La narrativa (o el relato, como dicen ahora) importa, y mucho, en la OTAN. Desde la Organización del Tratado del Atlántico Norte venden una imagen alejada de las armas y manejan con meticulosidad el mensaje que llega a la ciudadanía: sus acciones militares están constreñidas por los demás y son inexcusables movimientos para defender la paz.
En varios documentos e informes instruyen a sus trabajadores sobre cómo deben hablar de la OTAN. El lavado de cara se completa gracias a la cantidad de negocios millonarios que hace con empresas de todo el mundo. Todo un engranaje perfectamente alineado para inocular en el pueblo la creencia de que la OTAN es un imprescindible garante de la libertad.
¿Qué piensa la gente de la OTAN?
Decía Macron antes de que Rusia invadiera Ucrania que la OTAN estaba en muerte cerebral. Meses después, se amplifica el mensaje de que está más viva que nunca y, a pesar de las amenazas de Putin, países que antaño no ansiaron su ingreso tratan de acelerar los trámites para formar parte de la organización.
Quizá esto haga mejorar la percepción que tienen los hombres y mujeres en los territorios miembros, que ya era favorable –según la propia OTAN– en los años precedentes.
Según el Informe Anual de la OTAN de 2021, el 62% de la ciudadanía votaría a favor de que su país siguiera dentro de la organización, un 11% apoyaría la salida y el resto no tiene una opinión al respecto. Son porcentajes idénticos a los de 2020 y ligeramente peores que en 2019, cuando apoyaban la permanencia el 64% de las personas encuestadas..
Por añadidura, el 53% de los aliados considera que la pertenencia a la OTAN reduce la posibilidad de un ataque por parte de una nación extranjera y solo el 14% está en desacuerdo con esta afirmación.
¿Cómo se ‘vende’ la OTAN?
El informe destaca que, en 2021, la OTAN apoyó y financió 481 proyectos públicos de diplomacia, que fueron seguidos por más de 5,5 millones de personas en 48 países. En su estrategia, la OTAN también se adapta a los nuevos tiempos, y, por ejemplo, sus seguidores en LinkedIn han crecido un 21%; en YouTube, un 16%; un 15% en Instagram; y un 1% en Twitter. El objetivo es llegar a los estratos más jóvenes de la sociedad, y parece que lo logran: el 69% de sus seguidores en Instagram, el 6% de los de YouTube y el 54% de los de Facebook son menores de 35 años.
Paradójicamente, la organización también resalta el crecimiento de sus redes sociales en Rusia, gracias, sostiene, “a una renovación del lenguaje”.
Coadyuvan a esta mejoría de la impresión ciudadana los múltiples eventos que programan a lo largo de todo el año. El informe destaca el primer hackatón de políticas de la OTAN (donde diversos universitarios lanzaron ideas para la OTAN 2030), los Diálogos OTAN-Sector Privado (seis reuniones virtuales con “más de 100 líderes del sector privado”), la posibilidad de seguir a través de las distintas plataformas el Ejercicio Steadfast Defender (se pudo ver en directo mientras se desarrollaba en Bulgaria, Hungría, Portugal y RumanÍa) y la Cumbre de Bruselas.
Sumado a lo anterior, Néstor Prieto, politólogo y coordinador de Descifrando la Guerra, explica que, además de con think tanks, medios o gobiernos, también tiene convenios de colaboración con universidades. Sucede en España, por ejemplo, donde los centros universitarios “tienen programas de becas, concursos o cátedras financiados por la OTAN”.
Para Juan Carlos Rois, veterano antimilitarista y colaborador de organizaciones como Grup Antimilitarista Tortuga, Alternativas Noviolentas o En Pie de Paz, la política de comunicación de la OTAN consiste en “vender que lo que hacen es traer la paz al mundo”. “La gente está desinformada y los medios de comunicación ofrecen la versión enlatada que da la propia organización. La sociedad cree en lo que dicen en televisión los periodistas acríticos”, sostiene.
En la Guía de la Marca OTAN realizan esta esclarecedora afirmación: “Si no contamos nuestra propia historia, otros la contarán por nosotros”. Y en el informe se refieren, sin ambages, a lo que denominan como “protección de los ciudadanos contra la información hostil”. Reconocen que han construido una resistencia social contra la desinformación, “incluso a través de un programa de subvenciones que invita a organizaciones no gubernamentales, think tanks y universidades para que presenten proyectos innovadores destinados a aumentar esa resistencia”.
A veces, subrayan, la OTAN “directamente desacredita y expone la desinformación”. Es el caso, por ejemplo, de NATO-Russia, donde “contrarrestan el agresivo y continuo uso de la desinformación por parte de Rusia, acusando falsamente a la OTAN de una serie de amenazas y acciones hostiles”.
