Han pasado más de dos meses desde que Rusia invadiera Ucrania. Y seguimos teniendo preguntas sobre una guerra que nos pilló por sorpresa a prácticamente a todos y a todas, al menos, en su dimensión. En el nuevo número de La Marea, dedicamos el dossier a analizar qué hemos aprendido, qué estamos aprendiendo de todo ello, qué cuestiones se están reflejando en el espejo de Ucrania. Tica Font, fundadora del Centre d’Estudis per la Pau J.M. Delàs, es experta en Economía de defensa, comercio de armas, presupuestos de defensa, industria militar, nuevas armas y seguridad.
Todavía hoy hay muchísima gente que se sigue preguntando por qué Rusia ha invadido Ucrania. ¿Cómo lo explicaría a alguien que no entiende de geopolítica?
Una primera razón está en la concepción que Putin tiene de su rol político en los países que formaron parte de la Unión Soviética. Todos estos países forman parte de lo que denomina “intereses vitales” o “espacio existencial”. Considera que todos estos países deben estar bajo su protección, bajo control ruso, no acepta que sean soberanos para decidir si quieren ser más democráticos o no. Cuando en algunos de estos países la población protesta lo suficiente como para poner en riesgo la continuidad de un régimen político sumiso a Putin, este actúa para ponerlos en su sitio.
En segundo lugar, el final de la Guerra Fría supuso el final de un mundo bipolar, Estados Unidos y la URSS; entramos en un mundo unipolar con una única potencia hegemónica. Estados Unidos, el vencedor, impuso la “paz liberal”, que consistía esencialmente en tres puntos: la forma de gobierno tenía que ser la democracia liberal, la economía capitalista y el libre mercado y la defensa de valores como la libertad o los derechos humanos. Esta hegemonía lleva unos años siendo contestada, y la retirada militar de Afganistán marca su fin. El mundo se abre a un nuevo orden mundial. La guerra de Ucrania abre la puerta a construir este nuevo orden, donde se tendrá que dirimir quién formará parte del grupo de potencias mundiales, de qué estructuras de diálogo se dotará, y veremos en que nudos centran la confrontación. Con la invasión de Ucrania, Putin demanda a Estados Unidos que la considere potencia mundial y que la tenga presente como tal en el nuevo orden mundial.
¿Por qué hablamos de esta guerra y no de otras? ¿Por qué esta guerra es diferente? ¿O está resultando diferente? ¿Hay un doble rasero, por ejemplo, si pensamos en Yemen o Palestina o incluso el Sáhara?
Esta guerra no deja de ser la demanda de Rusia a Estados Unidos de tener una silla relevante en el nuevo orden mundial, es una guerra entre potencias que tiene lugar en Ucrania. Rusia quiere que Ucrania quede sometida a su área de influencia y Estados Unidos le lanza un pulso militar a Rusia en el que se ponga de manifiesto que no son tan potencia militar, aunque sí nuclear, como nos pensábamos. Otros conflictos bélicos no tienen esta trascendencia geopolítica y, por tanto, no hay compromiso por parte de Estados Unidos o de la OTAN en que tengan una solución negociada e incluso podemos ver que Estados Unidos considera aliados preferentes a Arabia Saudí, Israel o Marruecos.
¿Qué temas ha hecho aflorar que nos afectan –o no– en nuestra vida diaria?
A mí me ha resultado relevante comprobar el grado tan elevado de interconexión de las economías que ha supuesto la globalización, hemos visto cómo la guerra Rusia-Ucrania ha afectado a la llegada de cereales, aceite de girasol, abonos o la subida de precios. También hemos visto que implantar medidas como las sanciones o boicotear productos o dejar de adquirirlos como el petróleo no son fáciles de implementar sin perjudicarnos a nosotros mismos. Algún país báltico depende casi al 100% de la energía de Rusia, cortar el suministro sin tener alternativas representa no solamente parar el sistema productivo sino dejar a la población sin energía para la vida cotidiana. Por otra parte, podemos ver que la empresa Gazprom, controlada en un 50% por el Estado ruso, tiene accionistas tan relevantes como The Bank of New York Mellon, con el 26,9% de las acciones, o que los oligarcas rusos tienen buena parte de sus fortunas en paraísos fiscales fuera del alcance de las sanciones. Nos ha puesto de manifiesto la complejidad de estos 30 últimos años de globalización.
