Poesía y resistencia en Madrid para hacer frente al capitalismo

MADRID// La poesía como herramienta para acompañar la reorganización del tejido social crítico con el actual contexto y beligerante contra el capitalismo. Esta es la idea que, desde 1.999, ha inspirado los encuentros de Voces del Extremo que este año aterriza en Madrid y cuyo ciclo de poesía fue presentado ayer en el Ateneo. Uno de los coordinadores, Alberto García, fijó el objetivo de este encuentro en el acercamiento de la poesía a aquellos con inquietudes artísticas y con una postura crítica hacia la realidad en la que nos encontramos.

Los encuentros Voces del Extremo, donde el arte y la denuncia social confluirán en la poesía de más de 60 escritores, comienzan este viernes. El Patio Maravillas y El Campo de la Cebada serán las sedes en las que poetas como María Solís, Bernardo Santos, Pedro Luis Verdejo o Manuel Rico tratarán de ofrecer su poesía como elemento de reflexión para la ruptura con el capitalismo y el tránsito hacia un modelo económico más justo.

Para presentar Voces del Extremo, que en esta edición lleva por subtítulo Poesía y resistencia, se organizó una mesa redonda cuyo tema central fue el papel del intelectual ante la «sociedad fascista» que se está abriendo paso. Además, se planteó el debate sobre si es adecuado o no que éste se posicione.  Es decir, cuál es la responsabilidad del intelectual en general y del artista en particular en la coyuntura histórica actual.

La poetisa y escritora Marta Sanz fue la encargada de abrir este debate. Quiso denunciar las dificultades actuales para desarrollar un pensamiento crítico dada la imposibilidad de encontrar medios desde los que hacerlo. También criticó lo que denominó «ideología invisible», que es la que lleva al ser humano a dar por hecho máximas como la de que solamente con el capitalismo se puede convivir en democracia o que fue Estados Unidos quien liberó a Europa del monstruo de Hitler.

En un contexto en el que las redes sociales parecen haber sustituido los foros tradicionales de encuentro y de debate, así como los espacios de reflexión, Marta Sanz consideraba que hacen falta «cabezas que cuestionen la panacea tecnológica, que se atrevan a realizar preguntas incómodas e incluso sean lo suficientemente intrépidos como para responder a alguna de ellas».

Por su parte, Manuel Rico, también escritor y poeta, consideró que el poder político, el poder económico, se mostraban tranquilos frente a los poderes subversivos dentro del entorno literario por ser este un «reducto sociológico cultural que apenas llega a los tres millares de personas; no da como para complicarles la vida a los poderes fácticos». También alertó de que cuando ha habido repuntes de poesía reivindicativa, como pasó con la invasión de Irak o los ataques terroristas del 11-M, «no llegó a cuestionar el poder, no apareció una voluntad consciente de cambiar el mundo, sino que reaccionó a sus propios sentimientos de rechazo, estupor y rabia ante lo que había sucedido».

A pesar de la ausencia mayoritaria de voces críticas, Rico sí quiso dejar claro que hay «intelectuales artísticos que hacemos denuncia, solo que lo realizamos por medio de nuestra herramienta que es el verso». Puso como ejemplo su propio trabajo para explicar que, cuando habla de «calles que antes estaban llenas de comercios y ahora solamente hay locales vacíos, cerrados y con carteles en los que anuncian que están en venta», está denunciando una realidad. También señaló que actualmente los tertulianos son quienes han sustituido a los intelectuales, especialmente en la televisión, por lo que cada vez ven más mermadas sus posibilidades de acceder al espacio público.

También participó en la mesa redonda Jaime Pastor, uno de los dirigentes de Izquierda Anticapitalista y profesor de Ciencias Políticas en la UNED. Una de las ideas en las que más insistió fue en la necesidad de crear un foro colectivo desde el que los intelectuales pudieran mostrar su postura crítica. «El intelectual tiene que ser un activista», afirmó. «Pero en España no tenemos ningún Zola y ningún Sartre, así que es necesario que ese activismo se ejerza colectivamente».

También quiso poner de relieve que los intelectuales tienen un papel fundamental a la hora de desmontar ciertas verdades aceptadas que no lo son; que tiene que ser parte del proceso de reconstrucción crítica de la realidad y cuestionar la violencia social. «Se daba por bueno que la democracia consistiera en votar cada cuatro años. Ya se ha demostrado que no funciona. También se ha demostrado que era falsa la afirmación de que el capitalismo había superado sus crisis. Este es el motivo por el que, poco a poco, Marx está volviendo a las universidades».