Crónicas | Opinión

Monumentos e ideología

Pablo Batalla Cueto tira de ironía –e historia– para analizar los argumentos alegados por Salvador Amaya sobre el monumento a la Legión en Madrid.

Comentarios
  1. Manifiesto de la XVII Marcha por la Desmilitarización de la Sierra de Aitana.
    He aquí algunos párrafos del mismo, de obligada lectura por su interés:
    … estos largos meses protagonizados por la pandemia del Covidien-19, este año largo que tanto ha afectado las vidas de tanta gente, hemos podido comprobar como la institución militar salía como nunca de sus cuarteles y se hacía omnipresente en la sociedad.
    Hemos visto con sorpresa como una grave emergencia que se debería haber afrontado de forma democrática y responsable, desde toda la sociedad, con medidas sanitarias y de apoyo a las personas más vulnerables, ha sido aprovechada para un inédito despliegue del militarismo . Hemos tenido que contemplar como altas autoridades de los diversos cuerpos militaristas de España nos decían cada día desde nuestras pantallas que «esto es una guerra» y que todos nosotros somos soldados que deben obedecer a sus generales. Decían esto para, a continuación, ofrecer orgullosos el comunicado bélico diario de personas civiles detenidas y sancionadas.
    …Hemos visto desde las ventanas de nuestros confinamientos como las calles eran ocupados por uniformados que las recorrían una y otra, sintiéndose los dueños, usurpando en algunos casos, irresponsable e innecesariamente, con fines propagandísticos (hablamos sobre todo de la unidad militar de emergencias) tareas y funciones propias de los cuerpos especializados de la sociedad civil. Hemos visto desde nuestras pantallas como este estado de excepción provocaba recurrentes abusos policiales.
    Mientras permanecíamos en nuestros confinamientos, nuestros toques de queda y nuestros cierres perimetrales oyendo hablar sobre la pandemia en los medios de comunicación un día sí y otro también, como si ninguna otra circunstancia en el mundo debiera ocupar nuestra atención, lo cierto es que la dinámica global de un sistema injusto que expolia riqueza en unos lugares del planeta para acumularla en otros (y en estos, en pocas manos) en ningún momento se detuvo ni aminoró su marcha. Buen ejemplo de ello son los conflictos bélicos que ni en plena pandemia cesaron y que, desgraciadamente, hoy perduran. Podemos hablar de guerras cruentas como las que tienen lugar en Yemen, en Palestina, en diferentes países del Sahel, en Ucrania, en Afganistán, en Siria y un largo etcétera. O otros, larvadas, que eufemísticamente llaman «de baja intensidad», aunque no por ello causan menos víctimas ni desplazamientos poblacionales: Kurdistán, México, Colombia, Venezuela, Birmania etc., etc., etc. Son todos conflictos que obedecen a circunstancias muy diferentes pero que, no por ello, dejan de tener algunas cosas en común. Por ejemplo, que cada uno, de una u otra manera, está relacionado con dinámicas de apropiación de riqueza que, como decíamos antes, acaba por concentrarse en los países del primer mundo. Es por ello, para asegurar esto, por lo que hay tantas tropas de los países occidentales -también de España- desplegadas en esos lugares. Quién nos iba a decir a nosotros que guerras tan lejanas tuvieron tanto que ver con nuestro modelo de vida y nuestra capacidad de consumo? Sin embargo, para hacerlo patente ante nuestros ojos, aquí están todas esas personas migrantes.
    Por no hablar de que todas y cada una de esas guerras alimentan físicamente del armamento que producimos en nuestros países. El estado español es uno de los principales productores y exportadores de armas del mundo, y lo es, incluso, con la anuencia y el beneplácito de los sectores sociales más progresistas. Recordemos, sin ir más lejos, la postura de Kichi, el alcalde de Cádiz, en la controversia sobre la venta de bombas en Arabia Saudita. Por suerte, en este último año, el movimiento pacifista y antimilitarista, y también el ecologista, se han movilizado en España y otros vecinos para denunciar el «comercio de la muerte»; el tráfico de barcos cargados de armamento con destino a varios países pobres y dictaduras, que circulan por nuestros puertos, acción que, por ahora, les ha obligado a navegar de forma clandestina.
    Por otro lado, también tenemos que lamentarnos que, aunque este año ha quedado ampliamente evidenciado que lo que la sociedad necesita son más recursos sanitarios, educativos, de solidaridad con personas desfavorecidas, paradas, etc., los poderes que nos rigen continúan apostando por sostener, e incluso incrementar, el gasto militar. Son obscenas las cantidades que se invierten en la maquinaria de la guerra en nuestro propio estado, el despliegue de tropas en los países del mundo empobrecido o la compra de artefactos bélicos carísimos que en muy pocos años, además, se hacen obsoletos . Se ha comprobado que para el complejo industrial-militar no hay crisis económica ni pandemia que valga. Sus negocios, a costa del erario público, valga la metáfora, están más que blindados.
    Por si fuera poca la evidencia de la vocación militarista de los poderes políticos y económicos que nos gobiernan y de hasta qué punto sirven a intereses de lo más cuestionables, recientemente hemos conocido como el Gobierno ha renovado su compromiso con Estados Unidos porque esta potencia continúe utilizando «a su» las bases militares de Rota y de Morón, cerca del estrecho de Gibraltar, instalaciones de alto valor estratégico para las políticas belicistas e intervencionistas de ese país, situadas , además, cerca de uno de los lugares del mundo -lo hemos vivido recientemente donde más se manifiesta el conflicto migratorio.
    https://www.ecologistasenaccion.org/172077/la-reivindicacio-antimilitarista-torna-la-serrra-daitana/