¿Es la excusa perfecta para ampliar el gasto militar? ¿Cuánto y cómo ha influido que hablemos de armas nucleares?
El incremento de gasto militar a nivel mundial es un fenómeno que viene sucediéndose en la última década, se perciben países en cada región que quieren mantener un estatus de potencia regional y otros que se arman para mantener una posición geopolítica. En el caso de Europa, desde 2014, los países europeos se comprometieron en una cumbre de la OTAN a incrementar su gasto militar hasta el 2% de su PIB hasta el 2024. Este compromiso no se estaba cumpliendo, los incrementos no eran tan elevados como para respetar el acuerdo. Además, las encuestas de opinión no eran favorables a este incremento. La guerra de Ucrania ha facilitado a los gobiernos europeos generar un cambio en la opinión pública, alarmar a la población con la posibilidad de sufrir un ataque ruso, generar miedo y apoyo a incrementar el gasto militar.
¿Se ha descartado ya la vía diplomática? Un asunto que incluso ha generado conflicto en el seno del Gobierno…
La vía diplomática nunca se descarta, pero estos días el mensaje de Estados Unidos, que es la potencia que realmente hace la guerra a Rusia en territorio de Ucrania, ha sido que la guerra acabará cuando se gane militarmente a Rusia. Con lo cual, la diplomacia queda relegada a un segundo plano. El escenario principal es el de victoria/derrota, lo que llevará a que la guerra se alargue en el tiempo y los países de la UE seguiremos a remolque de la política que dicte Estados Unidos hacia Rusia y Ucrania.
¿Qué responsabilidad tiene la OTAN?
La responsabilidad desde hace 30 años ha sido ir anexionando a exrepúblicas de la antigua URSS a la OTAN, aproximar sus fronteras a Rusia, establecer bases militares en estos países y sistemas antimisiles apuntando a territorio ruso. Putin lleva años pidiendo a Estados Unidos y a los países OTAN que respeten su “espacio vital” de países que hacen de frontera entre Rusia y países OTAN. No se han aceptado sus demandas y ahora Putin ha invadido Ucrania, ha utilizado la fuerza militar como instrumento de reivindicación.
¿Está sirviendo para relanzar la Alianza Atlántica? Puede que la cumbre prevista para junio en Madrid no se vea igual ahora por parte de la ciudadanía que antes de la guerra…
La OTAN lleva unos 30 años en crisis existencial, pero la nueva era geopolítica que se ha abierto y la guerra de Ucrania volverán a dar vida a la OTAN. Cabe suponer que en la cumbre de junio pondrá énfasis en las misiones militares futuras, centrándose en Rusia y China, definirá a los adversarios y la competición hegemónica entre China y Estados Unidos. Las únicas dudas están en si la UE mantendrá estrategia de seguridad y defensa propia frente a la norteamericana o no, si la autonomía europea es de calado o no lo es.
¿Qué responsabilidad tiene Rusia y qué responsabilidad tiene Ucrania en que la guerra continúe?
Para que haya una guerra se requieren mínimo dos. Putin es el que ha invadido, por tanto, tiene la carga principal de responsabilidad, pero el gobierno de Zelensky y los anteriores polarizaron a la sociedad. Recordemos que en el Donbás hay una guerra civil entre ejército ucraniano, milicias ucranianas y milicias rusófilas desde 2014. En todos estos años de guerra no ha habido avances para cumplir los acuerdos de Minsk de 2014.
¿Sabemos poco de esta guerra aunque estemos todo el día hablando de ella?
Mientras dure la guerra solo tenemos acceso a la propaganda de guerra que emite cada bando. Toda la información está manipulada. Los medios hablan más de las batallas que de la guerra, no ofrecen reflexión, no entrevistan a intelectuales matizando posiciones.
Hasta que no acabe la guerra y se generen informes independientes, no tendremos información fehaciente.
¿Cómo está jugando la propaganda y la desinformación en esta guerra?