La marca OTAN: paz, democracia y libertad
“Si trabajas para la OTAN, esta guía es para ti. Porque sois de la OTAN. Cada vez que hablas, escribes o tuiteas, o incluso cuando eliges no decir nada, estás ayudando a construir nuestra marca. Y sí, la OTAN, como la UE o la ONU, es una marca. No vendemos cosas, pero brindamos un servicio importante a los ciudadanos de nuestras naciones: salvaguardamos la paz, la libertad y la seguridad”, dice la Guía de la Marca OTAN.
Desde la organización animan a la gente a huir de la racionalidad: el psicólogo Daniel Kanheman, anotan, “demostró que el 95% de las decisiones que tomamos están guiadas por la intuición y el instinto y no por el pensamiento racional. Si queremos que nuestra comunicación sea efectiva, tenemos que llegar a ese lado emocional e instintivo”.
Estructuran la instrucción en lo que denominan como “capítulos de marca”. Son tres en total y en cada uno de ellos destacan unas palabras clave.
El primero se refiere a la política y en él comienzan afirmando que “la OTAN ha asegurado la paz y la libertad de sus miembros desde 1949”. Los términos a tener en cuenta son: paz, democracia, libertad individual, estado de derecho, cooperación y determinación.
Entre las iniciativas contempladas dentro de este apartado están la toma de decisiones por consenso o la promoción del papel de la mujer en la paz y la seguridad.
Los militares son los protagonistas del segundo capítulo. De nuevo una rimbombante afirmación en el inicio: “La OTAN te protege las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año”.
Resulta imposible obviar términos bélicos en esta sección, pero se las arreglan para que la palabra “guerra” no aparezca. «Al combinar el poderío militar de todos los aliados de la OTAN, creamos una formidable fuerza de combate. Estamos listos para proteger a todos de cualquier amenaza”, sostienen.
Las palabras clave son defensa, disuasión, fuerza, seguridad, protección y compromiso.
Por último, la guía de la Marca OTAN habla de cambio: refiriéndose a la “constante amenaza del terrorismo, los ataques cibernéticos y la guerra híbrida”.
Inciden en que hay que recordar términos como futuro, adaptar, innovador, ágil, entrenar o invertir. Y entre las iniciativas: adaptación militar, ciberdefensa, contraterrorismo y, por supuesto, ciencia de la paz y la seguridad.
En la guía también dan instrucciones relacionadas con las imágenes. Obviamente, nada de fotografías bélicas: hay que usar imágenes, explican, que muestren su diversidad (hombres, mujeres, jóvenes y mayores de todos los orígenes): “Que enseñen a las sociedades con las que trabajamos, que cuenten historias y emoción”.
Incluso advierten de que hay que “evitar imágenes que muestren a representantes de la OTAN de espaldas” y que tienen que intentar incluir siempre el logotipo de la organización.
Los negocios la OTAN
Otra de las armas utilizadas para obtener un plácet generalizado son los millonarios contratos que firma con empresas de todo el mundo. El informe Oportunidades de negocio en el ámbito de la OTAN, publicado en 2020 por ICEX España Exportación e Inversiones (la entidad pública empresarial de ámbito nacional que tiene como misión promover la internacionalización de las empresas españolas y la promoción de la inversión extranjera), explica cómo funcionan estos negocios.
Describen a la organización como “un mercado por explotar para el conjunto de las empresas españolas”: las instituciones de la OTAN en Bruselas y Luxemburgo, apuntan, generan anualmente un volumen de negocio de entre 2.000 y 4.000 millones de euros.
En 2018, concretan, España fue adjudicataria tan solo del 1,6% del volumen total de contratos (40 millones de euros), contrastando con otros países de la Alianza como Francia (12%), Alemania (16%) o Estados Unidos (18%).
Las dos agencias principales de contratación son la NATO Support and Procurement Agency (NSPA) y la NATO Communications and Information Agency (NCIA). La primera se dedica a cubrir las necesidades operativas y de mantenimiento de las operaciones y misiones; y la segunda invierte en infraestructuras tecnológicas.
¿Quieres patrocinar a la OTAN?
Aparte de lo anterior, existe un Programa de Subvenciones de copatrocinio de la División de Diplomacia Pública de la OTAN.
Con él, la organización promueve el copatrocinio de conferencias, seminarios, talleres, eventos públicos y otras actividades relevantes de diplomacia pública, como proyectos digitales, multimedia o en línea, sobre temas relacionados con la paz y la seguridad.
Todo el que esté interesado en colaborar con la OTAN, detallan, tienen a su disposición subvenciones, cuyos destinatarios suelen ser “organizaciones no gubernamentales, universidades, grupos de expertos y otras organizaciones de la sociedad civil”.
La última convocatoria, cuyo plazo para enviar solicitudes finalizó el 10 de mayo de 2022, incidía, de nuevo, en la desinformación. Su nombre era: Aumento de la resistencia social: formas innovadoras de contrarrestar la desinformación y las actividades de información hostil.