Crónicas | Internacional

Cinco años de los Acuerdos de Paz | De excombatientes de las FARC-EP a personas reincorporadas. La vida sin armas (III)

Actualmente, hay 3.575 proyectos aprobados que benefician a unas 7.600 excombatientes, de acuerdo con cifras oficiales.

Comentarios
  1. EE.UU. no ha dejado nunca de considerar a América Latina su “patio trasero”. No ha dejado nunca de intervenir para “defender sus intereses” que no han sido otros que los del Capital estadounidense. No ha dudado nunca en apoyar golpes de Estado, intervenciones armadas, sabotajes, operaciones encubiertas, asesinatos, torturas etc.
    Muchos observadores se preguntan cómo fue posible que la guerrilla de las FARC firmase el Acuerdo de Paz para acabar con la prolongada guerra civil, cuando no se tardó mucho en comprobar que la guerra continúa, sólo que uno de los bandos está ahora desarmado.
    En 2016, tras la firma del Acuerdo de Paz del 24 de noviembre, las FARC se convirtieron en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y el entonces presidente Juan Manuel Santos recibió el Premio Nobel de la Paz. Parece que estos premios se están convirtiendo en un mal augurio. Al presidente de EE.UU, Barack Obama, se lo dieron en 2009 y emprendió siete guerras. En Colombia ha sido el pistoletazo de salida para la eliminación selectiva -e impune- de los ex-combatientes de las FARC, sindicalistas y líderes de otros movimientos sociales.
    La violencia solamente ha cesado en una sola dirección, ya que pocos de los grupos paramilitares de extrema derecha, alineados con el gobierno, se han desmovilizado.
    El gobierno de Colombia “no da garantías a los que han apostado por la paz”.
    ¿Se pueden esperar esas garantías de Iván Duque, protegido de un Álvaro Uribe con estrechas relaciones con los paramilitares y carteles de la droga, bajo cuya presidencia (2002-2010) se eliminó a más de 10.000 campesinos, sindicalistas y líderes indígenas?
    Los grupos paramilitares siguen teniendo considerable influencia dentro del país.
    Es precisamente el gobierno de Estados Unidos el que sigue suministrando armas y entrenamiento a las fuerzas armadas, la policía y las cárceles de Colombia, y con bastante frecuencia incita e incluso financia a los jefes de los escuadrones de la muerte que provocan estas masacres, que son metódicas, sistemáticas y planificadas. Washington se sirve, además, de Colombia para su guerra híbrida contra Venezuela.
    Como si de una constante matemática se tratara, la mayor producción de drogas en el mundo se produce en países donde hay bases militares de EEUU. Con 9 bases militares estadounidense, Colombia en el Siglo XXI, triplicó su producción de cocaína. Es un hecho, que los mayores productores de droga del mundo son países latinoamericanos en los que Washington tiene mayor capacidad de control político.
    «Cuán difícil es ser vecino de Colombia, el país que concentra la mayor cantidad de conflictos, distorsiones, problemáticas…

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