«¿Y qué importa al resto de España la consejera de Salud de Andalucía?», se quejó un periodista del periódico en el que trabajaba cuando el mismo periódico, Público, abogó por llevar a doble página, allá por 2008, una entrevista que la delegación andaluza había realizado a María Jesús Montero, hoy futura ministra de Hacienda en el Gobierno de Pedro Sánchez.
Su departamento saltó a la prensa nacional con una ley pionera en España de muerte digna. Pero no había sido la primera. Investigación con células madre, ley de genética, píldora postcoital, humanización del parto, atención bucodental gratuita, libre elección de médico, transparencia en las listas de espera, la vacuna contra el cáncer de útero…«Si se usa la energía nuclear para curar, ¿por qué no la marihuana?», reflexionaba en aquella entrevista. Entonces todavía gobernaba Zapatero y no había crisis, ni recesión, como él prefirió llamar a la crisis que dio paso al gobierno de Rajoy.
Años más tarde, en 2013, cuando el PP ya estaba en la Moncloa y la crisis campaba a sus anchas entre la ciudadanía, Montero volvía derruida de cada Consejo Interterritorial. «Veo a la ministra [Ana Mato] que no entiende del sistema sanitario. Lo que dice es un poco lo que le cuentan los demás, los asesores y lo único que parece querer es que acabe pronto el consejo interterritorial para poder contar fuera que no ha habido ningún problema. Es como si la dinámica del cambio del modelo estuviera fuera del propio ministerio. Esto es lo que me da miedo», me contaba en otra entrevista, en mitad de la preparación de una ley de blindaje de la sanidad pública en Andalucía.
«La mejor garantía de la igualdad de oportunidades es que un banquero esté acostado al lado de la cama de una persona sin recursos. Cuando el sistema empieza a hablar de personas aseguradas, empezamos a decir ¿por qué estamos hablando de asegurados si hemos migrado del sistema de aseguramiento a un sistema de financiación vía impuestos? Y, por tanto, esto ¿qué tiene que ver con la crisis? ¿Por qué con motivo de la crisis se hace un real decreto –el que priva de la sanidad primaria a la población migrante– que vuelve al concepto del aseguramiento de la seguridad social?», se preguntaba indignada. Luego, antes de las primeras protestas de la marea blanca por el deterioro de la sanidad, fue nombrada consejera de Hacienda en el primer gobierno de Susana Díaz. En uno y otro departamento siempre ha seguido la misma ruta: la defensa de lo público.
Hace justo unos días, un compañero me decía que generalmente, cuando entrevistamos a mujeres, solemos preguntar cosas relacionadas con la desigualdad de género. O al menos, en mucha mayor proporción que cuando entrevistamos a los hombres. Y es verdad. Ocurre con frecuencia. No recuerdo, sin embargo, haber leído titulares de María Jesús Montero sobre igualdad. Aunque es feminista y madre de dos hijas: «¿Después de esta sentencia qué le aconsejamos a nuestras hijas si desgraciadamente se ven en esta situación?», escribió en Twitter tras la sentencia de La Manada. Traigo este análisis a colación porque más allá de que el gobierno sea paritario o vuelva el Ministerio de Igualdad, la revolución de estos nombramientos reside, desde mi punto de vista, en la incorporación de mujeres feministas en carteras poderosas.
En La Marea, la última vez que entrevistamos a Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide, no fue para hablar de igualdad –en el sentido literal y específico–. Hablamos con ella de pensiones: “Lo que busca todo este modelo [del gobierno del PP], esta etapa neoliberal del capitalismo, es una menor intervención del Estado. Quieren un Estado que favorezca sus intereses, un modelo de Estado con leyes que les interesen. Si deterioras lo público, fomentas indirectamente lo privado. Y hay muchos intereses detrás de los fondos privados de pensiones. Lo que no se le dice a la gente es que esos fondos también pueden no ser sostenibles, porque esos fondos invierten en bolsa, y la bolsa no siempre va bien”, reflexionaba. Esto decía sobre neofascismos en este encuentro organizado por La Marea en Sevilla junto al líder de IU en Andalucía, Antonio Maíllo, y la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez. Ahora Gálvez será consejera de Universidad y Conocimiento en el gobierno de Susana Díaz tras la remodelación resultante de la salida de Montero.
Tanto Gálvez como Montero no solo son dos cracks en sus áreas de conocimiento, sino que saben lo que supone ser mujer en esta sociedad. Y esto sí que es feminizar la política. ¿Puede alguien gobernar el país mejor que mujeres como ellas? ¿Puede alguien dirigir El País mejor que Soledad Gallego Díaz? De ella no hace falta decir nada más (que periodismo). «De alguna forma, se sienten más cómodos entre ellos. Y como, al fin y al cabo, esta es una profesión terriblemente absorbente donde el trabajo supone la mayor parte de tu vida, es lógico que la comodidad sea un factor determinante. ‘¿Acaso pretendes que existan cuotas, como en el Parlamento?’, ironizan algunos compañeros míos. ‘No –les contesto– por eso precisamente me irrita tanto que os reservéis precisamente el 85% del cupo'», contaba la periodista en El 4º poder: ¿Un poder de mujeres? Que alguien me pellizque, por favor.