupos y el discurso activista en Internet o, como afirma Greenwald, «sembrar la discordia y diseminar información falsa», algo que no sería ajeno al gobierno de Obama según el periodista, pues uno de sus asesores, Cass Sunstein, ya en 2008 proponía que agentes secretos se infiltrasen «cognitivamente» en foros, chats, redes sociales y sitios web de activistas.

Greenwald añade a esta información otros documentos también desvelados recientemente, de los que muestra algunas diapositivas: «Cómo desacreditar a una persona: Tenderle una trampa, cambiar sus fotos en redes sociales, escribir un blog como si fueses ella, escribir a colegas, vecinos, amigos». O bien: «Cómo desacreditar a una empresa: filtrar información confidencial a la prensa o en blogs, publicar información negativa en los foros, arruinar sus relaciones comerciales».

El principal objetivo, asegura el periodista, es desacreditar a los líderes hacktivistas «inyectando todo tipo de material falso en Internet para destruir su reputación». Los servicios secretos cuentan con diversas estrategias, explica, como las «operaciones de falsa bandera», que consisten en publicar material en Internet y atribuirlo falsamente a la persona que se quiere difamar; los «‘posts’ de falsas víctimas», que como su nombre indica sería escribir en un blog afirmando ser una víctima de la persona a desacreditar, y la «información negativa» publicada en foros.

Estas operaciones, explica Greenwald, al emanar de una agencia de inteligencia deberían dirigirse contra naciones enemigas y sus líderes, ejércitos, servicios secretos y terroristas. Pero la información filtrada hace pensar que no será así: se usará en el ámbito de las fuerzas de la ley tradicionales, contra personas sospechosas de crímenes ordinarios y «sin necesidad de haber sido condenadas», afirma el periodista. Y más en general, contra el hacktivismo «entendido como la actividad de protesta en Internet con fines políticos», asegura Greenwald.

Esta nueva filtración no ha preocupado excesivamente a la comunidad hacktivista española: «El asunto es interesante, aunque nada novedoso salvo en la metodología, puesto que las tácticas de desactivación y contraespionaje son muy antiguas, como los espías rusos que se internan en las bases de resistencia del ejército ucraniano, con el objetivo de crear deserciones o generar procesos caóticos», explica una conocido activista de la red que atiende al pseudónimo Lord Epsylon.

De todas formas, que no sean novedad no significa que la comunidad hacktivista no esté atenta a estos temas, dado que la red es más sensible a este tipo de operaciones, explica Lord Epsylon: «Al utilizar la confianza que genera la tecnología, el nivel de sofisticación de las infiltraciones es mayor y por tanto llegan a objetivos más concretos y determinantes que en organizaciones físicas». Según el hacktivista, las comunidades de la red viven ya ahora una «guerra de contrainformación prácticamente constante», con intentos de desactivación de corrientes ideológicos, introducción de mensajes que buscan confundir, ralentizar procesos, desmoralizar o «influir en los medios de manera que se tapen los mensajes reivindicativos».

Según Lord Epsylon, «las comunidades con poca base ideológica son más vulnerables a estas tácticas». De hecho, asegura, es conocido por la comunidad activista que se han intentado usar estrategias parecidas a las mencionadas por Greenwald contra grupos como Anonymous o Occupy WallStreet. El periodista norteamericano había publicado con anterior otros documentos procedentes de la misma agencia secreta británica, Government Communications Headquarters, donde se explica cómo monitorizan blogs y Youtube, bombardean foros del grupo Anonymous hasta dejarlos sin conexión o tienden trampas a activistas, poniéndolos en situaciones sexuales comprometidas.

«Envenenemos sus pozos»

Txipi es un veterano activista del proyecto antagonista Sindominio.net. Lleva más de diez años participando en campañas y luchas, defendiendo todo tipo de causas desde la red. Al pedirle su opinión sobre cómo las «cloacas» de los estados planean el desprestigio del hacktivismo, nos mandó este texto:

«Pongámonos en la piel de quienes han ideado esta iniciativa. Me los imagino en torno a una pizarra, diciendo: ¿Cuál es la mayor fuerza de nuestro enemigo? Su anonimato. Nos es casi imposible localizar las filtraciones de información porque son distribuidas y anónimas. Un enjambre de molestos mosquitos nos están comiendo por los pies.»

«Sin embargo, su principal peligro es su mayor debilidad. Sin caras visibles, cualquiera puede ponerse una careta de Guy Fawkes digital y sembrar la red de tonterías. ‘Radio jamming’ telemático. Saturemos el canal de ruido y nadie podrá captar la señal. Pero no nos quedemos ahí: utilicemos todas nuestras redes para anular a quienes capturemos.»

«Envenenemos sus pozos, sembremos sus campos de sal. Pero en la red no hay pozos ni campos. Claro que los hay, se llaman identidades. Y tanto si son individuales o colectivas, reales o virtuales, se pueden desprestigiar hasta tal punto que sus comunicados causen el efecto contrario al que buscan. Y, mientras tanto, sigamos llenando Internet de tonterías en su nombre. Solo el ojo experto sabrá separar el grano de la paja, y a ese ojo experto le haremos dudar de sus lealtades fácilmente. No es fácil librarse de nuestra pinza, nos valemos de los fallos acumulados por la evolución en nuestros cerebros durante milenios».

 

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Comentarios
  1. basshuntr dice:
    01/04/2014 a las 13:07

    Ahora entiendo lo de muchos trolls en internet…

    Responder

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