Es importante que los periodistas reflexionen sobre su tarea como periodistas con la guerra. Todos sabemos que en la guerra lo primero que se pierde es la verdad. Nos enfrentamos a un escenario de periodismo en el que cada parte usa las comunicaciones a su favor, usan el lenguaje que les es favorable, Putin ha prohibido las palabras guerra, invasión y destrucción, del lado ruso cuando hablan de la guerra ucraniana maximiza sus resultados y minimiza sus errores. Las imágenes que ve la población rusa son limpias, los soldados se ven en formación con tanques … no muestran ataques, no muestran la destrucción de edificios, hospitales o escuelas, no muestran heridos ni muertes, no muestran la angustia y el dolor de la población. Cada día un militar informa con mapas del avance militar, muestra sus éxitos.
El ejercito de Ucrania hace lo mismo, pero al revés: muestra la destrucción, los ataques contra las infraestructuras que dañan las vidas humanas, muestra la desesperación de la gente, muestra las largas colas de los refugiados y el dolor de la población con lo que está sucediendo, muestra a los heridos, los muertos, el daño a las viviendas. Muestra su resistencia al ejército ruso, un ejército que no puede con ellos. Y vemos la guerra, vemos el sufrimiento de la gente, empatizamos con ellos y dejamos que las emociones guíen nuestras decisiones. Cuando las emociones pesan más que la razón apoyamos todo lo que el gobierno proponga, incrementar la venta de armas e incrementar el presupuesto de defensa. En estos días hemos visto a mucha población con reacciones primarias pidiendo que entremos en la guerra, como si la guerra fuera una película o pidiendo a los gobiernos posiciones o sanciones duras. También hemos visto a una población que criminaliza a cualquier persona solo porque es rusa.
Se hacen muchas similitudes con la II Guerra Mundial. ¿Son acertadas? ¿Qué papel está jugando la extrema derecha?
No es relevante debatir similitudes o estrategias de combate, no nos conduce a nada. Es más útil abordar nuevos escenarios de futuro.
La guerra de Ucrania abre un nuevo escenario mundial de hostilidades y ataques entre potencias, cabe esperar actividades hostiles dirigidas a erosionar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones o empresas, generar desconfianza en el sistema democrático, político y administrativo, socavar la cohesión social o los modelos sociales de los Estados, de las comunidades políticas (como la UE) o de organismos internacionales (NU, OTAN…), fragilizar el sistema de gestión o de gobierno para que tenga menos capacidades o convencer de la decadencia de un sistema político o empresarial (tanto a la población a la que va dirigida como a la propia del atacante).
Estados Unidos, en los últimos 20-30 años, está perdiendo peso económico, China se acerca a Estados Unidos, en pocos años es posible que supere a Estados Unidos en PIB mundial. En los próximos años, China disputará el papel hegemónico mundial (en términos económicos, tecnológicos y militares) a Estados Unidos, esta batalla por la hegemonía se llevará a cabo a través de multinacionales, de guerras comerciales y tecnológicas, a través del ciberespacio, de las redes sociales y a través de toda una serie de hostilidades. Rusia y China hace tiempo que hablan de la decadencia de occidente y de la emergencia de oriente. No se cuestiona el sistema económico capitalista, la decadencia occidental la centran el sistema político, lo decadente es la democracia y lo emergente son sistemas de gobiernos más duros o autócratas.
Aquí es donde entra el florecimiento de grupos de extrema derecha, con características como: fuertemente nacionalistas, autoctonistas frente a otros, sean extranjeros o minorías, bastante disruptivos, poco constructores de democracias, más bien al contrario, y que tendrán el apoyo de potencias no occidentales.
¿Por qué la mayoría de la ciudadanía no esperaba una guerra en Europa?
Pensábamos que Putin no se atrevería, esperábamos que se impondría la razón y el sentido común, pensábamos que había tanto que perder que no lo haría. Pero nos equivocamos.
En resumen, ¿cuál es el mensaje que nos está enviando esta guerra?
Que se ha abierto una nueva era mundial, se acabó el mundo unipolar hegemónico de Estados Unidos, que empezamos una nueva era multipolar pero todavía no se han creado instrumentos de diálogo entre las nuevas potencias.
Por otra parte, que si queremos la paz, tenemos que trabajar para la paz y no para la guerra.