  2. Carmen : en España hay tantas cosas y personas fuera de tiempo ; que España en si misma es una pura » anacronía» que se regodea en su propia decadencia.Pero estamos en el comienzo del camino ………. ; otr@s por contra están visionando la luz de emergencia encendida ; y señalizando la puerta de salida » de urgencia » ( pues van a intentar succionarnos hasta la última gota de sangre , como buen@s vampir@s ) .
    Salud amiga.

  3. Menos mal que con la gran estafa y por consiguiente gran engaño llamad@ » Transición de 1978 ( cuando no fue más que una » TRANSACIÓN….» . o un » TOMA , TÚ LA LLEVAS ……….. » ) ; se consiguió superar el fascismo español llamado franquismo . Por desgracia y » GRACIASSSSSSSSSSSSSSS……………… A LA P$(-)€………» no hace falta alguna ; el imaginarse » lo contrario…………….» .
    Salud , decencia y próxima 3ª República de Repúblicas de España.

  4. BLANQUEAR EL FASCISMO, una práctica de décadas. (Insurgente).
    En estos días ha resurgido una vieja polémica sobre cómo combatir el fascismo, al menos el más explícito. Con las herramientas que nos indican (emotivos discursos en las instituciones, debates donde queden en evidencia, recordando pedagógicamente lo que son, carteles y consignas con el célebre «Sí se puede», votando para demostrar que los «demócratas» (entrecomillamos porque en ese espacio hay cada partido y personaje….) somos más, pareciera que la eficacia es cero. Todo indica que por ese camino no los vamos a encontrar, y mientras el fascio se asienta y crece hasta coquetear con el poder.
    Si observamos con atención la judicatura en todos sus estamentos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con sus mandos y cuadros intermedios, la dirigencia de la Iglesia con cardenales y obispos, quién nombró al Jefe de Estado, el poder económico y mediático, se puede deducir que lo que ahora llamamos «blanqueamiento del fascismo» empezó, en realidad, hace décadas. La duda es si es miseria intelectual o ingenuidad repugnante pensar y decir que es en los parlamentos (nacional, regional, local) donde se combate con eficacia a la ultraderecha.
    Desde esas autoridades blanquecinas se nos recuerda que son organizaciones legales y que tienen todos los derechos (a presentarse a elecciones, a asistir a debates, a organizar mítines…), y punto. Parten de la tesis de que el fascismo es una ideología más, no la portadora de la muerte, causante de una guerra devastadora que niega derechos elementales y otorga a las burguesías dominantes el poder en bandeja. El plan B del capital cuando llegan las crisis y el miedo a revueltas que alteren el orden de las cosas.
    La ilegalización de partidos como Vox pero, sobre todo, que cada barrio sepa hacerle frente sin esperar a las dichosas urnas, parece ser la enseñanza que nos da la Historia. Mientras, que la clase político-periodística siga poniéndose galones de «demócrata».

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