Las encuestas, esta vez, no han fallado. Juanma Moreno ha logrado lo que nadie había logrado en el PP de Andalucía: ha ganado las elecciones autonómicas por mayoría absolutísima –58 escaños– y podrá, por tanto, gobernar en solitario. Los resultados, históricos para el PP –Javier Arenas ganó en 2012 con 50 diputados pero no pudo gobernar– y para una comunidad que fue gobernada casi 40 años por el PSOE, confirman a Moreno en la presidencia de la Junta, a la que llegó en 2018 casi de prestado, gracias al apoyo de Ciudadanos y el aval de Vox, con el peor resultado –26 diputados–.
Esa es la mayor incógnita resuelta esta noche: Vox, aunque ha ganado dos diputados –de 12 a 14–, no entrará obviamente en el Gobierno andaluz, como ‘amenazó’ su candidata, la alicantina Macarena Olona, y su principal objetivo tras su irrupción en el Ejecutivo de Castilla y León. Pero lo más importante es que pierde el poder clave que ha tenido hasta ahora en Andalucía, donde la ultraderecha se sentó por primera vez en las instituciones españolas en 2018, y donde puede que haya comenzado su declive: el resultado, aun con esos dos diputados más, supone también un descenso de siete puntos porcentuales con respecto a los datos de las legislativas de 2019 en Andalucía. La comparecencia de Olona, vestida de verde, nada ha tenido que ver con sus intervenciones eufóricas de los últimos días. Ni con aquel Vox que ahora tiene un vicepresidente en Castilla y León.
Se trata, por tanto, de una victoria absoluta de Juanma Moreno, mucho más que del PP. Él mismo dijo durante la campaña que la gente tenía más reparo en votar las siglas de su partido que a él, con nombre y apellido. Juanma Moreno –y no Moreno Bonilla, como lo suelen llamar desde la oposición– se ha labrado durante estos tres años largos de legislatura –adelantó las elecciones– una imagen de político moderado, incluso en sectores de la izquierda, a pesar de adoptar políticas tan de derechas como las de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
Su talante, sin embargo, nada tiene que ver con los exabruptos de la presidencia madrileña. Y ha contado, también, con el temor a la ultraderecha –escenificada por intervenciones histriónicas de Olona–, que le ha valido ser considerado por primera vez como voto útil. Su triunfo absoluto suponía dejar fuera de juego a la ultraderecha y, de hecho, el resultado, pese a ser un mazazo para la izquierda, es a su vez visto como un alivio entre la propia izquierda. A ello se ha sumado la destrucción de Ciudadanos, el propio descolocamiento del PSOE y la desunión del resto de partidos a su izquierda.
«Los andaluces han dado una lección a toda España», ha dicho la dirigente del PP Cuca Gamarra desde Génova. En la sede el PP en Sevilla, en la calle San Fernando, ondeaban las banderas de España y de Andalucía, todo un símbolo del cambio de ciclo 40 años después de las primeras elecciones autonómicas que se celebraron en la comunidad, a la que las derechas, desde Madrid, quisieron negarle su bandera, su sitio.
«Gracias, Andalucía», dice la pancarta que el PP ha colgado en esta noche electoral del 19-J en el balcón de su sede. Y es lo primero que ha dicho Juanma Moreno, hoy sin corbata: «Gracias, Andalucía […]. Solo pueden los que creen que pueden». «Un sueño hecho realidad», con la música de fondo del onubense Manuel Carrasco, que hace unos días arrasó también en su concierto de Sevilla. «Me siento orgulloso de ser andaluz», ha añadido, como una respuesta en el tiempo a aquel eslogan de Iñaki Gabilondo en la SER: «Andalucía es una tierra grande, hermosa, vieja y sabia. Siéntase orgulloso de ser andaluz». Es, 40 años después, con otros actores y otras políticas, la nueva crónica de un sueño.
La maquinaria del PSOE andaluz ya no funciona
El PSOE ha terminado de dilapidar su capital electoral en estos comicios con el peor resultado de su historia en Andalucía: 30 diputados, tres menos que los logrados en las anteriores autonómicas con Susana Díaz al frente, quien, a pesar de haber ganado en aquella ocasión, no pudo gobernar.
El nuevo candidato, Juan Espadas, que venció en las primarias a Díaz, no ha conectado con el electorado y los datos envían también un mensaje a Ferraz, a Pedro Sánchez, quien avaló su candidatura. La maquinaria del PSOE andaluz ya no funciona. Y, si hace unos años, el problema del PP era la falta de líder, ahora la falta de líder es el problema del PSOE andaluz.
Ni siquiera Espadas, exalcalde de Sevilla, ha conservado el histórico feudo socialista que ha sido siempre la capital andaluza. «Los andaluces han hablado y ahora toca ser coherente y trabajar por nuestra tierra. Vamos a defender los pilares sobre los que queremos seguir construyendo Andalucía desde una oposición útil», ha afirmado Espadas.
Las izquierdas no suman ni juntas
Con Inmaculada Nieto a la cabeza, las izquierdas unidas en Por Andalucía –Izquierda Unida, Podemos, Más País, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Equo–, que comenzaron a trompicones la campaña y con retraso en el registro, han obtenido cinco escaños, 12 menos que la coalición liderada por Teresa Rodríguez, entonces de Podemos, en 2018, que obtuvo 17 diputados.
Tras su expulsión del grupo parlamentario, Rodríguez decidió caminar en solitario con el mismo nombre, Adelante Andalucía, y ha obtenido dos diputados. Sumados los escaños de la candidatura de Inma Nieto –avalada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, y que tiene previsto arrancar motores el 8 de julio– y los de Teresa Rodríguez no llegan ni a la mitad de 2018.
Ciudadanos se queda fuera
El único partido con representación parlamentaria que se ha quedado fuera del arco en estas elecciones es Ciudadanos, lo menos sorprendente, tal vez, de la noche. La tendencia en el resto de España se ha cumplido también en Andalucía y de los 21 escaños de 2018 pasa a cero. «Lo que más me gusta es que Vox se queda fuera», ha concluido el líder del partido en Andalucía, Juan Marín, que ha anunciado su dimisión.