Opinión

La escuela del futuro va a seguir un tiempo en el futuro

"La ley Celaá no ha terminado de formular un sistema educativo capaz de emanciparse de la tutela de la OCDE a pesar de ser un gran avance con respecto a la ley Wert", opina el autor.

Comentarios
  1. ¿La libertad que piden es que los lujosos colegios se paguen con fondos públicos?
    (por Pura Aloy en Levante):
    Estos días resuena en las calles y en los medios de comunicación la palabra libertad, y no precisamente para agasajar a la Revolución Francesa.
    Ese grito libertario se ha hermanado con otro similar que lanzan los negacionistas de la pandemia para que cada ciudadano tome las medidas sanitarias que le apetezcan.
    ¿Qué le piden los » libertinos » educativos, muchos de ellos niños y adolescentes, a las autoridades? Pues que a la red concertada católica no le recorten ninguno de sus privilegios: emplazamiento libre de los centros sin ninguna planificación de la red, selección del alumnado por el propio centro, financiación pública y gestión total privada, valoración de las notas de religión católica para entrar en la universidad, más conciertos privados…
    Y claro, estas pinceladas son solo un análisis genérico y somero. Si penetramos, por decirlo metafóricamente, en las» tripas » de los conciertos católicos, aparece con meridiana claridad la idea de la libertad que tendrán los nuevos libertarios y que no es precisamente un homenaje a la Revolución Francesa. En las posiciones que mantienen, la preocupación por la mejora técnica del sistema educativo es inexistente: ni la experiencia de los países europeos punteros en educación, ni los proyectos pilotos en las diferentes ramas, ni la formación del profesorado… en fin, nada que tenga que ver con la respuesta a problemas similares a los nuestros, tienen cabida. Para todas estas realidades tan complejas la respuesta de Fierabrás es: libertad, libertad…
    Si seguimos rastreando otros tramos de las » tripas» educativas de los centros concertados católicos, nos encontraremos con anomalías que dificultan su funcionamiento eficiente: selección del profesorado por el empresario sin intervención del pagador ( que es el estado), sincronización de las jubilaciones de profesores con la finalización de los estudios correspondientes de sus hijos o familiares que los sustituyen en sus puestos de trabajo automáticamente con el consentimiento del empresario para que la saga mantenga su continuidad, odio patológico al laicismo, normalización de las cuotas voluntaria / obligatoria para una enseñanza ya financiada por el estado… Y mientras a los estudiantes católicos se les garantiza la enseñanza gratuita en centros » descontaminados», entre otros agravios, los matrimonios lingüísticamente mixtos deben pagar costosos colegios para que sus hijos dominen la lengua de ambos padres.
    Esta carísima red católica privilegiada, heredera de los colegios de élite del franquismo, lo asimiló todo de ellos salvo el pago de la mensualidad, que en aquellos era obligatoria y en esta no, es gratuita.
    Los nuevos libertarios mantienen que solo habrá libertad de enseñanza cuando a todos sus afiliados se les conceda un concierto, lógicamente gratuito, y el uso prioritario del presupuesto de educación se dedique a dotar esos conciertos. El resto, que se lo repartan los demás colectivos educativos como buenos hermanos.

  2. Por supuesto, Chorche. La referencia de Llamazares al interés de la Iglesia en la enseñanza es adecuada, por ideología y por cuestión de beneficios, que son astronómicos. A eso hay que sumarle también el interés en formar la mano de obra que precisa el capitalismo de esta era postindustrial. Y ahí seguimos sin tener quien nos defienda. Ni la ley nueva, ni los sindicatos, que cada vez están menos a la altura.

  3. Declaraciones de Julio Llamazares al Huffington Post:
    «Creo que el problema de fondo detrás de las leyes de educación viene del anacronismo de que las órdenes religiosas estén todavía controlando parte de la educación, cosa que en Francia, para no irnos muy lejos, sería inviable. La religión tiene su ámbito, que es el de la privacidad, y todo el mundo tiene derecho a profesar la religión que quiera, pero el Estado permanece al margen de la formación religiosa. Esa es la verdadera lucha en la ley de Educación; en el fondo, lo del castellano es lo que menos les importa a los partidos españoles más afines a la derecha ideológica. Lo que se está discutiendo es la tarta de la distribución de la educación y, sobre todo, el control de gran parte de la educación y de la ideología por órdenes religiosas y por grupos de poder. Mientras eso siga siendo así, mientras España no sea un país aconfesional, laico, de verdad, seguiremos en esta disputa eternamente.
    Sostiene, entonces, que en estos colegios religiosos se vehicula una ideología concreta.
    Por supuesto. ¿Por qué crees que tienen tanto interés en seguir controlando parte de la educación? Aparte del negocio económico, lo que hay detrás es el interés por controlar la formación ideológica de los niños y de los jóvenes por parte de órdenes religiosas y grupos de poder. Esa es la cuestión en disputa; lo demás son juegos florales. Lo que busca la religión católica, la Iglesia católica, es seguir controlando la formación ideológica y religiosa de los niños españoles.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.