Opinión

Irene Montero y la cultura de la violación

"El exabrupto buscaba otra vez deslegitimar a la ministra sin razones, desacreditar su labor a partir de amplias dosis de necedad y odio y, de paso, alimentar el ansia de polémica y posverdad", reflexiona Azahara Palomeque.

Comentarios
  1. La culpa es de Franco. Ministerio de Igualdad, oposición, jueces, violadores y periodistas son todos inocentes.

  2. La propaganda no atiende a la torpeza sino que es obra de la habilidad. Su objeto, sujeto de la política, es al que le sobra la misma una vez que agitado por ella, enervada su pulsión identitaría, identificado en el grupo al que cree pertenecer, no es capaz de percibir la manipulación a que es sometido y responde a las repulsiones que les sirven en sus fobias. Los sujetos de semejante oferta (los propagandistas) no caen ni creen en los errores de sus destinatarios, muy al contrario saben que palillos tocar y como agitar los miedos para conseguir la demonización que mueve con sus horrores. Ellos saben de sobra que el error de la ley en cuestión ni puede ser causa de semejante campaña, más habituales en muchas otras de lo que aquí aseguran, ni justifican el espanto; pero sí que, debidamente manejado y transferido, desde los violadores y su castigo; por quienes en realidad se resisten a cambiarla y castigalo de manera más eficaz el machismo (y aquí tienen más importancia los medios, las fundaciones, think tank…todas aquella estructura que Susan George describe en Pensamiento Secuestrado, que los propios grupos políticos); al fantasma de los votantes, el efecto logrado y sus agentes quedan invertidos: los que legitiman la “Cultura de la Violación”, (las condiciones en las que medra el machismo y su violencia); los que intentan que las cosas no cambien o cambien poco siguiendo el lema “gatopardiano” de cambiar algo para que nada cambie; los que intentan esconder la violencia machista, (contra la mujer por ser mujer), en la violencia intrafamiliar, desplazando el objeto de la cuestión; aparecen así cómo los defensores de aquello contra lo que afanan.
    No hay ningún error de objetivación en el enfoque de Montero, sino de enfoque del debate; de cómo presentarlo de modo que quede en evidencia, de qué lado está cada uno en esta lucha. La realidad no es la coincidencia de los hechos con la verdad, es lo que plantean, sino que cantidad de gente cree en ella: esto es lo que justifica la propaganda goebbelsiana, sobre que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

  3. La derecha de este país ya sabéis que es cerril e incivilizada.
    Y cada vez más inculta e irracional.
    Cuando no mandan ellos su táctica es el juego sucio por sistema, sin sonrojo, a lo hooligan, no dejar hacer. Sólo pueden mandar los señoritos Ivanes.
    «Españolito, y a la españolita todavía le irá peor, que vienes al mundo te guarde dios una de las dos Españas ha de helarte el corazón»
    La historia se repite, templanza, quieren ponernos nerviosos. Aún está por ver quien gana esta vez.

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