España, al igual que el resto de países de la OTAN (cuyo gasto militar conjunto ha aumentado en 100.000 millones de dólares en los últimos dos años) está inmersa en una carrera armamentística, con el objetivo de que el presupuesto oficial de Defensa alcance el 2% del PIB en 2029.
Dentro de esas cuentas, el Capítulo 6 (correspondiente a Inversiones Reales), está aumentando notablemente su importancia. Y un porcentaje altísimo del mismo se destina a la adquisición de todo tipo de armas.
En 2021, el Capítulo 6 estaba dotado con 3.090 millones de euros (un 32,83% del total del presupuesto de Defensa). El 88,6% se comprometió para la compra de armamento. Un año más tarde, se cifró en 3.647 millones de euros la cantidad correspondiente a este apartado. Suponía un 36% del presupuesto y el 87,2% era para armas.
Y en 2023, la partida original era de 5.868 millones de euros (45,75% del presupuesto). El 89,3% para armamento. Pero la estimación, según la Estrategia Industrial de Defensa 2023, es que las Inversiones Reales acaben alcanzando los 7.117 millones.
En este mismo documento se muestran algunos de los grandes programas de armamento que España ya tiene firmados, y que comprometen partidas del Ministerio de Defensa para los próximos años. El programa más duradero es el que conlleva la construcción de 998 unidades de vehículos de combate sobre ruedas 8×8 Dragón, y que terminará en 2037.
La guerra de Ucrania como excusa para armarse
Por lo tanto, de facto, aumentar la cantidad para el Capítulo 6 es incrementar el gasto en armas. La tendencia en los próximos años seguirá siendo alcista. En la Estrategia Industrial se prevé que esta partida sea de 9.579 millones en 2024; 12.093 en 2025; 14.368 en 2026; 16.681 en 2027; 19.121 en 2028, y 21.922 millones en 2029. Es decir, un aumento del 208% respecto a la cantidad final estimada para 2023.
El argumento principal que se utiliza para justificar el aumento en el presupuesto de Defensa y, por ende, la carrera armamentística, es la inestabilidad geopolítica derivada de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Así se apunta, por ejemplo, en el documento antedicho: “El panorama internacional actual está marcado (…) por la necesidad de aumento de la producción de las capacidades de defensa derivada de la guerra en Ucrania”.
También lo mencionaba la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce García, en el informe Spain Defence & Security Industry, donde afirmaba lo siguiente: “La situación marcada por la guerra de Ucrania va a exigir un nuevo esfuerzo tan demandante que requiere la definición de una estrategia industrial de defensa, un plan que debe maximizar el rendimiento de la inversión gradual en defensa hasta alcanzar el 2% del PIB en el año 2029, presupuesto del que una considerable cuantía se destinará a los Programas Especiales de Modernización (PEM)”.
Y lo deja muy claro el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Almirante General Teodoro Esteban López Calderón, en el mismo texto: “La ilegítima invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa ha provocado la reafirmación, por parte de todos los Estados que defienden el orden internacional basado en normas y el respeto a los derechos humanos, de la validez del concepto de disuasión ante las amenazas existentes. Lo que se está materializando en significativos incrementos de presupuestos de defensa que, indefectiblemente, se traducirán en nuevas adquisiciones de armamento y material para disponer de las capacidades que aseguren el requerido margen de disuasión”.
El aumento en el presupuesto de Defensa y la carrera armamentística comenzaron mucho antes
La realidad es que esta propensión a aumentar el gasto militar comenzó antes de ese 24 de febrero de 2022, en el que Rusia invadió Ucrania.
El presupuesto oficial inicial de Defensa ha aumentado un 116% en la última década: de 5.937 millones de euros en 2013 a 12.827 en 2023.
En ese mismo periodo, el Capítulo 6 –que, como ya se ha visto, es prácticamente todo para armamento– ha pasado (siempre teniendo en cuenta la partida inicial, y no la cantidad final, fruto de las modificaciones presupuestarias) de 484,7 millones de euros a 5.868. Un crecimiento del 1.110%.
Los grandes programas de armamento
¿Y a qué se destina ese gran aumento en el presupuesto de Defensa, con especial incidencia en la compra de armas? Tanto en la Estrategia como en las propias cuentas del ministerio aparecen los grandes programas de armamento.
Aviones de combate
15.829 millones de euros (entre 1996 y 2035) se destinarán a la producción de aviones de combate EF-2000 Eurofighter e ILS (Actividades de Apoyo Logístico Integrado). En concreto, entre 2023 y 2030, se señala en la Estrategia, Airbus fabricará 20 unidades con un coste de 2.043 millones de euros.
Otros 10.750 millones de euros (a pagar entre 2023 y 2028) se dedicarán para sustituir dos aviones de combate: el C.15M y el AV-8B. No se sabe qué aviones nuevos se comprarán.
Fragatas
Navantia se está encargando de fabricar cinco fragatas F-110 de la clase Bonifaz, que sustituirán a las de la clase Santa María. El periodo de producción es de 2019 a 2032 (está previsto que la primera entre en servicio en 2028) y el presupuesto es de 4.325 millones de euros.
Submarinos
También Navantia es quien produce cuatro submarinos S-80 de la clase Isaac Peral, dotados de propulsión anaeróbica (AIP) denominada BEST (Bio-Ethanol Stealth Technology), de tercera generación. El proyecto se extiende desde 2016 a 2028 y tiene un coste de 3.907 millones de euros.
Sistemas de armas de nueva generación
El Sistema de Armas de Siguiente Generación/Futuro Sistema de Combate Aéreo (NGWS/FCAS por sus siglas en inglés) es un proyecto de cooperación entre Alemania, Francia y España, cuyo objetivo es sustituir, a partir de 2040, las actuales flotas de aviones de combate europeos, como los Eurofighter y los Raphale, por un avanzado sistema de aeronaves tripuladas y no tripuladas. El Gobierno de España lo califica como “el caza del futuro”.
Indra y, bajo su coordinación, Airbus SAU, ITP Aero y el consorcio SATNUS, constituido por GMV, Sener y Tecnobit, forman parte del proyecto.
Tal y como explican en la Revista Española de Defensa, “las investigaciones que se realicen durante la ejecución de este contrato –en el que los tres países participan con el mismo nivel de inversión: 2.500 millones de euros hasta 2027– permitirán que el Concepto de Operaciones resultante ayude en la definición del programa NGWS/FCAS en sus próximas etapas de maduración de tecnologías y desarrollo de demostradores”.
Vehículo de combate sobre ruedas 8×8 Dragón
El consorcio Tess Defence (formado por Santa Bárbara, Indra, Sapa y Escribano) se encarga de la producción de 348 vehículos de combate sobre ruedas 8×8 Dragón, que entrarán en servicio entre 2024 y 2027. Esa será la primera fase, con un coste de 2.100 millones de euros. El total será de 998 unidades y la producción terminará en 2037.
Desde el Ministerio de Defensa señalan que el sobrenombre «Dragón evoca las virtudes militares de las antiguas unidades de dragones, mezcla de Infantería y Caballería, de las cuales son herederas las unidades actuales».